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pues, regresamos a La Bastide o ciudad nueva y almorzamos en
un restaurante vietnamita, porque aún no conocíamos los precios
de la zona, pero los siguientes días comimos en la Ciudadela, con
menús de 12, 14 o 16 €uros (2 platos, pan y postre) con bebida y
café no incluidos. En Francia no se puede fumar dentro de los
sitios públicos, pero lo permiten en las terrazas. Hecha la Ley,
hecha la trampa.
Es difícil resumir en tan poco espacio todo lo que vimos y
vivimos. Nos encantó la Ciudadela, compramos recuerdos,
anduvimos bastante y nos dio tiempo a muchas actividades, todas
allí en Carcassonne: visitas a iglesias o plazas, 2 conciertos
distintos de rock francés, gratuitos, el Museo de la Memoria
Combatiente, una biblioteca, una exposición de escultura de Miró,
pubs y discotecas, entrar descalzos y disfrutar como niños por el
río Aude…Afortunadamente conozco un poco el idioma y nos fue
muy útil. Hacía tiempo que no lo hablaba pero, por lo que captaba
y me decían, me entendían casi siempre. En general la gente es
bastante amable y educada y nos han tratado bien en casi todos
los sitios. Ese es quizás el legado cátaro: una gente tolerante y
respetuosa. Los vinos de aquella región son sencillamente
extraordinarios, se come muy bien y aunque hay cosas un poco
más caras (como el tabaco, algunos souvenirs o la comida en
ciertos sitios) tampoco es exagerado y si sabes mirar mucho
antes de comprar y economizar, puedes pasar el día con pocos
gastos. Y no quiero terminar sin agradecer los estupendos
desayunos de nuestra anfitriona en el hotel: café Express
(delicioso), croissants recién hechos, zumo de naranja y pan
francés con mantequilla y confitura. Nos trató muy bien y quiero
desearla paz, felicidad y salud. Au bientôt Madame! J´attend la
voir une autre fois.
SEPTIEMBRE 2008