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Capítulo I
desarrollar los procesos intelectuales en función del establecimiento de nexos y
relaciones entre los fenómenos y objetos de la realidad, razones que lo convierten en
el que nos enseñó primero en pensar. Otra de sus lecciones permanentes es la de
haber interpretado la cultura como expresión de vasos comunicantes entre diferentes
ramas del saber y haber sido capaz de plantearse la búsqueda de soluciones a los
problemas de su país y su tiempo.
Para Luz y Caballero, continuador de su maestro Varela, la formación moral es la
piedra angular de la educación; así, el esfuerzo educativo es fundamental, lo que se
seleccione como materia, lo que sea objeto de trabajo didáctico, tiene un fin esencial:
formar hombres.
Para José Martí, su pedagogía era la cultura de la inteligencia y la de hacer germinar,
partiendo de la vocación social del hombre, los más nobles sentimientos, sobre el
fundamento de la práctica y el trabajo. Pertenece a la línea de pensamiento, de
honda raíz popular en América, que le da una importancia singular a la educación y
la cultura, en la transformación revolucionaria y moral de la sociedad.
La educación tiene como objetivo formar “hombres vivos, hombres directos, hombres
independientes, hombres amantes…eso han de hacer las escuelas, pero de una
manera científica, integral, desarrolladora para la vida y con un elevado sentido
práctico” (3). Estos, entre otros, son los principios que rigen según Martí, la
educación concebida científicamente.
Esto evidencia la herencia de un pensamiento pedagógico que contribuyó a formar
hombres, con una pedagogía que se concibe como factor de mejoramiento humano y
del desarrollo. Ser continuadores de ello, implica ante todo, partir de la posición que
se debe asumir ante la dirección del aprendizaje y la educación.
Las Escuelas Normales se reconocen en Cuba como las instituciones que primero se
dedicaron a la formación de maestros, existen evidencias de que estos centros se
iniciaron en 1816 con la labor de Alejandro Ramírez, Intendente de la Sección de
Educación de la Sociedad Económica Amigos del País; pero que no alcanzan su
desarrollo hasta 1890, cuando se fundó la primera Escuela Normal de Maestros en
La Habana, las que se extienden a las restantes provincias del país.
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