Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
Embebidos en su amorosa charla, los amantes no repararon en la salida de D. José, que les dijo «¡adiós!» desde la puerta del gabinete; ni se cuidaban de ser vistos u oídos por Doña Jacoba, que hablando permanecía con el diamantista, entre cabezadas. Habían alzado, sin darse de ello cuenta, una valla anchísima entre su pasión y el mundo, y nada temían; la pasión crecía por momentos, como una enfermedad fulminante, y a las pocas horas de iniciada, ya no cabía dentro de la reducida esfera del secreto: se salía, se ensanchaba, quería ser patente a los ojos extraños, o por lo menos no temía ser lo bastante poderosa en sí para afrontar la opinión y cuantos obstáculos esta le ofreciera. Mejor que el narrador lo expresaban ellos mismos: «Antes de verte, antes de esta noche bonita -decía Aura-, yo, sin saber por qué, tenía la seguridad de que no estaba sola en el mundo. Cuando te vi, se me quitó de encima del alma el peso terrible de mi soledad». Y él: «¡De ayer a hoy, qué abismo! Ayer iba tras de tu sombra; hoy te po-
seo... Había de llegar, puesto que hay Dios, este divino abrazo de nuestras almas». Y por aquí seguían, en un vértigo de fogoso idealismo, locos, ávidos de amplificar cada concepto con otro más apasionado y sutil. Viendo que Maturana se ponía en pie, Calpena hizo lo mismo, y dijo a su amante, consternado: «Horror de los horrores. D. Carlos se despide. También yo tendré que retirarme...». -Mañana volveremos a vemos... lo más temprano posible. -¡Mañana!, es muy lejano eso... La mujer, en lances de pasión, posee más iniciativa y más arbitrios que el hombre. En voz muy baja propuso Aura algo que Calpena oyó con alegría. Cuchichearon... Despidiéronse luego en alta voz. Al poco rato, Doña Jacoba le daba al Sr. D. Fernando la venia para retirarse, y con afectuosos apretones de manos le ofrecía
- Page 301 and 302: pensa, y pensaba que no veía por p
- Page 303 and 304: ién se sonrió al verla, y salió
- Page 305 and 306: -¿Iban con ellas los dos chicos de
- Page 307 and 308: ocupaba D. Carlos. Entre este y la
- Page 309 and 310: de Aura, que no podían ser contemp
- Page 311 and 312: -No me haga usted caso. Soy muy mal
- Page 313 and 314: le dije, ¡me subió un calor a la
- Page 315 and 316: destino. Era en verdad estupendo qu
- Page 317 and 318: -XX- No se manifestaba en la mesa l
- Page 319 and 320: ía el secreto de algunos platos sa
- Page 321 and 322: el género vagabundo que siempre fl
- Page 323 and 324: nada, pues procuraba colocar pronta
- Page 325 and 326: a muy bien dispuesto, aunque con un
- Page 327 and 328: selecto, formando igualdades. En el
- Page 329 and 330: -No le haga usted caso, señor Calp
- Page 331 and 332: -Lo prometo... -dijo Maturana-, sin
- Page 333 and 334: negaba, dando a entender que favore
- Page 335 and 336: vengándose de alguna trastadilla q
- Page 337 and 338: guardó su sorpresa y no dijo nada.
- Page 339 and 340: a la caridad sublime, a los más al
- Page 341 and 342: sé yo qué... No podía respirar..
- Page 343 and 344: -Según eso, ¿he de volver?... Al
- Page 345 and 346: encima de los obstáculos más impo
- Page 347 and 348: -Aura, no hables más o me muero...
- Page 349 and 350: -¡La madre!... ¡la madre!... -mur
- Page 351: ofetada en castigo de tanta necedad
- Page 355 and 356: de valor. Aquella noche no llevaba
- Page 357 and 358: luz de su farolillo, allá junto a
- Page 359 and 360: cargado de la centinela, para avisa
- Page 361 and 362: mos nosotros unos pobrecitos, dejad
- Page 363 and 364: -Sí, sí -dijo Aura con tan vivo m
- Page 365 and 366: -Pues si Jacoba, y lo mismo podría
- Page 367 and 368: el sereno pasó varias veces, dirig
- Page 369 and 370: -XXIII- Más que inquieto, lleno de
- Page 371 and 372: momentos esperaba? Entregándose a
- Page 373 and 374: -Di que no los conoces. Mientras te
- Page 375 and 376: clérigo que la leyese. Él oiría,
- Page 377 and 378: -Espérate un poquito y déjame aca
- Page 379 and 380: no, lo mismo. No altero mis propós
- Page 381 and 382: pobrísima estancia donde me criaro
- Page 383 and 384: Apóstol bendito mi patrono, santa
- Page 385 and 386: también su misterioso vigía, y qu
- Page 387 and 388: en mi colocación y no quiero perde
- Page 389 and 390: enemigos, alejándole de la meta de
- Page 391 and 392: al recato, sólo existía en su con
- Page 393 and 394: de pura fórmula, en que no se dice
- Page 395 and 396: dijo... Que no quería hablarme de
- Page 397 and 398: -No sé... creo que... Una noche, e
- Page 399 and 400: defendido con ardor, empezaban a se
- Page 401 and 402: a una tristeza profunda, y no veía
Embebidos en su amorosa charla, los amantes<br />
no repararon en la salida de D. José, que les<br />
dijo «¡adiós!» desde la puerta del gabinete; ni se<br />
cuidaban de ser vistos u oídos por Doña Jacoba,<br />
que hablando permanecía con el diamantista,<br />
entre cabezadas. Habían alzado, sin darse de<br />
ello cuenta, una valla anchísima entre su pasión<br />
y el mundo, y nada temían; la pasión crecía por<br />
momentos, como una enfermedad fulminante,<br />
y a las pocas horas de iniciada, ya no cabía<br />
dentro de la reducida esfera del secreto: se salía,<br />
se ensanchaba, quería ser patente a los ojos<br />
extraños, o por lo menos no temía ser lo bastante<br />
poderosa en sí para afrontar la opinión y<br />
cuantos obstáculos esta le ofreciera. Mejor que<br />
el narrador lo expresaban ellos mismos: «Antes<br />
de verte, antes de esta noche bonita -decía Aura-,<br />
yo, sin saber por qué, tenía la seguridad de<br />
que no estaba sola en el mundo. Cuando te vi,<br />
se me quitó de encima del alma el peso terrible<br />
de mi soledad». Y él: «¡De ayer a hoy, qué<br />
abismo! Ayer iba tras de tu sombra; hoy te po-