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quien no tiene la culpa; no la gente de a pie, que ve cómo sus
vidas, sus ahorros, su futuro y sus sueños se van al cubo de la
basura. ¿Quién saca beneficio de todo esto y, sobre todo, por
qué no dan la cara? Todos lo saben pero nadie quiere señalar con
el dedo. Sabemos que una vez más la crisis económica ha sido la
excusa perfecta para el lucro de los de siempre, para el recorte
de derechos de la gente trabajadora, para la caza y captura de la
libertad de expresión, para remover los odios contra inmigrantes,
mendigos, homosexuales, prostitutas, enfermos mentales,
anarquistas, ecologistas, minorías y cualquier voz que se atreva a
criticar el actual Sistema. El actual estado social se ha
desintegrado y la salida de los que poseen los hilos de este
teatro ha sido el salto al vacío. Han apostado doble contra nada.
Si la jugada les sale, se despertarán con el doble de poder,
dinero e influencia. Si no, habrán convertido este mundo en una
mierda, aunque ya lo llevan convirtiendo, desde hace más de 200
años.
¿Y cuál es la solución de “nuestros dirigentes”? Pues variada
y a cuál más ingeniosa. Barren las calles de prostitutas e
indigentes ante la llegada del Papa a Barcelona; expulsan a
gitanos rumanos porque “molestan”; cargan sin contemplaciones
contra manifestantes antisistema; nos acojonan con el viejo
cuento de “viene la derecha”, como el lobo de Caperucita, cuando
ellos mismos se han convertido en la derecha; acallan las voces de
personas lúcidas y comprometidas, como el juez Garzón –obligado
a dejar su labor por la presión de grupos de extrema derecha-;
obligados a buscarse la vida en otro país, a pesar de tener
talento, como es el caso del bailarín Nacho Duato, estigmatizado
por su condición sexual; presionando a escritores y artistas
“libres” y “políticamente incorrectos”, como es el caso de
Fernando Sánchez Dragó, por un presunto delito de no se que
historias de abusos sexuales; llenándonos la programación
televisiva de basura rosa, de chupaculos adictos al régimen, de
fútbol y más fútbol, de noticias seleccionadas y
convenientemente maquilladas; de miedos que causan