Prólogo. Pág:6 - Diputación Provincial de Almería
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I<br />
PAISAJE,<br />
CLIMATOLOGÍA<br />
Y GEO-<br />
MORFOLOGÍA<br />
1 El paisaje<br />
Publicación electrónica <strong>de</strong>l Instituto <strong>de</strong> Estudios Almerienses<br />
El término municipal <strong>de</strong> Oria presenta un paisaje<br />
muy heterogéneo y lleno <strong>de</strong> contrastes. Encrucijada<br />
<strong>de</strong> formaciones geológicas y vegetales, es muy<br />
abundante en él la biodiversidad. En su mitad norte o<br />
septentrional hacen acto <strong>de</strong> presencia las alineaciones<br />
serranas <strong>de</strong> la sierra <strong>de</strong> Oria, que forma parte <strong>de</strong><br />
la sierra <strong>de</strong> las Estancias. Las abruptas formaciones<br />
montañosas se ciernen majestuosas queriendo a veces<br />
alcanzar el cielo. La elevada topografía se trunca<br />
en la Boca <strong>de</strong> Oria o los Estrechos, paso natural <strong>de</strong> la<br />
sierra y nexo <strong>de</strong> unión entre dos mundos: el velezano y<br />
el <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong>l río Almanzora.<br />
Roca viva y peñas, valles internos y ramblas <strong>de</strong> una<br />
sierra que albergan un ecosistema mediterráneo don<strong>de</strong><br />
el encinar y el pinar hacen aquí acto <strong>de</strong> presencia,<br />
conjuntamente con un matorral mediterráneo muy <strong>de</strong>gradado<br />
y en claro proceso <strong>de</strong> regresión. Dicho matorral<br />
o garriga es sustituido frecuentemente en los pies<br />
<strong>de</strong> montaña por el espartal o atochar y el albaidal, que<br />
son característicos <strong>de</strong> climas más secos. La cultura<br />
<strong>de</strong>l esparto tuvo aquí un gran arraigo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tiempos<br />
prehistóricos.<br />
Una sierra <strong>de</strong>fi nida por los moriscos que la habitaron<br />
como áspera y muy fragosa, <strong>de</strong> muy difícil laboreo,<br />
pero <strong>de</strong> abundante caza. Sin embargo, ya no quedan<br />
aquellos venados y cabras montesas que antaño pastaban<br />
libremente en el campo. El uso <strong>de</strong> las primeras<br />
armas <strong>de</strong> fuego, rudimentarios arcabuces con los que<br />
cazaban los primeros repobladores cristianos, acabó<br />
con ellos. Tampoco se escucha ya el aullido <strong>de</strong>l lobo,<br />
que antaño fue el gran <strong>de</strong>predador <strong>de</strong> nuestras sierras.<br />
Pero todavía queda una rica fauna <strong>de</strong> mamíferos<br />
como conejos, liebres, jabalíes, tejones, zorros y garduñas<br />
que salen a buscar alimento y saciar su sed al<br />
anochecer. Por los cielos surcan hoy en día escasas<br />
águilas, pequeños jilgueros, abubillas y el bello y colorido<br />
abejaruco.<br />
El paisaje <strong>de</strong> la sierra tiene dos gran<strong>de</strong>s colores: el<br />
gris plateado <strong>de</strong> sus fi litas y esquistos, <strong>de</strong>nominados<br />
impropiamente pizarras por los lugareños y el<br />
blanco, crema y sobre todo grisáceo <strong>de</strong> sus calizas.<br />
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