Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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02.07.2013 Views

-Gracias -dijo Aura, echándole toda la mirada y clavándosela con ímpetu, hasta con ensañamiento. Y la voz de Aura al decir gracias, o al decir otra cosa cualquiera, se le metía a Fernando dentro del sentido como una lanceta, y le inoculaba un goce inefable, una turbación honda, ganas de dar gritos y de tirarse al suelo... «¿En qué consistirá -pensaba-, que me parece que la he conocido toda mi vida? Si me equivoco respecto a esta mujer; si no es la que yo soñé, la que ha venido al mundo para mí, que me parta un rayo, o que me asesinen esta noche al volver de una esquina. ¡Esta mujer para otro! No puede ser... Quien me lo diga miente... y si yo lo dudara o lo temiera, estaría loco». Mientras doña Jacoba daba órdenes a Lopresti, Aura y Fernando cambiaron palabras insignificantes, sentados uno frente a otro, en el lado de la mesa o mostrador opuesto al que

ocupaba D. Carlos. Entre este y la pareja estaba la luz, con enorme pantalla verde. «¿También usted, señorita, entiende de pedrerías, y sabe distinguir los brillantes legítimos de los falsos?». -No sé nada... Para mí como si fueran cuentas de vidrio. No entiendo nada de esto. Y usted, ¿sabe...? -Yo no... -dijo Calpena sintiendo un impulso violentísimo de manifestarse-. No sé más sino que... No crea usted que voy a llamarla piedra preciosa, diamante, perla o cosa tal... Eso es no decir nada. Lo que digo... Digo que cuando la vi a usted entrar... creí que no era usted persona de este mundo. -¿Pues de qué mundo? -Del otro, del Cielo...

ocupaba D. Carlos. Entre este y la pareja estaba<br />

la luz, con enorme pantalla verde.<br />

«¿También usted, señorita, entiende de pedrerías,<br />

y sabe distinguir los brillantes legítimos<br />

de los falsos?».<br />

-No sé nada... Para mí como si fueran cuentas<br />

de vidrio. No entiendo nada de esto. Y usted,<br />

¿sabe...?<br />

-Yo no... -dijo Calpena sintiendo un impulso<br />

violentísimo de manifestarse-. No sé más sino<br />

que... No crea usted que voy a llamarla piedra<br />

preciosa, diamante, perla o cosa tal... Eso es no<br />

decir nada. Lo que digo... Digo que cuando la<br />

vi a usted entrar... creí que no era usted persona<br />

de este mundo.<br />

-¿Pues de qué mundo?<br />

-Del otro, del Cielo...

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