Episodios Nacionales - Mendizábal.pdf - Ataun

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nos saca de quicio, de esta llamarada que nos abrasa el rostro, de esta comezón que nos hace bailar la tarántula? -¿Quién tiene la culpa?... -¡Qué! ¿No lo acierta? Pues tienen la culpa Víctor Hugo y Dumas, esos dos infames progenitores del romanticismo... ¡El romanticismo! Ese es el remolino, ese es el vértigo, esa es la locura... -D. Pedro -dijo Calpena, sin encontrar pertinente lo que afirmaba su amigo-, ¿qué tiene que ver...? ¡Dumas, Víctor Hugo!... son dos grandes poetas... -Que han desatado las tempestades en nuestra literatura, y tras el desquiciamiento de la literatura, ha venido el de la política, y luego el de la vida toda... Yo, a esos dos, les mandaría cortar la cabeza, sin cargo alguno de conciencia, como a malhechores del género humano, y me
quedaría tan fresco... ¿No ve usted que ya no hay orden ni reglas en el curso de los hechos que constituyen la vida? ¿No ve usted que ya todo es exaltación, misterio, fantasmas, lo desconocido, lo imponderable?... Pues espérese usted un poco, que ya empezarán los espectros, las tumbas, los cipreses funerarios... En fin, vámonos a comer, que yo, la verdad sobre todo, tengo ya ganas. Y esta tarde nos iremos a dar un largo paseo por las afueras, para que usted me cumpla su promesa de contarme algo de su vida, y del cómo y el por qué de haber venido a este maldito Madrid. -Volvámonos a casa -dijo Calpena sobresaltado, pues temía un golpetazo repentino de la suerte, como contrapeso de tantas venturas-, y veremos cuál es la sorpresa de esta tarde. -¡Qué!... ¿Teme que venga de sopetón la mala?... Deseche usted ese recelo, porque si viniera la mala, caería sobre mí. Quiero decir que aquí está Pedro Hillo para recogerla, pues yo seré su
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Obra reproducida sin responsabilida
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-I- Al anochecer de aquel día, el
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visión de la Corte y de sus placer
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modas atrasado. Rasgo final: usaba
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-Mi gracia, como quien dice, mi nom
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habría de que el acaso o la realid
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do, o me equivoqué de camino y en
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Calló D. Fernando, sin dejar de mi
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dose al dueño de la casa para verl
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Quedé cesante el 23. Diez años de
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entre otras cosas que habrían reve
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-¡Ah!, sí... no me acordaba... -r
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-El mismo. Y añadiré que a mí me
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dad, sin aspavientos. No tenía má
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dera; pero de nada le valían, sin
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Contestaba el otro a estas pullas i
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-III- -Yo, amigo Hillo, no entiendo
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-No lo sé... Creo que no... creo q
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D. Fernando, profundamente abstraí
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Ejemplos, aunque no muchos, tiene u
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ma de raciocinio que los retóricos
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-Porque usted lo dice lo creo... Pe
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-Tenga usted presente que hay logia
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-¡Le conoce usted... le trata! Al
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el principal me distinguía y me tr
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yo estaba encantado. Díjome que, s
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-Y hablaron en inglés, y no entend
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te en la restauración de Doña Mar
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tras el grande hombre refería sus
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alma y una actividad febril... El h
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San Vicente; D. Pedro sale de Oport
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Page 99 and 100: la hidalguía. En poder de usted se
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Page 113: -¡Clásicos! Eso quisiéramos. El
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Page 131 and 132: Hablé con ella dos o tres veces, a
Page 133 and 134: dera irrupción de bienes. Yo estoy
Page 135 and 136: hacía ver cómo la poesía, para s
Page 137 and 138: ciarás y saborearás sus hermosos
Page 139 and 140: -Con que ya ve, Sr. D. Pedro, cómo
Page 141 and 142: Serás grande, poderoso... Alégrat
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Page 145 and 146: dito el trazo, la gramática bastan
Page 147 and 148: dizábal. Un tanto desconcertó a H
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Page 157 and 158: edactor de La Abeja, ni con D. Áng
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Page 161 and 162: No siempre hablaba de lo mismo, aun
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apenas paseaba, por no romper botas
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-No sabía que los tres amantes de
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-A mí... sí... pero no puedo cons
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de las vidas, y las hago también p
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-Inconveniente, ninguno... pero la
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Comprendiendo que había ido demasi
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sabe!... le diré que debe su plaza
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no, que si no hay mal que cien año
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Y una mañana, medio loco ya, o loc
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te, le miró, hizo un saludo monosi
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El joven se inclinó. Cuando D. Jua
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lar en un borrador, escribió la ca
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Aquí sólo hacen carrera los parla
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-Bueno, bueno. Tráiganme gente de
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señor Seoane esta placita... Y ust
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Olózaga para las doce, y también
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ensueño era Córdoba, el caudillo
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aplastándole la cabeza, Córdoba y
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era coser y cantar, y que tendría
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perfidia por sus ojos de fuego, el
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se lamentaba de un olvido semejante
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Guardó unos pasteles en las gaveta
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«Hijo mío -decíale D. Pedro, res
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pintaba, y las tres hacían en el c
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pasos para redimirle de la quinta d
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Con ella platicaba Calpena: notaba
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erudita, lectora de Chateaubriand y
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si... Ya sabes mi tema: hay que rem
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de Matute... Ni le desagradaría a
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-No puede ser caja de piedras preci
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sublimes talleres soterráneos, ven
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Tenemos usted y yo las horas encont
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electores, votan a Escalante. Al fi
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-Pues mire usted -indicó Calpena e
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nos. Mendizábal hace la misma pol
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tus poderes, pues quiero desgañita
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verdaderos patriotas... Morirá a m
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-Nada: que esa maldita jorobada, qu
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-Ya, ya recuerdo la historia... Su
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-Puedo asegurar a Vuecencia que la
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Ya se comprende que con la compañ
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para quitarle los resabios adquirid
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Tanto mérito tiene el que se pone
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a los españoles; muchos patriotas
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por convencimiento, como porque est
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Moscovia... -dijo D. Pedro cuando y
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-Paz, caballeros -dijo Calpena con
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-¿De veras? Pues ya puede ir por e
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como el encarguito será de valor,
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zados con antiparras de cristales a
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para Jacoba. Esta se halla enferma
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ña María Josefa, el año 90... Ea
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dado al subir la escalera. «La bue
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dar a Calpena, despidió al de la v
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mañana... Pero la carta de Aline l
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volvía de Rota con Jenaro Negretti
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tes, dos de ellos de bajo color, y
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vo para un parroquiano que sabe apr
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de oro, a los asombrados ojos de Do
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conducto del señor Príncipe de la
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y no disponiendo de dinero suficien
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mamente de Godoy... Ya se sabe: tod
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-Y lo que ha de venir... ¡ay! Est
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en gracia a la Reina... ¡Ja, ja!..
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-Seis veces han llegado a mi casa c
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-A ningún precio. Quiero reunir m
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-No he oído nada de eso -replicó
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Antes que el invitado pudiese formu
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pensa, y pensaba que no veía por p
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ién se sonrió al verla, y salió
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-¿Iban con ellas los dos chicos de
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ocupaba D. Carlos. Entre este y la
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de Aura, que no podían ser contemp
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-No me haga usted caso. Soy muy mal
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le dije, ¡me subió un calor a la
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destino. Era en verdad estupendo qu
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-XX- No se manifestaba en la mesa l
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ía el secreto de algunos platos sa
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el género vagabundo que siempre fl
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nada, pues procuraba colocar pronta
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a muy bien dispuesto, aunque con un
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selecto, formando igualdades. En el
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-No le haga usted caso, señor Calp
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-Lo prometo... -dijo Maturana-, sin
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negaba, dando a entender que favore
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vengándose de alguna trastadilla q
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guardó su sorpresa y no dijo nada.
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a la caridad sublime, a los más al
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sé yo qué... No podía respirar..
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-Según eso, ¿he de volver?... Al
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encima de los obstáculos más impo
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-Aura, no hables más o me muero...
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-¡La madre!... ¡la madre!... -mur
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ofetada en castigo de tanta necedad
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seo... Había de llegar, puesto que
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de valor. Aquella noche no llevaba
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luz de su farolillo, allá junto a
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cargado de la centinela, para avisa
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mos nosotros unos pobrecitos, dejad
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-Sí, sí -dijo Aura con tan vivo m
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-Pues si Jacoba, y lo mismo podría
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el sereno pasó varias veces, dirig
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-XXIII- Más que inquieto, lleno de
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momentos esperaba? Entregándose a
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-Di que no los conoces. Mientras te
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clérigo que la leyese. Él oiría,
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-Espérate un poquito y déjame aca
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no, lo mismo. No altero mis propós
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pobrísima estancia donde me criaro
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Apóstol bendito mi patrono, santa
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también su misterioso vigía, y qu
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en mi colocación y no quiero perde
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enemigos, alejándole de la meta de
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al recato, sólo existía en su con
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de pura fórmula, en que no se dice
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dijo... Que no quería hablarme de
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-No sé... creo que... Una noche, e
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defendido con ardor, empezaban a se
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a una tristeza profunda, y no veía
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muestra por ti. Le desdeñas, evita
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mermar o poner en peligro ese fant
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insensato ha comprado armas: dos pi
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fiambre, y ejemplos sueltos de pros
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prema autoridad le había conferido
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salir en posta, usted le incita a n
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desgraciada ocasión cuatro palabre
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gigantesca estatura descollaba D. J
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camello! Lo que me hace más gracia
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cambio por los de Cicerón. Pero to
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convencimiento. Se ve que no cree e
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el hombre de más abnegación que e
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-Se ve venir el imperio de las chaq
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conmigo. Me llevó a su casa y me e
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-Con Eugenio ha ido al Príncipe, a
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vaba un excelso reposo, no expresó
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ejercitar, en fin, toda la energía
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Pues, señor: bastantes días habí
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Pensaré de hoy a mañana lo que de
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-Hombre, reñirte no -repuso Hillo
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la protección en esa forma despót
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merán en un mismo plato constituci
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También es tema querer echarle de
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Lo que a Hillo mayormente le incomo
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un bebedizo para que se quede tiesa
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ectitud con que procede mi buen cap
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villo, diciendo algo que revele al
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jer avariciosa, y además muy ladin
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Un poquitín alborotada quedó la c
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se manifiesta la mujer más de lo q
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-XXIX- Según atestiguan personas c
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del propio modo. ¡Fuera niños rom
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-Mi familia es él... yo no tengo m
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como una espada cuando la clavaba e
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Púsole delante Lopresti el tintero
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que tú lo sientas... Clavadas como
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ardiente mirada, y luego se fue hac
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de matarla y fui por el cuchillo, e
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Con esto se iba tranquilizando la p
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Y pasando de la compasión de sí m
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-Chitón... aquí no se habla... Ha
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-Ponga... Señor, o Excelentísimo
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premas dotes de la inteligencia: er
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para sacar adelante las leyes, y el
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diversos asuntos apremiantes, queri
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Gobierno aún porque no han encontr
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porque no quiere la cooperación fr
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el inspirador de Vuestra Majestad.
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Ponerlo todo en limpio y que lo vea
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nes del porvenir, nadando en un oc
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-Ya... Pues le dice usted que no me
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ioso no podrá adquirir propiedad..
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cución al Ejército, bien claro lo
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co la letra... ¡Pobre Duquesa de B
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ñado varias veces por los cuentos
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eferencia de un ayuda de cámara de
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carta, cuya letra menudita y elegan
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contra mí artículos que se atribu
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ti...». Este párrafo inicial de l
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No obstante su fiereza y despecho,
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espionaje, y haciéndose mostrar el
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volvió D. Pedro, regateando el aba
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me ha registrado al salir, todo, se
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Hacienda), y hablaron cuanto les di
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digerirlo. Tampoco el infierno dige
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miedo: confío en mi caballero, a q
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gos y brutales. Para D. Fernando no
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«Pues yo le aseguro a usted, Sr. D
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Entró en casa de Hillo, con quien
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Ahogado por la emoción, Hillo no p
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La cosa es grave... no te precipite
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emplear el recurso final, lo que lo
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noche en el sombrero de Milagro. ¡
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la puerta de su habitación dos hom
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menos que la venerada, inofensiva p
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FIN DE MENDIZÁBAL
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