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AMOR SEXUAL:<br />
“El sexo os hará libres” rezaba el frontón del templo de<br />
Délos, en Grecia. ¿O era el conocimiento? Bueno, en cualquier<br />
caso, casi es lo mismo.<br />
Desde que el pensamiento grecolatino y, más tarde, el<br />
judeocristianismo empezaron a campar por estas latitudes,<br />
perdimos la inocencia y se empeñaron en hacernos creer, a golpe<br />
de decreto imperial, cláusulas monárquicas o bulas papales, que el<br />
amor debía guiar nuestras vidas, que sin él la persona (otro<br />
concepto que se las trae) se brutaliza; algo que parece ser nos<br />
separa del mundo animal. Y lo peor es que desde entonces, nadie<br />
se ha puesto de acuerdo en qué demonios es eso del amor.<br />
En Oriente no existe separación entre lo físico y lo<br />
espiritual. Entonar un himno o una oración a Shiva tiene tanto<br />
valor como practicar cualquier posición del Kama Sutra. Cocinar<br />
un arroz al curry que practicar Yoga. Cualquier manifestación del<br />
ser humano debe ser realizada con devoción, prestando atención<br />
y disfrutando el presente. Por desgracia, y aunque parece que la<br />
balanza comienza a oscilar y cambian los valores, nos llevan<br />
muchos siglos de ventaja.<br />
Bien. De sobra es conocido el ensañamiento con que la<br />
Iglesia ha perseguido herejes, por el único y divertido delito de<br />
celebrar orgías, bacanales y, en definitiva, por practicar el sexo<br />
cómo, cuándo y con quién mejor le pareciese. Durante la Edad<br />
Media, muchas mujeres subieron a la hoguera acusadas de<br />
tirarse al Maligno después de ingerir una buena dosis de hongos<br />
psicodélicos. Polvo brutal donde los haya, así que sólo cabe añadir<br />
el que les quiten lo bailado.<br />
Sin entrar a exhibir el comportamiento libidinoso del clero,<br />
que, bajo manga y con nocturnidad, ha hecho también sus pinitos<br />
en el campo del fornicio (pederastia, túneles entre monasterios<br />
próximos de sexo contrario, maridajes a viva voz con parientes<br />
cercanos y un largo etcétera), sólo quería dejar claro que el sexo<br />
es una fuerza poderosa, a la que ni los santos varones de Roma