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EN LA FRECUENCIA ADECUADA<br />
Hace casi 30 años, el embajador de Chile en La India,<br />
Miguel Serrano, escribía estas palabras, en una carta dirigida al<br />
psiquiatra Carl Gustav Jung: “El Camino es el de la Alquimia. La<br />
India no obtiene más resultados por ese camino. En cambio, el<br />
Occidente ha agotado la posición racional. Mejor para el hombre<br />
blanco occidental retirarse entre bastidores. El Occidente<br />
tendrá que aprender a ser ilógico”.<br />
Y en la contestación que Jung hacía a aquel, se leía lo<br />
siguiente: “Nuestra conciencia sólo imagina que ha perdido a sus<br />
dioses, en realidad ellos están todavía allí, y sólo necesitan una<br />
condición general para resurgir con una mayor fuerza.<br />
Como nosotros hemos perdido ampliamente nuestros<br />
dioses y el estado actual de nuestra religión no nos ofrece una<br />
respuesta eficaz nos encontramos en un aprieto semejante al de<br />
la Alemania prenacionalista del año 20. Es decir, epidemia mental<br />
y guerra.<br />
Hay algo como una convincente Verdad, pero nosotros<br />
hemos perdido su visión, debiéndose mayormente a nuestro<br />
intelecto, en aras del cual sacrificamos nuestra certeza moral”.<br />
El libro, del cual he extraído las cartas, está al alcance de<br />
cualquiera (“El Círculo Hermético”, Miguel Serrano, Grupo Libro<br />
88, S.A., Colección Paraísos Perdidos, Madrid, 1992) y ofrece un<br />
interesante punto de vista de dos grandes visionarios y poetas<br />
(cada uno a su manera) que nacieron en la segunda mitad del siglo<br />
XIX. Me refiero al ya citado Jung y al no menos polémico<br />
Hermann Hesse. Sus “profecías”, como las que lanzara Ortega y<br />
Gasset en la España de los años 20, son de plena actualidad y una<br />
verdadera balsa a la que aferrarse en estos tiempos de Kali-Yuga<br />
o Edad de Hierro de la Humanidad.<br />
El Tercer Mundo, como en los días de la Roma Imperial,<br />
penetra por todos los límites de nuestras fronteras, acude como<br />
los insectos hacia un farol en plena noche. Es una invasión, sin<br />
duda, aunque quizás tan sólo sea la vuelta de un boomerang, la