Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun
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-Este es Borrego... Andrés Borrego, el que escribe El Español. Dejemos a estos compadres que manipulen a su gusto las nuevas Cortes, y aguardemos aquí, charlando, a que D. Juan nos llame. Como le decía a usted... ya le están minando el terreno a mi paisano; y aunque vale mucho, no le salvarán su talento y buena intención, y si le salvaran, creería yo en lo que no creo: en mi propio nombre. -¿Cómo se llama usted? -Me llamo Milagro -dijo el vejete sonriendo-, José del Milagro. Ya ve usted si es alegórico mi apellido, pues verdaderamente no hay mayor prodigio que vivir un hombre entre tantas desventuras, cesante cuando no perseguido, y andando para atrás en mi carrera como los cangrejos, pues yo empecé a servir con el Sr. Urquijo y el Sr. Cabarrús... Vengo de Carlos IV, pasando por Pepe Botellas... y en los tres llamados años, llegué a tener catorce mil, gracias al Sr. Garelly. A la muerte del Rey, conseguí por el
señor Seoane esta placita... Y usted dirá que el mayor milagro mío es mantener, con tan poco sueldo, mujer, suegra y cinco criaturas... Hay Providencia. Yo me defiendo con las traducciones; traduciendo a destajo, visto y calzo a la familia. Y ha de saber usted que entre tantos males, Dios me ha dado una hija que es un ángel. Diez y seis años cumplirá el 14 de Noviembre. Rafaela se llama: me la sacó de pila mi amigo Rafael del Riego, hallándose de guarnición en la Isla. Pues la he enseñado el francés, y me ayuda. Como me estoy quedando ciego del mucho trabajar, ella sola, solita, se ha traducido más de la mitad del Buffon... A más de esto, tengo el recurso de llevar la correspondencia en algunas casas de comercio, y principalmente en la de doña Jacoba... Este nombre hirió con súbito rayo la mente de Calpena, y pidiendo más explicaciones, oyó de boca de Milagro las siguientes: «Doña Jacoba Zahón, que compra y vende piedras precio-
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escribe El Español. Dejemos a estos compadres<br />
que manipulen a su gusto las nuevas Cortes, y<br />
aguardemos aquí, charlando, a que D. Juan nos<br />
llame. Como le decía a usted... ya le están minando<br />
el terreno a mi paisano; y aunque vale<br />
mucho, no le salvarán su talento y buena intención,<br />
y si le salvaran, creería yo en lo que no<br />
creo: en mi propio nombre.<br />
-¿Cómo se llama usted?<br />
-Me llamo Milagro -dijo el vejete sonriendo-,<br />
José del Milagro. Ya ve usted si es alegórico mi<br />
apellido, pues verdaderamente no hay mayor<br />
prodigio que vivir un hombre entre tantas desventuras,<br />
cesante cuando no perseguido, y andando<br />
para atrás en mi carrera como los cangrejos,<br />
pues yo empecé a servir con el Sr. Urquijo<br />
y el Sr. Cabarrús... Vengo de Carlos IV,<br />
pasando por Pepe Botellas... y en los tres llamados<br />
años, llegué a tener catorce mil, gracias al Sr.<br />
Garelly. A la muerte del Rey, conseguí por el