Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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02.07.2013 Views

qué tabla y qué culata... Este otro amarillea un poco. No daría yo por el quilate de este ni tampoco cincuenta duros... Las turquesas me gustan, y si usted quiere me quedo con ellas. Tengo yo dos hermanas de estas, tan hermanas, que no dudo en asegurar que proceden de Venecia, como las mías, y que pertenecieron a una dama italiana, no me acuerdo el nombre, de la cual se dijo si tuvo o no tuvo que ver con Massena... Estas rosas valen poco... Todo es género corriente recogido en el Bearnés y Languedoc... Pasando de la mano del viejo a la de doña Jacoba, esta lo examinó fríamente, diciendo: «El brillante bueno no tendrá menos de cinco quilates y tres cuartos». -Lo tomará la de Gravelinas, que ya reúne seis iguales, con el último que yo le vendí. -No quiero nada con la Duquesa, que aún me debe la mitad del collar de perlas. Lo reser-

vo para un parroquiano que sabe apreciar el artículo, y es caprichoso, espléndido... -Ya sé quién es. Mucho ojo, amiga Jacoba. No cuente usted con las esplendideces de los que tienen su fortuna en América, en negros y caña de azúcar. A lo mejor, saldrán estos señores exaltados con la supresión de la esclavitud, y la plumada de un ministrillo dejará en cueros a más de cuatro que apalean las onzas... Y usted, Sr. Calpena, ¿se aburre viéndonos examinar estas baratijas? -¡Oh!... es muy bonito -dijo Fernando-;¡pero cuántos años de revolver piedras entre los dedos para llegar a adquirir esa práctica, ese conocimiento...! -La costumbre... -indicó la Zahón-. Desde muy niña ando yo en este comercio... y créalo usted, si dejara de ver piedras y de sobarlas y de jugar con ellas, me moriría de fastidio. Ya

vo para un parroquiano que sabe apreciar el<br />

artículo, y es caprichoso, espléndido...<br />

-Ya sé quién es. Mucho ojo, amiga Jacoba.<br />

No cuente usted con las esplendideces de los<br />

que tienen su fortuna en América, en negros y<br />

caña de azúcar. A lo mejor, saldrán estos señores<br />

exaltados con la supresión de la esclavitud,<br />

y la plumada de un ministrillo dejará en cueros<br />

a más de cuatro que apalean las onzas... Y usted,<br />

Sr. Calpena, ¿se aburre viéndonos examinar<br />

estas baratijas?<br />

-¡Oh!... es muy bonito -dijo Fernando-;¡pero<br />

cuántos años de revolver piedras entre los dedos<br />

para llegar a adquirir esa práctica, ese conocimiento...!<br />

-La costumbre... -indicó la Zahón-. Desde<br />

muy niña ando yo en este comercio... y créalo<br />

usted, si dejara de ver piedras y de sobarlas y<br />

de jugar con ellas, me moriría de fastidio. Ya

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