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MADRE TIERRA<br />
Hace poco leía en el Magazine del periódico<br />
INFORMACIÓN un excelente artículo (como todos los que hace)<br />
de Lucía Etxebarría. Hablaba de la diferencia entre los países<br />
ricos y los pobres, de la explotación que desde hace siglos, y aún<br />
hoy, realizan los primeros sobre los segundos.<br />
Es injusto y no podemos seguir callándolo. Es vergonzoso<br />
que el nivel de vida de nuestra civilización deba apoyarse en la<br />
miseria del Tercer Mundo. Debemos reaccionar contra esa<br />
explotación económica y cultural. No podemos seguir valorando a<br />
las personas por lo que tienen, más que por lo que son. Pero la<br />
riqueza no da siempre la felicidad. Se sabe desde siempre, y creo<br />
que la subida del nivel de vida o el acceso a mejores servicios,<br />
individuales o sociales, nos está conduciendo a una galopante<br />
infelicidad y a una segregación de los lazos que unían a las<br />
personas. La solidaridad nace de la necesidad, de la adversidad y<br />
de sentir como nuestros los problemas ajenos. No podemos<br />
seguir despilfarrando riqueza, cuando sabemos que muchas<br />
familias, en otros lugares, sobreviven con un puñado de €uros al<br />
día.<br />
La Historia es una cadena de éxitos y fracasos y una<br />
tentativa del ser humano por encontrar el equilibrio entre la<br />
Naturaleza (asfixiante y amenazadora en nuestros inicios) y la<br />
Razón (que hoy usamos con demasiada ligereza). Culturas tan<br />
antiguas como la china saben por experiencia que lo masculino (el<br />
Yang) y lo femenino (el Yin) deben mantenerse en una buena<br />
relación. Durante la Prehistoria, los seres humanos debían<br />
sobrevivir al entorno hostil, dedicando muchas horas a conseguir<br />
alimento, a desplazarse en busca de recursos, a luchar contra el<br />
calor, el frío o los animales y, en general, a poder seguir viviendo.<br />
Actualmente es de sobra conocido (otra cosa es que nos impacte)<br />
los desastres hacia la Naturaleza. Nos hemos acostumbrado a las<br />
catástrofes ecológicas con demasiada facilidad, como si fuese<br />
algo natural, lo cual no es cierto. No se trata de conservar el