Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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con tantas libertades, y la dichosa Pragmática Sanción, que fue la manzana de la discordia... Al Rey le mataron a disgustos, puede usted creerlo... Y a mí... toda la inquina que me tomaron fue por la amistad que me tenía el Príncipe de la Paz primero, y después el señor Duque de Alagón... No sé si sabrá usted que D. Pedro Labrador me llevó consigo al Congreso de Viena; sí señor... Pero estas son historias marchitas, y usted es joven, vive en lo presente, y le aburrirá esta manía que tenemos los viejos de revolver la hoja seca del pasado... En fin, vamos al asunto». -Ello es que yo -dijo Calpena un tanto impaciente por despachar pronto- no he podido entregar... -Ha hecho usted perfectamente. Encargos de cierta naturaleza no deben entregarse sino en la propia mano de la persona a quien van dirigidos. La mayor parte del contenido de la cajita que confió a usted Aline es para mí; el resto,
para Jacoba. Esta se halla enferma con un dolor tan fuerte en la cadera, que no puede moverse. -Iré yo a su casa, si a usted le parece bien. -Tan bien me parece, que traigo esta comisión, con la cual mato dos pájaros de un tiro. Cumplo con Felipe, ofreciendo a usted mis servicios, y cumplo con Jacoba, llevándole el encargo, y el portador y todo, para que llegue más seguro. Deseando abreviar, Calpena sacó la cajita, y propuso al Sr. de Maturana marchar sin pérdida de tiempo. No deseaba otra cosa el antiguo diamantista, y se echaron a la calle, no sin que en el portal recomendase D. Carlos a su acompañante que tuviera mucho cuidado con lo que llevaba, pues Madrid estaba infestado de rateros, y al menor descuido le dejarían con las manos limpias. Procuró Calpena tranquilizarle, y asegurando bien el bulto bajo el brazo derecho, avivó el paso. Poco hablaron por el cami-
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con tantas libertades, y la dichosa Pragmática<br />
Sanción, que fue la manzana de la discordia...<br />
Al Rey le mataron a disgustos, puede usted<br />
creerlo... Y a mí... toda la inquina que me tomaron<br />
fue por la amistad que me tenía el Príncipe<br />
de la Paz primero, y después el señor Duque de<br />
Alagón... No sé si sabrá usted que D. Pedro<br />
Labrador me llevó consigo al Congreso de Viena;<br />
sí señor... Pero estas son historias marchitas,<br />
y usted es joven, vive en lo presente, y le aburrirá<br />
esta manía que tenemos los viejos de revolver<br />
la hoja seca del pasado... En fin, vamos<br />
al asunto».<br />
-Ello es que yo -dijo Calpena un tanto impaciente<br />
por despachar pronto- no he podido entregar...<br />
-Ha hecho usted perfectamente. Encargos de<br />
cierta naturaleza no deben entregarse sino en la<br />
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La mayor parte del contenido de la cajita<br />
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