Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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veces le vi en mi tienda, calle de la Verónica, esquina a la de la Carne, donde estuvimos tres años antes de pasar a la calle Ancha! Era entonces un muchachón de lo más alborotado que puede usted imaginarse, un busca-ruidos, un métome en todo; ayudaba a los patriotas levantiscos que armaban un tumulto a cada triquitraque. Bien me acuerdo, bien. Juanito Álvarez hizo la contrata de víveres el año 23, cuando tuvimos allí prisionero al Rey. ¡El Rey! ¡Ah!... me parece que le estoy viendo, con su traje de mahón, asomado a los balcones de la Aduana, mirando al mar con un anteojo muy largo, en espera de barcos franceses o ingleses que vinieran a liberarle... Mendizábal empezaba entonces sus negocios en gran escala, y, si no recuerdo mal, algo traficó en pedrería con Londres y Amsterdam. Por si había conspirado o no había conspirado, le condenaron a muerte, y salió de Cádiz escapado para no volver más... Ya, ya se acordará él de los Zahones, y de los refresquitos de sangría que le hacíamos en casa, cuando
volvía de Rota con Jenaro Negretti. En Rota tenían ambos sus novias, las de Urtus, dos hermanas lindísimas. La una murió de calenturas, y la otra casó con un hermano de este, Cayetano Lopresti, maltés, que está en mi servicio desde el año 25... ¡Cómo se pasa el tiempo! ¡Ay, D. Carlos!, ¿qué me dice usted de este correr de los años? El 23, cuando fue a Cádiz con la Corte, usaba usted todavía coleta, y los chicos de la calle le hacían burla... ¿se acuerda?». Más atento a lo que iba sacando del cajoncillo que a las tristes remembranzas de su amiga, Maturana no contestó. Fijose también Doña Jacoba en lo que el viejo ponía con religioso respeto sobre la mesa, y alargó su mano para cogerlo y examinarlo. «Ya... -dijo-, las peinas que tanto ponderaba Aline... El carey es finísimo; los diamantes valen poco... Andanada de veinticinco. Viene bien para completarle a la de Castrojeriz las arraca-
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veces le vi en mi tienda, calle de la Verónica,<br />
esquina a la de la Carne, donde estuvimos tres<br />
años antes de pasar a la calle Ancha! Era entonces<br />
un muchachón de lo más alborotado que<br />
puede usted imaginarse, un busca-ruidos, un<br />
métome en todo; ayudaba a los patriotas levantiscos<br />
que armaban un tumulto a cada triquitraque.<br />
Bien me acuerdo, bien. Juanito Álvarez<br />
hizo la contrata de víveres el año 23, cuando<br />
tuvimos allí prisionero al Rey. ¡El Rey! ¡Ah!...<br />
me parece que le estoy viendo, con su traje de<br />
mahón, asomado a los balcones de la Aduana,<br />
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sus negocios en gran escala, y, si no recuerdo<br />
mal, algo traficó en pedrería con Londres y<br />
Amsterdam. Por si había conspirado o no había<br />
conspirado, le condenaron a muerte, y salió de<br />
Cádiz escapado para no volver más... Ya, ya se<br />
acordará él de los Zahones, y de los refresquitos<br />
de sangría que le hacíamos en casa, cuando