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exclusividad mientras el resto del clan cazaba, y sanadores,
curanderos o chamanes, una especie de médicos rudimentarios
que trataban de curar los males físicos y espirituales, en una
época en que las enfermedades eran consideradas psicosomáticas
y donde el componente mágico era muy importante.
Así vemos que estas sociedades trataban de organizarse en
base a las habilidades individuales o de grupo, con una gran
importancia de la responsabilidad en cada “oficio”, pues del buen
o mal comportamiento o de la buena o mala realización de la
tarea, dependía la supervivencia del grupo entero. Se
necesitaban ciertas cualidades para ser cazador, y otro para
recolectar, para realizar utensilios, para cuidar a los que no
estaban en condiciones de capturar animales, para realizar los
rudimentos de una primera y primitiva medicina, para
comunicarse con las fuerza de la Naturaleza, etc… Una especie
de comunismo libertario donde se respetaban la habilidad
personal y donde cada uno ayudaba según sus posibilidades y
recibía según sus necesidades.
Una vida muy en el presente, donde apenas tenía cabida la
previsión futura y donde quizás se tomaban las decisiones en
grupo y de modo espontáneo, tratando de crear la cohesión del
grupo a través de las distintas actividades, desde la caza, el
reparto de la carne, las reuniones alrededor del fuego (cuando
fue “inventado”), los bailes o danzas rituales, acompañadas quizás
de palmas e instrumentos musicales rudimentarios, junto a la
ingesta de plantas alucinógenas (como es frecuente en pueblos
cazadores-recolectores actuales u otros avistados y contactados
en épocas pasadas, como los indígenas norteamericanos, los
mayas, etc…) y, por supuesto, la participación en ritos de
iniciación y mágicos en el interior de las cuevas, alrededor de
pinturas figurativas y simbólicas.
Esta organización de tribus y clanes tiene una base en la
consanguinidad, en lo que se denomina la familia extensa, pero
hay que suponer (o comparar con los trabajos antropológicos
actuales) que en esas sociedades nadie era más que nadie, sino