Los amantes de Teruel.pdf - Ataun

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Mi acero no corta en quien se arrodilla. MARTÍN: Vuestro honor la sangre pide de Marsilla: tomadla. PEDRO: En el campo me la venderéis. Vos el desafío provocado habéis. MARTÍN: Media un beneficio: caballero soy. PEDRO: ¡Vos de mí obligado! Sorprendido estoy. MARTÍN: Escuchadme, y luego vos decidiréis. Tres meses hará que en lecho de duelo me postró la mano que todo lo guía: del riesgo asustada la familia mía, quiso en vuestra esposa buscar su consuelo. La ciencia, o la gracia que tiene del cielo, cada día admira toda la ciudad, desde que, ministra de la caridad, a la muerte roba mil vidas su celo. Contra vos airado, neguéme a atender aviso que daba piadosa inquietud. «No quiero, decía, cobrar la salud, si a mano enemiga la voy a deber.»
Mi tesón crecía con mi padecer; la muerte se puso a mi cabecera... Por fin, una noche... ¡Qué noche tan fiera! Blasfemo el dolor hacíame ser; pedía un cuchillo con furia tenaz; reía el infierno de ver mi despecho... En esto a mis puertas, y luego a mi lecho, llegó un peregrino, cubierta la faz. Ángel parecía de salud y paz. Me habla, me consuela; benigno licor a mi labio pone; me alivia el dolor, y parte, y no quiere quitarse el disfraz. La noche que tuve su postrer visita, ya restablecido, sus pasos seguí. Cruzó varias calles, acercóse aquí, y entró en esa ruina de gótica ermita que a vuestros jardines términos limita. Quitóse ya el velo que inútil creyó: yo miré; la luna su rostro alumbró... Era vuestra esposa. PEDRO: ¡Era Margarita!
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Page 19 and 20: de oro cargado...! MARSILLA: ¡Ah,
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Page 23 and 24: la esperanza de medrar. Con licenci
Page 25 and 26: en la mano tu destino. Ya que de tu
Page 27 and 28: la lisonja apellidaba? ¿Qué puede
Page 29 and 30: la matara con mi acero... ¡Oh! no,
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Page 33 and 34: ecorro, oigo hablar, atiendo... Jun
Page 35 and 36: yo sé olvidar un agravio. ZULIMA:
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Page 75 and 76: hábito tan extraño como peligroso
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que ninguna excusa os queda... ISAB
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podrán maltratar mi cuerpo, cubrir
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gruesa y hórrida corteza... los ci
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su traición? Decidme, madre, que m
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Escena VI MARGARITA: . MARGARITA:
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ACTO IV Primera parte Decoración c
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MARI-GÓMEZ: (Aparte.) Dios le haya
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voy a dar la mano a don Rodrigo. ¡
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me cuesta demasiado el impedirlos.
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Escena III DON RODRIGO. ISABEL. ROD
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una lengua venenosa que decir: No l
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para defectos hallaros fueron mis i
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ya cañas, ya la batida, ya música
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Una falta: me olvidé... Tendréisl
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el desconocido que obtuvo la revoca
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ISABEL: La habéis ganado. Tomadla.
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sombra necesita lágrimas, ¿no le
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MARTÍN: Basta; no más. MARGARITA:
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(Marsilla escucha convulsivo el toq
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tropa a recorrer estas cercanías.
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Escena III ZULIMA: . DICHOS. MARSIL
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mas no a la casa que la diera abrig
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en el silencio del abatimiento, apo
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Pero aún te quedan padres, hermano
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y cuando más que derramar no tenga
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(Vanse DON MARTÍN y los criados.)
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¿Cómo me atrevo a llamarme madre?
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¡Cuánto me alegraría de verle! P
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Escena II ISABEL: . ISABEL: Sí, ma
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y el ángel de muerte que rompa le
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MARSILLA: ¡Dulce bien! ISABEL: Det
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ISABEL: ¡Yo pérfida! ¡Gran Dios!
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te debiera mi suerte desgraciada.
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me amenazó: ni halago, ni amenazas
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MARSILLA: Sí. ISABEL: Pues bien: y
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MARSILLA: , o grito a don Rodrigo..
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ya a tu padre dispuse que avisaran,
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ISABEL: (A su padre.) Sí, no me cu
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