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labores domésticas. También es bueno descansar, relajarnos o
meditar, escuchando el silencio, la naturaleza, una buena música o
viendo una buena película o documental. Es conveniente no
cargarse mucho con la T.V., la radio o la prensa, donde la mayoría
de las noticias son tristes, dramáticas o negativas. En cuanto al
trabajo, cada uno debe buscar el que mejor le convenga, aunque
quizás pasen años hasta encontrar el adecuado. Aparte de
proporcionarnos dinero, debe satisfacer nuestras habilidades,
nuestras aficiones y nuestra filosofía de vida. Merece la pena
ganar menos y estar más cómodo y sereno.
Creo que el secreto de la paz, la serenidad y el amor es la
vida natural. Nada nos cura más intensamente de nuestras
dolencias que dejar de lado el estrés, las prisas, la mala
alimentación, la falta de descanso, el abuso de drogas, la rutina,
el trabajo excesivo y el alejamiento de nuestros principios y
filosofía de vida. Tenemos que procurarnos descanso y soledad,
hobbies, sanas amistades, ocupaciones agradables, pero sobre
todo, alimentar ese yo interior, conciencia interna o espíritu
personal que nos guía, a poco que le escuchemos. La sencillez en
toda nuestra vida es la clave de una buena salud integral, que nos
vuelve más humanos y nos permite captar la belleza y la poesía,
ser comprensivos ante el dolor, receptivos ante nuestro entorno
y fuertes ante la multitud de estímulos que a veces sufrimos en
la vida urbana y actual.
Mi principal defecto es sin duda el orgullo. En muchas
filosofías y religiones, acertadamente, se pretende destruir el
ego. Es conveniente abrirse al dolor ajeno, participar con más
gente en el día a día, alejarse del exceso de estímulos y llevar
una vida saludable. La meditación, la soledad, el paseo, hacernos
responsables de nuestra vida y ser realistas pueden ayudar a
destruir ese armazón interno que procura dolor y nos hace
alejarnos del resto. Es difícil destruir en poco tiempo las
relaciones difíciles y las conductas egocéntricas. Requiere
esfuerzo y disciplina, pero los resultados merecen la pena. No
quiero criticar más esta civilización. Ya lo he hecho y no quiero