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TRIBAL PEOPLE
Vivimos en una época que tiende a homogeneizarlo todo: el
comer, el vestir, el pensamiento, el ocio, el arte, la filosofía, la
religión…la cultura, en definitiva. Buscar el origen de esta
globalización es difícil, pero es innegable que muchas fuerzas
luchan por ese objetivo, que esconde un propósito aún más
macabro: controlar y domesticar el espíritu de individuos y
pueblos. Quizás en el papel de Guardián del Nuevo Orden, que
Norteamérica ha asumido, tras el fin de la Segunda Guerra
Mundial, se encuentre el origen de esta idea que ya pulula por
todos los rincones del Planeta.
Sin embargo, la vida es pluralidad, contraste, riqueza
cultural, diferencias. Aunque podemos afirmar –quizás en la línea
del psiquiatra Gustav Jung - de que existe un sustrato común en
todos los seres humanos, un mínimo común en todo espacio y
tiempo de la historia del Mundo o una raíz que nos iguala a todos,
lo cierto es que lo esencialmente importante es el hecho de que
hasta no hace mucho tiempo existía una infinita pluralidad
cultural.
El Humanismo, en su carácter general, no es otra cosa que
el hermanamiento internacional, el sentir como próximo al
diferente, al “otro”, en derribar fronteras y en la unidad global
Pero eso no quita que sea necesario y útil el mantener las
diferencias, porque ello nos enriquece y nos hace expandirnos y
abrir nuestras mentes a lo desconocido.
Partiendo prácticamente de un origen común africano de
toda la Humanidad (el Australopithecus) y la expansión 2
millones de años después del Homo Erectus por todos los
continentes, el ser humano ha ido creando infinidad de culturas,
en virtud de su medio de subsistencia, del clima, de su religión y
creencias, en definitiva, de su posición en el espacio, en el tiempo
y en infinidad de coordenadas diferentes, lo cual creó cientos,
quizás miles, de realidades propias y genuinas. Sería imposible
enumerar todas las culturas que han ido surgiendo desde,