Libro: El asesinato del profesor de matemáticas
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diez minutos al otro lado <strong><strong>de</strong>l</strong> colegio, les servía como<br />
punto <strong>de</strong> reunión y juegos.<br />
Se metieron en él y se sentaron en sus respectivas<br />
piedras. No tenían muchas ganas <strong>de</strong> llegar a casa.<br />
—Si por lo menos pasáramos el verano juntos —fue<br />
la primera en hablar A<strong><strong>de</strong>l</strong>a.<br />
A ella se la llevaban sus padres al pueblo, en la sierra.<br />
Luc se marchaba a la playa. Nico era el único que<br />
no se movía.<br />
—Me pondrán <strong>de</strong> <strong>profesor</strong> <strong>de</strong> verano a un impresentable<br />
pedante y estúpido que babea por el culo <strong>de</strong> mi<br />
hermana y se hace el notas, fanfarroneando lo que pue<strong>de</strong><br />
para impresionarla a ella y a mis padres —se hundió<br />
Luc—. Y cada tar<strong>de</strong>, mientras los <strong>de</strong>más están jugando<br />
o en la playa o leyendo o lo que sea, yo a pringar.<br />
—A mí me dará clases mi prima, que aún es peor<br />
—le secundó Nico—. Es una pava que no veas, creída<br />
y tonta <strong><strong>de</strong>l</strong> copón —dijo tonta alargando la o con generosidad.<br />
—Conmigo no sé lo que harán —reconoció A<strong><strong>de</strong>l</strong>a—.<br />
No estamos sobrados <strong>de</strong> dinero, y me parece mal<br />
que mis padres tengan que gastárselo por algo así,<br />
porque parezco tonta. Empiezan con lo mismo que el<br />
profe —cambió <strong>de</strong> tono y se puso a gemir diciendo—:<br />
¡Oh, la nena, con lo lista que parece, porque tonta no<br />
es!, ¿verdad? —se recuperó y agregó—: Los mataría.<br />
Me ponen enferma.<br />
Dejaron <strong>de</strong> hablar. No querían quejarse más. Pero<br />
tampoco tenían ganas <strong>de</strong> jugar a nada. <strong>El</strong> mundo era