Libro: El asesinato del profesor de matemáticas
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—Esto ha <strong>de</strong> equivaler a un nombre, está claro —musitó<br />
expectante.<br />
—Si cada número fuese una letra, ¿qué clave utilizaríamos?<br />
—siguió el hilo <strong>de</strong> sus pensamientos Nico.<br />
Incluso Luc se abalanzó <strong>de</strong> nuevo sobre el papel.<br />
—Espías...<br />
—No usar ch ni ll...<br />
—Un nombre...<br />
En esta ocasión no fueron uno ni dos, sino los tres<br />
al unísono. Un grito.<br />
—¡<strong>El</strong> alfabeto!<br />
La mano <strong>de</strong> A<strong><strong>de</strong>l</strong>a empezó a escribir precipitadamente<br />
las letras <strong><strong>de</strong>l</strong> alfabeto, pasando <strong>de</strong> la duda <strong>de</strong> si<br />
la ch o la ll eran compuestas o no. Después les puso<br />
un número a cada una <strong>de</strong>bajo. <strong>El</strong> número <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong> la A a la Z:<br />
—Sí, sí... ¡sí! —empezó a verlo claro Luc.<br />
—¡Ay, Dios! ¡Ay, Dios! —tembló Nico.<br />
—Tiene que ser eso, por fuerza. ¡Ha <strong>de</strong> serlo! —gritó<br />
A<strong><strong>de</strong>l</strong>a.<br />
Comenzó a sustituir los números por letras.<br />
—<strong>El</strong> 4 sería una D, el 9 sería una I, el 19 correspon<strong>de</strong><br />
a la R, el 5 es una E, el 3...<br />
<strong>El</strong>la iba escribiendo las letras a toda prisa, pero Luc<br />
y Nico iban leyendo ya la palabra, y con las tres pri-