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ecepción nos echan el puro porque nos esperaban antes y a las 9<br />
cierran la puerta. Creo que estaba a punto de irse a dormir.<br />
Pagamos el 60 % que nos queda de la habitación, el desayuno para<br />
5 días y nos “castiga” a no salir esa noche, porque “Je suis très<br />
fatiguée et je me suis levée a six heures”. Vale. Pues nada, una<br />
ducha, cambio de ropa, cena fría de lo que llevamos en la mochila,<br />
un poco de T.V. y radio, tabaco, charlamos y a dormir.<br />
A la mañana siguiente nos organizamos un poco y decidimos<br />
gastar un máximo de <strong>50</strong> €uros al día. Recorremos un poco la<br />
ciudad nueva, con un plano, y nos damos cuenta de que es<br />
bastante antigua, como de los años 1930-40, con pocos pisos de<br />
más de 3 plantas, no muy grande ni extensa, y animada. Antonio<br />
quería subir ese mismo día a la Ciudadela y allí que fuimos.<br />
Tardamos unos 20 minutos en llegar al Puente Viejo sobre el río<br />
Aude y nos quedamos alucinados por lo que vimos. El río no era<br />
muy profundo allí, con algunos patos, las márgenes muy anchas y<br />
cubiertas de césped y árboles, y arriba, sobre un pequeño<br />
promontorio, la espectacular construcción militar de la Cité de<br />
Carcassonne, de la Edad Media, de una extensión y perímetro<br />
considerables. Parecía un sueño, un espejismo. La misma<br />
impresión que cuando vi por primera vez el palacio nazarí de la<br />
Alhambra de Granada.<br />
Una subida suave nos llevó a la puerta de entrada, que<br />
atravesamos sobre un puente levadizo, salvando un enorme foso<br />
seco. Gran animación, turistas (sobre todo franceses) pululando<br />
por allí y una zambullida en el s. XIII y XIV: calles empedradas,<br />
irregulares, altas, estrechas; un montón de gente por aquí y por<br />
allá; una Babel de lenguas (francés, catalán, inglés, italiano,<br />
castellano…) y viviendas y tiendas medievales. En fin, un baño en<br />
el pasado. Todo está lleno de bares, restaurantes y tiendas de<br />
souvenirs. Recorrimos al azar por las calles y desembocamos en<br />
una plaza mediana, sombreada por viejos y grandes árboles, llena<br />
de mesas, de los más de 7 u 8 restaurantes allí situados. Ese día<br />
habíamos desayunado a las 7 de la mañana, así que decidimos<br />
adaptarnos al horario francés y comer a las 12 ó 12 y media. Así