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María Luisa Daigre. Gabriela escondida. Una lectura de doce ...

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RESEÑAS<br />

naturaleza, sus <strong>lectura</strong>s <strong>de</strong> la Biblia y su peculiar sentido <strong>de</strong> lo religioso” (24). Es<br />

claro: en una antesala que tien<strong>de</strong> a <strong>de</strong>morar el ingreso a la <strong>lectura</strong> misma, la autora<br />

nos anuncia un recorrido personalísimo por un territorio conocido y la voluntad <strong>de</strong><br />

ganar a sus lectores para esta poesía. El fin es <strong>de</strong>scubrir a alguien; el medio, la <strong>lectura</strong><br />

<strong>de</strong> un puñado <strong>de</strong> poemas.<br />

La <strong>lectura</strong> discurre individualmente, poema por poema. Los textos abordados,<br />

que <strong>Daigre</strong> tuvo a bien transcribir, y las respectivas conclusiones son los siguientes.<br />

“Pan” resulta ser hallazgo y <strong>de</strong>sprendimiento <strong>de</strong> una esencia; “La medianoche” es la<br />

oscuridad nocturna como fuente <strong>de</strong> claridad y sentido; “Riqueza” realiza la síntesis<br />

<strong>de</strong> opuestos en un espacio <strong>de</strong> simetría; “Dos ángeles” plantea la amalgama <strong>de</strong> vida y<br />

muerte para una existencia plena; “Palomas” es el <strong>de</strong>lirio <strong>de</strong> la hablante transfigurada<br />

en paloma; “Paraíso” muestra la condición humana a las puertas <strong>de</strong> la trascen<strong>de</strong>ncia;<br />

“Beber” traza un viaje <strong>de</strong> retorno, a través <strong>de</strong>l agua, hasta el útero materno; “La flor<br />

<strong>de</strong>l aire” expone la poesía como gobernadora <strong>de</strong> una hablante que se le ha sometido<br />

libre y radicalmente; “La copa” reitera la presencia <strong>de</strong>l agua como vínculo vital ligado<br />

a lo divino; “La memoria divina” resulta otro poema <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprendimiento y <strong>de</strong>spojo<br />

asociado a la eternidad; “La extranjera” expresa el dolor <strong>de</strong> una extrañeza en tierra<br />

natal, y “País <strong>de</strong> la ausencia” es un recorrido <strong>de</strong> pérdidas que termina en una recuperación<br />

<strong>de</strong> sí por parte <strong>de</strong> la hablante. La extensión <strong>de</strong> las <strong>lectura</strong>s varía con el modo:<br />

estrofa por estrofa, o por unida<strong>de</strong>s temáticas discrecionales. La autora no explicita<br />

métodos <strong>de</strong> <strong>lectura</strong>; sin embargo, su ejercicio interpretativo mezcla el biografismo<br />

<strong>de</strong>l siglo XIX, la ten<strong>de</strong>ncia impresionista que fue característica, por ejemplo, <strong>de</strong> Alone<br />

y, en menor medida, el estructuralismo <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l XX. <strong>Daigre</strong> hace aparecer y<br />

<strong>de</strong>saparecer a la persona <strong>de</strong> <strong>Gabriela</strong> Mistral, tanto como establece nexos, siempre<br />

muy breves y certeros, con otros libros <strong>de</strong> la poeta y con filosofías y religiones.<br />

Concuerdo con Andrés Morales: aquí no hay dogmatismo ni capricho. Las<br />

sucesivas antesalas son el hincapié en lo que conviene recordar siempre: la <strong>lectura</strong> es<br />

experiencia personal; aventura <strong>de</strong> exploración, viaje <strong>de</strong> extrañamiento y reconocimiento<br />

<strong>de</strong> quien lee. Des<strong>de</strong> este lugar, <strong>Daigre</strong> no hace genuflexiones ante un altar<br />

crítico, sino asume la propia subjetividad. Ahí radica su impureza teórica; ahí radica<br />

su humanidad. Ni in<strong>de</strong>terminación ni sobre<strong>de</strong>terminación: fi<strong>de</strong>lidad. Para hallar a<br />

<strong>Gabriela</strong>, <strong>María</strong> <strong>Luisa</strong> se expone a sí misma: <strong>de</strong>ja en el viaje “su sangre <strong>de</strong> mil días”;<br />

<strong>Daigre</strong> lee ella entera: con reiteraciones, ocurrencias súbitas, lagunas inexplicables, preguntas<br />

bellas, lugares comunes… Lee con riesgo. Y lo ha conseguido: una luminosidad<br />

llega al rostro ya menos sombrío <strong>de</strong> la poeta, según vemos en la portada. Pero “<strong>escondida</strong>”<br />

es un participio adjetivado: enten<strong>de</strong>mos, así, que <strong>Gabriela</strong> es y está <strong>escondida</strong>;<br />

que se muestra para volver a ocultarse. Y <strong>Daigre</strong> entien<strong>de</strong> que su <strong>lectura</strong> es parcial<br />

y que solo así pue<strong>de</strong> hacerse partícipe. Porque el libro es imperfecto; el equilibrio no<br />

siempre es tal. Felizmente. Po<strong>de</strong>mos y <strong>de</strong>bemos discutirlo y completarlo (Y nada diré<br />

<strong>de</strong> la complejidad <strong>de</strong>l propio Tala, libro <strong>de</strong> mayor madurez poética que Ternura y,<br />

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