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que cada uno era hábil en una u otra tarea. Y eso incluye también<br />
a las mujeres, que gozarán de un estatus igualitario, no sólo por<br />
el carácter mágico de los embarazos y el parto y de la<br />
fascinación que el hombre de la época sentiría por todo lo<br />
relacionado con lo femenino, presente en su vida cotidiana y<br />
observable en la Naturaleza, tanto en las plantas, los animales<br />
como los fenómenos naturales, sino porque esa misma mujer<br />
formaba parte del grupo y contribuía a la supervivencia del<br />
mismo. La mujer era, pues, algo mágico, complemento necesario<br />
de lo masculino, conectada con las fuerzas misteriosa y eslabón<br />
de aquellas sociedades. Las pinturas de vulvas o las estatuillas de<br />
mujeres de grandes pechos y embarazadas (las llamadas “Venus”)<br />
son abundantes durante el Paleolítico Superior y están presentes<br />
en multitud de yacimientos.<br />
Como muchos autores suponen, o bien deducen del<br />
comportamiento y la creencia de otros pueblos observados a<br />
posteriori (que incluso hoy sobreviven con su propia cultura) la<br />
sociedad prehistórica es comunitaria, es solidaria, es<br />
democrática (en el sentido de participación de todos) y busca la<br />
supervivencia del grupo y la felicidad de cada uno de sus<br />
miembros. Los “poderes” son transitorios, no hereditarios y<br />
cambian con el tiempo. Cada “oficio” y cada actividad debe<br />
garantizar su eficacia, nadie ocupa un puesto por sangre,<br />
tradición o favoritismo, porque si no responde de su valía, el<br />
individuo pone en peligro al grupo entero. Esta falta de poder<br />
podría ser considerada también una especie de anarquismo o<br />
comunismo libertario en el sentido de que no se tiene la<br />
sensación de que nadie está por encima de nadie, el poder se<br />
elige en situaciones precisas y transitorias y el reparto de<br />
productos y satisfacciones es comunal.<br />
La vida en las sociedades prehistóricas no es en modo<br />
alguno idílica, pero tampoco es, como quieren hacernos creer,<br />
primitiva, carente de satisfacciones, brutal o simplemente inculta<br />
y sin sentido. La verdadera maestra de aquellos individuos era la<br />
propia Naturaleza y, si bien es verdad que no tenían las