la historiografía en roma: césar, salustio, tito livio y tácito - Limonar

LA HISTORIOGRAFÍA EN ROMA:
CÉSAR, SALUSTIO, TITO LIVIO Y TÁCITO
1. INTRODUCCIÓN (ESQUEMA)..................................................................... 1
2. CÉSAR .............................................................................................................. 1
2.1. BIOGRAFÍA........................................................................................................ 1
2.2. OBRA................................................................................................................. 2
2.3. VERACIDAD HISTÓRICA.................................................................................... 3
2.4. ESTILO .............................................................................................................. 4
2.5. INFLUENCIA POSTERIOR .................................................................................. 4
3. SALUSTIO........................................................................................................ 4
3.1. VIDA (86-35 A.C.)............................................................................................. 4
3.2. OBRA ................................................................................................................ 4
3.3. CARACTERÍSTICAS HISTORIOGRÁFICAS DE SALUSTIO................................... 5
3.4. INFLUENCIA POSTERIOR .................................................................................. 6
4. TITO LIVIO ..................................................................................................... 6
4.1. VIDA (59 A.C.- 17 D.C.).................................................................................... 6
4.2. OBRA: AB URBE CONDITA: OBJETIVOS Y CONTENIDO .................................... 7
4.3. CARACTERÍSTICAS DE LIVIO............................................................................ 7
4.4. PERVIVENCIA DE TITO LIVIO.......................................................................... 8
5. TÁCITO ............................................................................................................ 9
5.1. VIDA (55-120 D.C.)........................................................................................... 9
5.2. OBRA ................................................................................................................ 9
5.3. TÁCITO COMO HISTORIADOR ........................................................................ 10
5.4. INFLUENCIA DE TÁCITO................................................................................. 10
LECTURAS ........................................................................................................ 11

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 1
1. INTRODUCCIÓN 1 (esquema)
La historiografía romana nace, al igual que los primeros géneros literarios romanos
(como la épica y el teatro), en el siglo III a.C.; es la época en la que Roma culmina la
anexión de Italia tras la conquista de la Magna Grecia, y comienza su expansión por el
Mediterráneo en sus enfrentamientos con Cartago. Estos primeros historiadores, que escriben
sus obras en griego, recibirán genéricamente el nombre de Analistas, ya que su
método se caracteriza por agrupar los acontecimientos históricos año por año. Frente a
esta corriente filohelena reaccionó Catón el Censor (el Viejo), que escribió en esta misma
época la primera obra analística en latín: Orígenes.
Las obras de los analistas (desaparecidas hoy en día casi en su totalidad) fueron ensombrecidas
por los grandes autores que surgirán durante el final de la República (s. I a.C.):
César, Salustio, el biógrafo Cornelio Nepote, y principios del Imperio (s. I-II d.C.): Tito
Livio, Tácito y Suetonio (con sus biografías de los césares) 2 .
2.1. BIOGRAFÍA
2. CÉSAR
Gayo Julio César nace en Roma en torno al año 100 a.C. Pertenece a la ilustre familia patricia de los Julios
3 . Se dedicó a la carrera política y se adscribió al “partido” demócrata-popular de Mario 4 . Realizó el
1
Existe una diferencia esencial entre el concepto de historia en la Antigüedad y en nuestros días. El historiador
antiguo no es un investigador científico; es ante todo un escritor cuyo objetivo es contar los hechos
del pasado (considerado como patrimonio de la ciudad), en el que se encuentran los modelos de conducta
a imitar o evitar; en palabras de Cicerón, historia est magistra vitae. Se podría afirmar que el historiador
antiguo, partiendo de la verosimilitud de los hechos que narra, concibe la historia como un arte: el arte de
narrar los acontecimientos, los héroes, las gestas, los dramas, los discursos que jalonan el pasado de la
ciudad con una intención moralizadora. El historiador moderno, por el contrario, desempeña una disciplina
científica en la que el análisis y la interpretación están por encima de la simple narración de los episodios
en los que aquél se basa.
2
César, Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón, Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano, Tito y Domiciano,
que abarcan desde el 45 a.C. al 96 d.C.
3
Supuestamente descendiente de Julo, hijo de Eneas y nieto de la diosa Venus La leyenda es recogida por
Virgilio en la Eneida. Recordar que esta obra fue inspirada por el emperador Octavio Augusto, sobrinonieto
de César y perteneciente, por tanto, a la misma familia.
4
Desde el último cuarto del siglo II a.C. Roma se ve sumida en la llamada “crisis de la República”. Esta
crisis es consecuencia, paradójicamente, de la expansión territorial de la ciudad. La extensión de sus dominios
produjo el enriquecimiento de la clase aristocrática y senatorial y el progresivo empobrecimiento
del pequeño campesinado y la plebe urbana. Como resultado de esta evolución la nobleza romana, que detenta
el poder por tener el acceso al senado y a las magistraturas, queda dividida en dos bandos: por un lado
los optimates, que defienden los intereses senatoriales y aristocráticos; por otro los populares, que pretenden
alcanzar o mantenerse en el poder propugnando medidas en defensa de la plebe (reparto de tierras,
distribución de trigo, préstamos, fortalecimiento político de los tribunos de la plebe, etc.). Toda la vida
política de Roma desde el 134 a.C. hasta la llegada de Octavio Augusto y la instauración del Imperio (31
a.C.) va a estar marcada por los enfrentamientos de ambos bandos: las luchas entre Mario y Sila, con la
consiguiente dictadura de este último (83-79 a.C.), la conjuración de Catilina (63 a.C.), el acuerdo secreto
entre César, Pompeyo y Craso en el 60 a.C. (llamado impropiamente Primer Triunvirato), la Guerra Civil
entre los dos primeros (49-45 a.C.) y finalmente el asesinato de César (44 a.C.)

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 2
cursus honorum 5 , alcanzando el consulado en el año 59 a.C. El año anterior había firmado un acuerdo
privado con Craso y Pompeyo para hacerse dueños de la política de Roma; es lo que se conoce como primer
triunvirato 6 . Tras desempeñar el consulado fue enviado como procónsul a la Galia 7 . Entre el 58-51
a.C. llevó a cabo la conquista de la Galia libre evidenciando una clara voluntad imperialista.
La muerte de Craso y el recelo de los dos grandes personajes políticos conduce a la Guerra Civil. Pompeyo
y los republicanos huyen a Grecia, donde son derrotados en Farsalia (48 a.C.). César es nombrado dictador
perpetuo y señor absoluto del mundo romano. Fue asesinado por los senadores republicanos en el
año 44 a.C.
2.2. OBRA
César combinó su actividad político-militar con su ocupación literaria. Su gloria
literaria ha quedado consagrada exclusivamente por dos obras: La guerra de las
Galias (en 7 libros) y La guerra civil (en 3 libros).
- La Guerra de las Galias (De bello Gallico): contiene los distintos acontecimientos
que tuvieron lugar entre 58 y 52 a.C., años en los que César llevó a cabo el
sometimiento de la Galia libre. Cada libro corresponde a un año de campaña.
Comienza la obra con un prólogo que incluye una descripción geográfica de la
Galia; continúa con la campaña contra los helvecios, belgas y germanos (libro I).
La obra concluye con la definitiva victoria sobre Vercingetórix y las tropas galas
en Alesia.
- La Guerra Civil (De bello civili): narra los distintos episodios de la guerra civil
entre César y Pompeyo 8 : justificación de la guerra, paso del Rubicón 9 , los enfren-
5 Se trataba de la carrera política en Roma; comprendía distintos cargos, que por orden de menor a mayor
importancia eran los de cuestor, edil, pretor y cónsul (máximo magistrado de la República romana). Estos
cargos tenían una duración anual y eran colegiados, es decir, siempre se ejercían con un colega del mismo
rango que tenía derecho al veto de las decisiones del compañero. Las magistraturas de censor y dictador
tenían una gran importancia y quedaban fuera del cursus honorum. Cuando los cónsules cumplían su mandato
anual eran enviados como gobernadores a alguna provincia con el título de procónsules.
6 Según esta alianza César se presentaría a las elecciones al consulado aprovechando su carisma ante el
pueblo, Craso ofrecería su riqueza para sufragar la campaña electoral y llevar a cabo los sobornos necesarios,
en tanto que Pompeyo utilizaría a sus antiguos soldados para coaccionar a los votantes en las asambleas.
7 En esta época sólo dos partes de la Galia eran provincias romanas: la Galia Cisalpina (al Norte de Italia,
antes de los Alpes) y la Galia Transalpina o Narbonense (el sur de Francia, más allá de los Alpes); la mayor
parte de la Galia (Galia Comata o Galia melenuda) era libre.
8 El enfrentamiento político-militar entre César y Pompeyo tuvo su origen en la reclamación que César
realizó al senado para prorrogar su gobierno en la Galia un año más. Su proconsulado expiraba en el 50
a.C. y César aspiraba a permanecer fuera de Roma hasta el 49, año en el que podría presentarse nuevamente
al consulado en Roma (César había sido cónsul en el 59 a.C. y la legislación romana no permitía
una reelección para dicho cargo hasta diez años después). La conclusión de su proconsulado implicaba la
devolución de sus tropas y la permanencia en Roma como un simple ciudadano, al menos durante un año;
este hecho permitiría a muchos de sus enemigos llevarlo a juicio por sus actuaciones anteriores, posibilidad
que no podía contemplarse mientras desempeñara un cargo público. Tras la negativa del senado César
consiguió de los tribunos de la plebe el veto de esta decisión; de la misma manera exigió que Pompeyo
entregara igualmente sus tropas, pues su gobierno en Hispania vencía también el año 50. César utilizó estas
dos violaciones (la vulneración del veto tribunicio y el incumplimiento de Pompeyo) como pretexto
legal para marchar contra la ciudad.
9 Río que marcaba la frontera entre la Galia e Italia, y donde se cuenta que César pronunció su célebre
alea iacta est (“la suerte está echada”).

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 3
tamientos con los pompeyanos en Hispania, la definitiva victoria en Farsalia y la
muerte de Pompeyo en Egipto a manos de Ptolomeo 10 . César trata de justificar la
usurpación del poder y la muerte de Pompeyo acusando a la nobleza y al senado
de provocar la guerra.
Tras su muerte su obra fue completada por otros autores:
- Hircio, lugarteniente de César, añadió un octavo libro a La Guerra de las Galias.
El corpus cesariano se completa con otras tres obras realizadas por amigos o
colaboradores de César, cuya identidad desconocemos: La guerra alejandrina, La
guerra africana, La guerra hispaniense; en ellas se cuentan los últimos acontecimientos
de la Guerra Civil tras la batalla de Farsalia 11 .
2.3. VERACIDAD HISTÓRICA
Ya desde la Antigüedad hubo detractores que acusaron a César de manipular los
hechos para engrandecer su figura. Es evidente que César colorea los acontecimientos
en su propio provecho mediante sutiles procedimientos:
- La omisión de detalles: en la Guerra Civil, por ejemplo, silencia los
nombres de ilustres partidarios de Pompeyo, como Cicerón o Bruto.
En la Guerra de las Galias no menciona el enriquecimiento rápido y
los saqueos y botines de guerra, una de las principales acusaciones de
sus adversarios.
- Descripción de sus enemigos con todo tipo de defectos y ambiciones.
- El uso de la tercera persona para referirse a sí mismo, que da impresión
de objetividad.
- La mención expresa de su persona en los pasajes victoriosos, en tanto
que en las derrotas se refiere a los nuestros, al ejército o a alguno de
sus subordinados.
10 Tras su derrota en Farsalia Pompeyo huye a Egipto, donde el joven rey Ptolomeo XIII (hermano de
Cleopatra), lo asesina para ganarse el favor de César. Este nunca deseó la muerte de quien había sido admirado
general, amigo, aliado político y yerno (Pompeyo se había casado con Julia, hija de César). Cuenta
Suetonio en su biografía de César que éste lamentó profundamente la muerte de Pompeyo cuando se le
entregó en Alejandría la cabeza y el anillo de su rival.
11 Tras Farsalia y la muerte de Pompeyo en Egipto los partidarios de éste son derrotados sucesivamente
por las tropas cesarianas en Alejandría (Egipto), Tapso (Mauritania) y Munda (Hispania). Estos son los
acontecimientos narrados en estos libros.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 4
2.4. ESTILO
Las tres cualidades principales del estilo de César son la claridad, la simplicidad y
la precisión. En efecto, el autor gusta de una sintaxis sencilla, destacando el uso
de ablativos absolutos.
Uno de los rasgos más característicos de su técnica es la intercalación en la narración
de discursos puestos en boca de personajes relevantes. Estos discursos aparecen
normalmente en estilo indirecto 12 y sobresalen por su sencillez y sobriedad.
2.5. INFLUENCIA POSTERIOR
Ha sido admirado por personajes como Shakespeare, Händel, Napoleón o Nietzsche.
Hoy en día es uno de los clásicos indiscutibles, y es posiblemente el autor
más estudiado por los escolares. A destacar que los Comentarios de César son la
fuente de inspiración de los autores (Uderzo y Goscinny) de Astérix.
3.1. VIDA (86-35 a.C.)
3. SALUSTIO
Nacido en el seno de una familia plebeya, Cayo Salustio Crispo se dedicó a la actividad política
como homo novus 13 . Fue partidario de César y de los populares y enemigo político de Cicerón.
Desempeñó distintos cargos públicos (con un comportamiento de dudosa moralidad 14 ). Tras el
asesinato de César en el 44 a.C. se retiró de la política y se dedicó al cultivo de la historia.
3.2. OBRA
Salustio, considerado el verdadero creador de la historiografía romana (la obra de
César la constituían notas o comentarios –como él mismo los llamaba- de
campaña), compuso tres obras de contenido histórico:
- La Conjuración de Catilina (De coniuratione Catilinae): es su primera obra. En
ella narra la famosa conspiración de Catilina y otros nobles para hacerse con el
poder durante el consulado de Cicerón 15 (63 a.C.); la obra concluye con el final
12 Es decir, reproducen el pensamiento, no las palabras textuales del orador.
13 Los plebeyos se diferenciaban de los patricios únicamente en su linaje; aquéllos no descendían de las
más antiguas familias de Roma. Por otra parte recibían en Roma el nombre de homo novus aquellos personajes
que alcanzaban importantes cargos políticos a pesar de carecer en su familia de antepasados con
tradición política. Estos casos eran excepcionales, y entre ellos figuran los de Salustio y Cicerón.
14 Fue expulsado del senado en el 50 a.C. por la inmoralidad de su vida privada. Tras la victoria de César
en Farsalia fue rehabilitado por él, alcanzando el gobierno de la provincia de África. Tras un año de gestión
fue acusado de concusión (enriquecimiento ilícito durante su mandato), aunque resultó absuelto.
15 Ya hemos hablado de la crisis de la República romana y la lucha de partidos entre populares y
optimates dentro de la nobleza. Parece ser que la conjuración de Catilina fue un intento de un grupo de

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 5
de los conjurados, unos encarcelados y ejecutados y otros derrotados en el campo
de batalla. Sus objetivos fueron atacar a Cicerón 16 y defender a su amigo César de
la acusación de complicidad en la conjura. La obra destaca por la descripción de
la corrupción de la nobleza romana y por el magnífico estudio psicológico de los
personajes.
- La Guerra de Yugurta (Bellum Iugurthinum): en esta obra Salustio se centra en
la guerra que Roma mantuvo con Yugurta 17 , rey africano de Numidia, durante los
años 111-105 a.C. A pesar de ser un episodio marginal de la historia de Roma,
éste encajaba dentro de los objetivos de Salustio: reflejar, al igual que en la Conjuración
de Catilina, la degeneración moral de la nobleza, acusada de ser sobornada
por el rey africano. En ella destacan dos importantes personajes de la historia
de Roma: Mario y Sila.
3.3. CARACTERÍSTICAS HISTORIOGRÁFICAS DE SALUSTIO
- Su método historiográfico sigue el del historiador griego Tucídides 18 , caracterizado
por tratar la historia genéticamente, es decir, estudiando las causas de los
acontecimientos 19 .
nobles de tendencias populares de hacerse con el poder para atender a las peticiones de la empobrecida
plebe urbana: reparto de tierras, suspensión de préstamos, distribución gratuita de trigo, etc. Debemos
tener en cuenta que las dos principales fuentes que tenemos de este episodio las constituyen la presente
obra de Salustio y las Catilinarias de Cicerón. Se debe dudar de la objetividad de ambos autores: el
primero, porque atacando a Catilina y condenando la conspiración exculpaba a su amigo César de
participar en la misma; en cuanto a Cicerón, representante del partido opuesto (los optimates), fue el
primer objetivo de los conjurados y como cónsul de aquel año desbarató la conspiración.
16 Como acabamos de ver fue Cicerón el responsable de sofocar el levantamiento de Catilina y sus partidarios:
primero descubrió la conspiración, después la hizo pública en el senado (con sus famosas Catilinarias,
discursos que se convirtieron en modelo oratorio para la posteridad), y finalmente, provisto de
máximos poderes por el senado, acabó con los insurrectos. Esta actuación le supuso el apelativo de “padre
de la patria”, aunque desde algunos sectores se le censuró la ejecución de los condenados sin defensa previa.
Por este motivo fue desterrado cinco años más tarde.
17 Numidia era una región situada al Norte de África; era fiel a Roma y estaba dividida en tres partes, cada
una de ellas gobernada por un rey. Uno de ellos, Yugurta, intentó hacerse con el poder de las otras dos;
ello provocó la intervención de Roma, que para restablecer el orden envió a algunos legados. Las débiles
condiciones que éstos impusieron a Yugurta despertaron la sospecha de que habían sido sobornados por
éste. Solo con la intervención del general Mario y su lugarteniente Sila se pudo restituir la situación anterior.
18 Tucídides, historiador griego del siglo V a.C., escribió la Guerra del Peloponeso. Su método se caracteriza
por recibir la influencia del racionalismo de la sofística griega de este siglo; influído igualmente por
el racionalismo médico de Hipócrates, en su narración lleva a cabo, a la manera del médico, un diagnóstico
objetivo de las causas que desencadenan los hechos históricos.
19 Por ejemplo, en el capítulo V de la Conjuración de Catilina, en el que lleva a cabo la descripción psicológica
de este personaje, afirma que su ánimo depravado obedecía a su propia naturaleza (ingenium) y a
las corruptas costumbres de la ciudad (corrupti civitatis mores); ésto lo lleva a incluir un largo excurso en
el que expone una síntesis de la historia de Roma anterior, desde su fundación hasta la época de Sila, en la
que Salustio encuentra el germen de la depravación moral de Roma.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 6
- Destaca el estudio psicológico de los personajes. Para ello se sirve del retrato
(descripción física y psicológica: célebre es el de Catilina, en el capítulo V de su
obra), discursos de los protagonistas o de cartas atribuidas a ellos.
- Por último Salustio describe minuciosamente el ambiente sociopolítico de los
últimos años de la República: los enfrentamientos personales, la corrupción y la
ambición de la nobleza romana. A esta degeneración de las costumbres opone Salustio
la virtus de los primeros tiempos de la ciudad. Se le ha censurado la contradicción
entre esta actitud moralista y su vida privada.
- En el estilo sigue también Salustio a Tucídides, caracterizado por sus arcaísmos
20 y una sintaxis concisa, casi conceptista. Destacó en el uso de la variatio 21 ,
oponiéndose al estilo ciceroniano de la época. Fue celebrado y seguido por Tácito.
3.4. INFLUENCIA POSTERIOR
Ha sido admirado e imitado desde la Antigüedad; su método histórico, sus magníficas
descripciones psicológicas y su peculiar estilo le valieron la consideración
de mejor historiador romano (es, por ejemplo, el más citado por San Agustín en
su obra). Ideólogos de la Revolución Francesa citan pasajes de la Conjuración de
Catilina, personaje que simboliza a todos los enemigos de la República.
4.1. VIDA (59 A.C.- 17 D.C.)
4. TITO LIVIO
Nacido en Patavium (actual Padua), a pesar de su gran importancia como escritor pocos datos se conocen
de su vida; se le ha llegado a llamar el “historiador sin historia” o “la figura más nebulosa de los grandes
clásicos”. Alternó su residencia en Padua con estancias en Roma, donde formó parte del grupo intelectual
de Mecenas y trabó amistad con el emperador Augusto. De ideología republicana, formó parte, no obstante,
del programa de restauración moral del emperador. Renunció a la carrera política para dedicarse a la
historia. Plinio el Joven (siglos I-II d.C.) recoge la anécdota de un ciudadano gaditano que viajó ex profeso
desde Gades para ver personalmente al historiador.
20 Por ejemplo, acusativos plurales de tema en -i en -is, u en lugar de i delante de consonante labial -
maxumus, optumus, etc.-, perfectos en -ere en lugar de -erunt, etc.
21 La variatio consiste en el empleo de formas diferentes para la expresión de una misma función sintáctica:
Quidam metu, alii per adulationem: dos CC de causa expresados por ablativo (metu) / per + acusativo
(per adulationem): “Unos por miedo, otros por adulación”. // Vir facundus et pacis artibus: dos modificadores
nominales: adjetivo (“facundus”) / ablativo de cualidad (“artibus”): “hombre elocuente y con dotes
para la paz”.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 7
4.2. OBRA: AB URBE CONDITA: OBJETIVOS Y CONTENIDO
Tito Livio proyectó escribir una monumental historia de Roma desde su fundación
en 753 a.C. (de ahí su título, Ab urbe condita) hasta su propia época. La obra
de Tito Livio, junto con la Eneida de Virgilio y las Odas de Horacio, contribuye
al movimiento de exaltación nacionalista proyectado por Augusto tras el fin de la
República y el comienzo del Imperio. Se trata, como el propio autor confiesa, de
un elogio del pasado esplendoroso de Roma, de los héroes que contribuyeron a
crear la nación más poderosa de la tierra.
Constaba originariamente de 142 libros 22 , de los que se conservan únicamente 35,
aproximadamente la tercera parte del total.
El contenido de los libros conservados corresponde al período que va desde la
fundación de Roma hasta la conquista de la península itálica (siglos VIII-III
a.C.); la guerra contra Aníbal (segunda Guerra Púnica, s. III a.C.) y la conquista
de Grecia (siglo II a.C.).
Junto a estos libros han llegado hasta nosotros unas Periochae o resúmenes de
sus libros; se desconoce su autor y su fecha de composición se sitúa en torno al
siglo IV d.C 23 .
4.3. CARACTERÍSTICAS DE LIVIO
- Tito Livio no es un historiador riguroso. Preocupado más por el valor ejemplarizante
de la historia (“magistra vitae”), que de su veracidad, con frecuencia no
somete a crítica las fuentes empleadas, incurriendo en contradicciones y errores.
- De entre los episodios narrados destacan sin duda las leyendas de la fundación
de Roma y los primeros tiempos de la ciudad: Rómulo y Remo, el Rapto de las
Sabinas, Horacios y Curiacios, la violación de Lucrecia y la caída de la monarquía,
Coriolano 24 , Cincinato, etc. Junto a ellos los de mayor fortuna literaria son los
relativos al enfrentamiento de Aníbal y Roma durante la Segunda Guerra Púnica.
Ellos han servido de inspiración a numerosos literatos y artistas a lo largo de la
historia.
22
Se trataba de un obra desproporcionada, que en términos actuales suponía escribir anualmente un libro
de 300 páginas durante 40 años.
23
Sin duda la dificultad de acceder y manejar la voluminosa obra de Livio propició la aparición de estos
resúmenes, hecho que provocó que la mayor parte de la obra original dejara de transmitirse en copias manuscritas.
24
Personaje que en los primeros tiempos de la ciudad conquistó la ciudad volsca de Corioles (de ahí su
apelativo). Fue acusado de pretender hacerse con el poder en Roma y fue desterrado. Dominado por la ira
Coriolano se alía con los volscos y se enfrenta a su propia patria. Nadie pudo disuadirlo de su empresa,
tan sólo los ruegos de su propia madre, que consigue que acepte la paz entre los dos pueblos. Los volscos
consideran que Coriolano los ha traicionado y lo asesinan.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 8
- Otro de los rasgos destacados de la obra es la presencia de gran cantidad de discursos
puestos en boca de personajes importantes (se conservan más de cuatrocientos),
lo que ha dado lugar a que algunos especialistas definan su obra como
“una fusión de historia y oratoria”.
- Su estilo es ciceroniano; admira los largos períodos 25 (ricos en subordinación)
empleados por los oradores, principalmente Cicerón. Quintiliano, crítico y maestro
de retórica del siglo I d.C., admiraba su fertilidad expresiva, tan diferente a la
precisión, brevedad y concisión conceptista de Salustio y posteriormente Tácito.
4.4. PERVIVENCIA DE TITO LIVIO
Tito Livio se convirtió pronto en un clásico 26 . Durante la Edad Media, en cambio,
comienza a perderse su obra, debido a la dificultad para su manejo. El gran resurgimiento
de Livio se produce en el Renacimiento (s. XIV), cuando Petrarca se
lanza a la búsqueda de los libros perdidos del autor. Gracias a Petrarca la obra de
Livio se reproduce y se divulga en Occidente.
La obra de Livio ofrece numerosos personajes y episodios que han sido recreados
por literatos y artistas posteriores. Por citar sólo algunos ejemplos, la leyenda de
los Horacios y los Curiacios fue representada pictóricamente por el francés J. L.
David en el siglo XIX. La leyenda de Lucrecia fue tratada por Shakespeare (s.
XVI) en La violación de Lucrecia.
Finalmente destaquemos la enorme importancia de la obra de Livio como fuente
de inspiración para numerosas películas de argumento romano (peplum): Rómulo
y Remo, El rapto de las Sabinas, Horacios y Curiacios, El coloso de Roma, etc.
25 Un período es una construcción larga y muy organizada, en la que el contenido y la forma se mantienen
en suspenso hasta el final. Se caracteriza por una idea u oración principal intercalada por numerosas oraciones
subordinadas. Esto producía tensión e incertidumbre en el auditorio; igualmente se conseguían
efectos sonoros mediante la combinación de ciertas secuencias musicales (series fijas de vocales largas y
breves) en las sílabas finales de los períodos.
26 La importancia de Tito Livio queda reflejada en distintas anécdotas de las que tenemos noticia: ya
hemos hablado de la del ciudadano gaditano que viajó ex profeso a Roma para conocer al historiador; una
segunda nos cuenta que el rey Alfonso V de Aragón y I de Nápoles (siglo XV) recuperó con la lectura de
Livio la salud que ni la medicina ni la música habían podido devolverle; por último, en una relación de libros
elegidos por los 64 monjes de la abadía francesa de Cluny en 1.040 como lecturas para la cuaresma,
63 de ellos eligieron libros bíblicos y cristianos, mientras que el último prefirió Ab urbe condita. Livio se
convierte en el autor de moda en el Renacimiento italiano: un personaje vendió una finca para poder comprar
un manuscrito del escritor.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 9
5.1. VIDA (55-120 d.C.)
5. TÁCITO
Publio Cornelio Tácito, de noble familia, recorrió brillantemente el cursus honorum y fue el gran historiador
del Imperio bajo los Flavios (los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano, que gobernaron sucesivamente
entre 70 d.C. - 96 d.C.).
Tuvo una importante formación retórica durante su juventud, asistiendo, junto a su amigo Plinio el Joven,
a las clases del más eminente profesor de retórica de la época, el calagurritano Quintiliano. Hasta los cuarenta
años Tácito se entregó a la política; alcanzó el consulado (97 d.C.). Sólo tras la muerte de Domiciano
(96 d.C.) se dedicó a la historiografía 27 .
5.2. OBRA
Comenzó su labor como escritor con tres obras breves: Diálogo de los oradores
(sobre la decadencia de la oratoria en su época), Agrícola (biografía idealizada de
su suegro, Julio Agrícola, militar destacado bajo Domiciano) y Germania (exposición
de la geografía y costumbres de los germanos, en la que contrapone el primitivismo
virtuoso de los germanos con el refinamiento decadente de la Roma de
su tiempo). Posteriormente abordó sus dos grandes obras historiográficas, en las
que desarrolla la historia de Roma del siglo I d.C.:
- Historias: abarcaban el período vivido por el autor, desde la muerte
del emperador Nerón hasta la de Domiciano 28 , a quien censuró con dureza
por su carácter tiránico y despótico. De los catorce libros nos
quedan los cinco primeros, en los que narra Tácito la guerra civil entre
los aspirantes al imperio tras la muerte de Nerón (Galba, Otón y Vitelio)
y el nombramiento definitivo de Vespasiano como emperador en
el año 70.
- Anales: aunque escritos después de las Historias, comprendían un
periodo anterior: desde la muerte de Augusto (14 d.C.) hasta la de
Nerón (68 d.C.) 29 . Sigue muy de cerca el método de las Historias. De
los dieciséis volúmenes originales se conservan diez, que corresponden
principalmente a los reinados de Tiberio (sucesor de Augusto) y
Nerón.
27 Domiciano fue un emperador despótico; su gobierno se caracterizó por las represiones y las ejecuciones;
persiguió y ejecutó a numerosos nobles y filósofos, acusados de traición al emperador (entre ellos el
propio suegro de Tácito, Julio Agrícola). Fue asesinado en el 96. Su muerte favoreció la expresión libre
de las ideas hasta entonces reprimidas.
28 Es decir, desde el 69 d.C. hasta el 96. Galba, Otón, Vitelio, Vespasiano, Tito y Domiciano.
29 Es decir, los honores fúnebres de Augusto y los reinados de los emperadores Tiberio, Claudio, Calígula
y Nerón.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 10
5.3. TÁCITO COMO HISTORIADOR
La concepción histórica de Tácito continúa la corriente iniciada por Salustio.
- Su método historiográfico se caracteriza por su rigor y objetividad 30 . Para ello
Tácito no descuida ninguna fuente de información, sometiendo a crítica cada una
de ellas. Expone los hechos año a año, alternado los acontecimientos externos
con los internos.
- El ambiente y los personajes que describe ofrecen una visión amarga y pesimista
de la historia y sus personajes 31 . Este es, sin duda, uno de los rasgos más sobresalientes
de su obra. Tácito es el contrapunto a la historiografía de Tito Livio:
mientras éste celebra y elogia el pasado que narra, Tácito lo censura y condena.
- Por lo que respecta a su ideología política, es un censor de las costumbres y de
los emperadores; no obstante, llega a admitir el régimen imperial como un mal
menor que garantiza la paz, la libertad y la justicia.
- Tácito lleva hasta sus últimas consecuencias el estilo del griego Tucídides y de
Salustio: brevedad (constantes elisiones), variatio (asimetría), conceptismo, etc.
El resultado es la creación de un nuevo tipo de prosa, difícil, oscura, que rompe
por completo con el equilibrio de la prosa clásica de Cicerón y Tito Livio.
5.4. INFLUENCIA DE TÁCITO
Por su método historiográfico y por la creación de un estilo personal Tácito es reconocido
hoy día como el más grande historiador latino.
Ha influido enormemente en escritores políticos, como Maquiavelo (en ideas como
la necesidad del poder estatal como garante de la libertad individual o su pesimismo
a la hora de analizar las distintas formas de gobierno), considerándose el
tacitismo una versión moral y menos drástica del maquiavelismo y su teoría de la
razón de estado.
A destacar la adaptación de su obra por el famoso novelista británico Robert Graves
en Yo, Claudio, llevada a la pantalla en la célebre serie televisiva del mismo
título.
30
“No basta -dice Tácito- con dar a conocer las peripecias y hechos..., hay que mostrar sus razones y causas”
31
En su prólogo a las Historias afirma: “Yo abordo la historia de una época llena de desgracias, desfigurada
por los combates, deshecha por las sediciones, cruel en la misma paz: cuatro emperadores asesinados,
tres guerras civiles, además de guerras en el extranjero, las unas al mismo tiempo que las otras”.

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1. César:
LECTURAS
1. Procedimientos subjetivos en César: “Una derrota de César ante
Pompeyo” (Guerra Civil, III, 68-72). Métodos empleados por César
para eludir su responsabilidad en una derrota. Tras describir la dura
derrota sufrida por sus tropas ante los pompeyanos, César concluye
el episodio censurando la arrogancia de los enemigos y esgrimiendo
el cúmulo de circunstancias azarosas que propició la
eventual victoria de los pompeyanos.
En los dos combates de un solo día César perdió novecientos soldados de infantería e ilustres caballeros romanos, Rufo,
Fundanio, Tutícano Galo, hijo de senador; Gayo Felfinate, de Plasencia; Aulo Granio, de Puteolos; Marco Sacrativiro, de
Capua; cinco tribunos y treinta y dos centuriones. Pero la mayor parte de ellos murió en los fosos, o en las fortificaciones,
en las orillas del río, arrollados por el miedo y la estampida de los suyos, y sin herida alguna; se perdieron treinta y dos
banderas. Pompeyo en esa batalla recibió el título de Imperator 32 . Consiguió este título y consintió luego en ser así
saludado; pero ni solía anteponérselo en sus cartas, ni en las fasces hizo aparecer los emblemas laureados. Pero Labieno, al
solicitar de él que ordenara que le fueran entregados los prisioneros, hechos salir fuera, para simple ostentación, como se
dejaba ver, para que hubiera una más fiel confianza en un desertor, llamándolos camaradas, interrogándolos en tono
ofensivo «si solían los soldados veteranos huir», a la vista de todos los mató.
Con estas cosas creció tanto la confianza y el ánimo de los pompeyanos, que ya no pensaban en la orientación de la guerra,
sino que les parecía haber ya logrado la victoria. No pensaban que fueran las causas el poco número de nuestros soldados,
las condiciones de desnivel del terreno, los desfiladeros, ocupados antes los campamentos, y el doble miedo dentro y fuera
de las fortificaciones, el corte en dos del ejército, al incapacitar a cada una de las partes para llevar ayuda a la otra; no
añadían a esto que no se había luchado en un encarnizado ataque, llevado a efecto tácticamente, o en combate en regla; que
se habían causado mayores daños ellos a sí mismos con su aglomeración en los pasos angostos, que los que habían recibido
del enemigo. Finalmente no se recordaban los azares corrientes de la guerra, qué causas tan menudas (como una falsa
sospecha, o un repentino terror, o un escrúpulo religioso contrario) habían causado gravísimos daños; cuántas veces, o por
culpa del general o por defecto del tribuno, había ocurrido un grave tropiezo; pero como si hubieran logrado la victoria a
fuerza de valor, y no pudiera producirse cambio alguno de situación, por el orbe de la tierra popularizaban con cartas y
noticias la victoria de aquel día.
2. Salustio:
1. Estudio psicológico de los personajes: retrato de Catilina (Conjuración
de Catilina, cap. V).
Catilina, nacido de noble linaje, fue hombre de gran fuerza de gran fuerza espiritual y corporal, pero de naturaleza malvada
y perversa. A éste, desde su adolescencia, le fueron gratas las guerras internas, los asesinatos, los robos y el enfrentamiento
civil, y en aquellas prácticas ejercitó su juventud. Su cuerpo soportaba el hambre, el frío y la vigilia más de lo que
cualquiera pueda creer. Su ánimo era audaz, pérfido, inconstante, simulador o disimulador de cualquier cosa, codicioso de
lo ajeno, pródigo con lo suyo, ardiente en sus deseos: bastante elocuencia, poca sabiduría. Su espíritu insaciable deseaba
siempre cosas desmesuradas, increíbles, demasiado elevadas. A éste, después de la dominación de Sila, lo había invadido
32 Durante la época republicana recibían el título de Imperator todos aquellos generales vencedores en
combate. El título se recibía en tantas ocasiones como victorias se obtenían. Por ello en inscripciones y
monedas romanas puede leerse en el “cursus honorum” de personajes célebres la indicación
IMPERATOR III (o cualquier otro numeral, según el número de victorias).

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un deseo muy grande de tomar la república. Y no le daba ninguna importancia con qué medios lo conseguiría, con tal de
asegurarse el poder. Su espíritu cruel se agitaba más y más día a día por la escasez de su patrimonio y por el remordimiento
de sus crímenes, cosas ambas que había aumentado con aquellas prácticas que he mencionado más arriba. Lo incitaban
además las costumbres corruptas de la ciudad, a las que sacudían unos vicios gravísimos y diferentes entre sí, la lujuria y la
avaricia.
2. “Optimates y populares” (Guerra de Yugurta, XLI): Estudio de las
causas y los efectos de los acontecimientos. Idealización del pasado
virtuoso de la ciudad. Descripción de la depravación y del ambiente
sociopolítico de los últimos años de la República (siglo I a.C.):
Por lo demás, los conflictos del partido popular y del de la nobleza y también todas las intrigas subsiguientes, se hicieron
habituales en Roma pocos años antes, a raíz de la tranquilidad y de la abundancia, cosas que los mortales consideran
prioritarias. Pues antes de la destrucción de Cartago, el pueblo y el Senado romano dirigían, de común acuerdo, la
República apacible y prudentemente, y no había entre los ciudadanos lucha por los honores, o por el poder; el miedo al
enemigo mantenía a la ciudad en la práctica del bien. Pero cuando aquel temor desapareció de sus mentes, se apoderaron de
ellos el desenfreno y la soberbia, vicios que son inherentes a la prosperidad. Así la calma que habían ansiado tanto en las
situaciones adversas, una vez conseguida, les resultó más dura y más cruel que la adversidad misma. Pues la nobleza
empezó a poner al servicio de sus pasiones su grandeza y lo mismo hizo el pueblo con su libertad; buscaban sólo su
provecho individual, se llevaban a la fuerza lo que les venía bien, robaban. De este modo, los dos bandos trataban de
apropiárselo todo y la República, que estaba en medio, quedó hecha jirones. Por lo demás, la nobleza tenía más poder por la
propensión de los de su clase a asociarse, en cambio la fuerza de la plebe, que era más numerosa, quedaba debilitada al
estar desunida y dispersa. El capricho de unos pocos nobles lo manejaba todo tanto en la guerra como en la paz y en poder
de ellos estaba el erario, las provincias, las magistraturas, los honores y los triunfos. El pueblo se sentía oprimido por el
servicio militar y la indigencia, el botín de guerra se lo repartían los generales con unos pocos. Entre tanto, los padres o los
hijitos de los soldados, cuando tenían la desgracia de ser vecinos de uno más poderoso, eran expulsados de sus moradas.
Así de la mano del poder había irrumpido la avaricia sin límite ni freno, lo contaminaba y lo arrasaba todo, no tenía
miramientos ni respeto por nada, hasta que produjo su propia ruina. Pues tan pronto como aparecieron entre la nobleza
hombres que anteponían la verdadera gloria al poder injusto, la ciudad empezó a agitarse y surgieron las discordias civiles
como un cataclismo.
3. Tito Livio:
1. Fundación de Roma por parte de Rómulo y asesinato de Remo (I, 6,
3-4).
Una vez devuelto de esta forma a Númitor el trono de Alba, caló en Rómulo y Remo el deseo de fundar una ciudad en el
lugar en que habían sido abandonados y criados. Era sobreabundante, por otra parte, la población de Alba y del Lacio, a lo
que había que añadir, además, a los pastores; el conjunto de todos ellos permitía esperar que Alba y Lavinio iban a ser
pequeñas en comparación con la ciudad que iba a ser fundada. En estas reflexiones vino pronto a incidir un mal ancestral: la
ambición de poder, y a partir de un proyecto asaz pacífico se generó un conflicto criminal. Como al ser gemelos ni siquiera
el reconocimiento del derecho de primogenitura podía decidir a favor de uno de ellos, a fin de que los dioses tutelares del
lugar designasen por medio de augurios al que daría su nombre a la nueva ciudad y al que mandaría en ella una vez
fundada, escogen, Rómulo, el Palatino y, Remo, el Aventino como lugares para tomar los augurios.
Cuentan que obtuvo augurio, primero, Remo: seis buitres. Nada más anunciar el augurio, se le presentó doble número a
Rómulo, y cada uno de ellos fue aclamado rey por sus partidarios. Reclamaban el trono basándose, unos, en la prioridad
temporal, y otros en el número de aves. Llegados a las manos en el altercado consiguiente, la pasión de la pugna da paso a
una lucha a muerte. En aquel revuelo cayó Remo herido de muerte. Según la tradición más difundida, Remo, para burlarse
de su hermano, saltó las nuevas murallas y, acto seguido, Rómulo, enfurecido, lo mató a la vez que lo increpaba con estas
palabras: “muera en adelante cualquier otro que franquee mis murallas”. Rómulo, por consiguiente, se hizo con el poder en
solitario; la ciudad fundada recibió el nombre de su fundador.

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2. Horacios y Curiacios (I, 24-26): durante el reinado de Tulio Hostilio
(tercer rey de Roma, siglos VIII-VII a.C.), se produce un enfrentamiento
con la ciudad latina de Alba Longa. Se decide que la suerte
de la guerra sea el resultado del combate entre tres hermanos
romanos (los Horacios) y tres albanos (los Curiacios). Esta leyenda
ha inspirado algunas tragedias posteriores, así como obras de arte
e, incluso, películas. A destacar el uso de las fuentes literarias
cuando existen discrepancias entre las obras consultadas; confiesa
Livio seguir la opinión más generalizada entre los historiadores anteriores.
Coincidió que había, entonces, en ambos ejércitos tres hermanos gemelos, muy parejos en edad y fuerza. Es comúnmente
admitido que fueron los Horacios y los Curiacios, y prácticamente no hay en la antigüedad hecho más conocido; sin
embargo, aun siendo tan notorio el hecho, persiste la incertidumbre sobre los nombres: a qué pueblo pertenecían los
Horacios, y a cuál los Curiacios. Hay historiadores a favor de ambas versiones; veo, sin embargo, que la mayoría llama
Horacios a los romanos: yo me inclino a seguirlos. Los reyes plantean a los gemelos que luchen con sus armas por su patria
respectiva: la supremacía estará donde esté la victoria. No hay objeciones. Se acuerda el lugar y la hora. Antes de llevar a
cabo el combate, se firmó un acuerdo entre romanos y albanos en el que se estipulaba que el pueblo cuyos ciudadanos
resultasen vencedores en aquel combate ejercería sobre el otro una autoridad no cuestionada Concluido el tratado, los
gemelos, según lo acordado, empuñan las armas. Al animar cada bando a los suyos recordándoles que los dioses de su
patria, la patria, los padres, los ciudadanos que han quedado en la ciudad y los que están en el ejército tienen, en ese
momento, los ojos puestos en sus armas y en sus manos, ellos, fogosos ya por temperamento y henchidos por los gritos de
aliento, avanzan hasta el medio de las líneas. Habían tomado asiento, a un lado y a otro, delante de su campamento los dos
ejércitos, exentos de peligro inmediato pero no de preocupación; en efecto, en el valor y la suerte de unos pocos hombres
estaba en juego la supremacía. Por eso, quedan en tensión y en suspenso prendidos de aquel espectáculo en absoluto
agradable.
Se da la señal y, con las armas prestas, los jóvenes, tres de cada lado, como batallones en formación de combate, se lanzan
al choque asumiendo el coraje de dos grandes ejércitos. Unos y otros llevan presente no su propio riesgo, sino el poder o la
esclavitud de su pueblo y el destino de su patria, que habrán de ser, en adelante, los que ellos hayan labrado. Nada más
resonar las armas al primer choque y brillar las espadas relucientes, un estremecedor escalofrío recorre a los espectadores;
la esperanza no se inclina a una parte ni a otra y se les corta el aliento y la palabra. Trabados, acto seguido, en un combate
cuerpo a cuerpo, ofreciendo a la vista no sólo ya el movimiento de los cuerpos y el amago incierto de las armas ofensivas y
defensivas, sino también las heridas y la sangre, dos romanos se desplomaron uno tras otro, mientras que los tres albanos
quedaban heridos. Al caer aquéllos, el ejército albano lanzó un grito de júbilo; las legiones romanas, perdida toda esperanza
pero no libres de inquietud, estaban angustiadas por la suerte de su único superviviente al que habían rodeado los tres
Curiacios. Afortunadamente, éste estaba ileso, en inferioridad evidentemente él solo frente a todos a la vez, pero temible
para cada uno por separado. Por eso, para obligarlos a luchar separadamente, emprendió la huida en la idea de que lo iban a
perseguir según a cada uno se lo permitiesen sus heridas. Se había alejado ya un cierto trecho del lugar del combate y, al
mirar hacia atrás, observa que le siguen muy distanciados entre sí y que uno está a corta distancia. Se vuelve violentamente
contra él, y mientras el ejército albano grita a los Curiacios que ayuden a su hermano, ya el Horacio, eliminado su
adversario, buscaba, victorioso, una segunda pelea. Entonces, con un griterío semejante al de los que animan a los suyos
ante un éxito inesperado, los romanos alientan a su combatiente y él se apresura a liquidar el combate. Antes de que el
tercer Curiacio, que ya no estaba lejos, pudiese alcanzarlo, da muerte al segundo. Quedaban ya, igualada la lucha, uno de
cada bando, pero no tenían la misma moral ni las mismas fuerzas: uno, ileso y dos veces vencedor, afrontaba lleno de valor
su tercera pelea; el otro, arrastrando un cuerpo agotado por la herida, agotado por la carrera, vencido ya por la muerte de
sus hermanos ante sus propios ojos, se ofrece a su adversario victorioso. Aquello no fue un combate. El romano grita, fuera
de sí: «He ofrecido dos víctimas a los manes de mis hermanos; la tercera la voy a ofrecer a la causa de esta guerra, para que
el pueblo romano domine sobre el albano.» Hunde su espada en vertical en el cuello del Horacio que a duras penas sostenía
las armas y, una vez abatido, lo despoja.
Los romanos acogen al Horacio con ovaciones y enhorabuenas. Su alegría era tanto más intensa cuanto desesperada había
sido la situación. Se dedican, después, unos y otros a enterrar a los suyos, con ánimo bien distinto: unos habían ensanchado
su poder, los otros habían pasado a dominación extranjera. Los sepulcros existen aún en el lugar en que cayó cada uno; los

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dos romanos en un mismo sitio, más cerca de Alba; los tres albanos en dirección a Roma, pero distantes entre sí, según se
desarrolló el combate......Sin más, los ejércitos volvieron a casa.
Iba Horacio en cabeza, mostrando ante sí los despojos de los tres gemelos. Su hermana, una doncella que había estado
prometida a uno de los Curiacios, le salió al encuentro delante de la puerta Capena y, al reconocer sobre los hombros de su
hermano, el manto guerrero de su prometido que ella misma había confeccionado, se suelta los cabellos y entre lágrimas
llama por su nombre a su prometido muerto. Encolerizan al orgulloso joven los lamentos de una hermana en el momento de
su victoria y de una alegría pública tan intensa. Desenvaina, pues, la espada y atraviesa a la muchacha mientras la cubre de
reproches: «Marcha con tu amor a destiempo a reunirte con tu prometido -dice-, ya que te olvidas de tus hermanos muertos
y del que está vivo, ya que te olvidas de tu patria. Muera de igual modo cualquier romana que llore a un enemigo.»
3. La violación de Lucrecia (I, 58, 1-5). Con esta leyenda se explicaba
en Roma el paso del régimen monárquico al republicano (509 a.C.).
Sexto Tarquinio, hijo de Tarquinio el Soberbio (séptimo y último rey
de Roma), viola a Lucrecia, noble romana, esposa de Colatino. Los
patricios romanos expulsan de la ciudad a la familia real e instauran
un régimen republicano en el que la figura del rey es sustituida
por dos cónsules elegidos anualmente.
Pasados algunos días, Sexto Tarquinio, a espaldas de Colatino, vuelve a Colacia con un solo acompañante. Ajenos a sus
propósitos, lo recibieron atentamente; después de la cena fue conducido al aposento de los huéspedes. Encendido por la
pasión, cuando le pareció que en torno suyo todo estaba tranquilo y que todos estaban dormidos, desenvainó la espada, se
acercó a Lucrecia, que estaba dormida, y apretando el pecho con la mano izquierda le dice: «Silencio, Lucrecia ; soy Sexto
Tarquinio; estoy empuñando la espada; si das una voz, te mato.» Al despertar despavorida la mujer, se vio sin ayuda alguna
y al borde de una muerte inminente; entretanto, Tarquinio le confesaba su amor, suplicaba, alternaba amenazas y súplicas,
trataba por todos los medios de doblegar la voluntad de la mujer. Al verla firme y sin ceder ni siquiera ante el miedo a
morir, acentúa su miedo con la amenaza del deshonor: le dice que junto a su cadáver colocará el de un esclavo degollado y
desnudo, para que se diga que ha sido muerta en degradante adulterio. El miedo a tal deshonor doblegó aquella virtud
inquebrantable y Tarquinio, como si hubiese sido la pasión la que había salido triunfante, se marchó orgulloso de haber
arrebatado el honor a una mujer. Lucrecia, abatida por tan tremenda desdicha, envía a un mismo mensajero a su padre a
Roma y a su marido a Árdea a decirles que vengan cada uno con un amigo de su confianza, que es preciso actuar
inmediatamente, que ha ocurrido algo horrible. Espurio Lucrecio acude con Publio Valerio, hijo de Voleso, y Colatino con
Lucio Junio Bruto, con el que casualmente volvía a Roma cuando encontró al emisario de su mujer.
Encuentran a Lucrecia sentada en su aposento, sumida en el abatimiento. Al llegar los suyos, rompió a llorar y, al
preguntarle su esposo: «¿Estás bien?», contestó: «No. ¿Cómo puede estar bien una mujer que ha perdido el honor?
Colatino, hay huellas de otro hombre en tu lecho; ahora bien, únicamente mi cuerpo ha sido violado, mi voluntad es
inocente; mi muerte te dará fe de ello. Pero dadme la diestra y la palabra de que el culpable no quedará sin castigo. Es Sexto
Tarquinio el que, comportándose como un enemigo en lugar de como un huésped, la pasada noche vino aquí a robar,
armado y por la fuerza, un placer funesto para mí, y para él si vosotros sois hombres.» Todos dan su palabra, uno tras otro;
tratan de mitigar su interno dolor responsabilizando de la culpa al autor del atropello, y no a la que se ha visto forzada: que
es la voluntad la que comete falta, no el cuerpo, y no hay culpa donde no ha habido intencionalidad. «Vosotros veréis
responde- cuál es su merecido; por mi parte, aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo; en adelante ninguna
mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo para seguir con vida.» Se clavó en el corazón un cuchillo que tenía
oculto entre sus ropas, y doblándose sobre su herida se desplomó moribunda, entre los gritos de su marido y de su padre.
4. Segunda Guerra Púnica (218-202 a.C.): Retrato de Aníbal (21, 4).
Enviado Aníbal a España se ganó desde el momento mismo de su llegada las simpatías de todo el ejército; los veteranos
pensaban que se les había devuelto a Amílcar en su juventud: veían en Aníbal la misma expresión en el rostro, la misma
viveza en los ojos, su misma fisonomía y sus mismos rasgos de la cara. Pero pronto consiguió que el parecido con su padre
fuera lo de menos para ganarse el apoyo de todos. Nunca hubo una misma forma de ser tan apropiada para cuestiones tan

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diferentes: la obediencia y el mando. De ahí que no era fácil distinguir si lo quería más Asdrúbal o el ejército, pues ni el
general prefería dar el mando a ningún otro en acciones arriesgadas o peligrosas ni los soldados confiaban y se exponían
más con otro jefe. Tenía una enorme osadía para arrostrar los peligros y una enorme sangre fría ya dentro de ellos. Ninguna
acción podía cansar su cuerpo o doblegar su espíritu. Soportaba igualmente el calor y el frío, comía y bebía por necesidad
física, no por placer; no distinguía las horas de sueño y de vigilia entre el día y la noche, sino que sólo dedicaba al descanso
el tiempo que le sobraba de sus actividades; y para descansar no tenía necesidad de una buena cama ni del silencio: muchos
lo vieron a menudo tendido en el suelo y cubierto con el capote militar entre los centinelas y garitas de los soldados. Su
vestimenta no se diferenciaba de sus compañeros, pero sí llamaban la atención sus armas y sus caballos. Era con gran
diferencia el primero tanto de jinetes como de infantes; iba en cabeza al combate, pero era el último en retirarse una vez
iniciado el mismo. Estas cualidades admirables quedaban igualadas por enormes defectos: crueldad inhumana, perfidia más
que púnica, ningún respeto por la verdad, ninguno por lo sagrado, ningún temor de dios, ninguna consideración por los
juramentos, ningún escrúpulo religioso. Con esta suma de cualidades y defectos sirvió durante tres años a las órdenes del
general Asdrúbal sin omitir nada que un gran futuro caudillo debiera ver y llevar a la práctica.
4. Tácito:
1. Anales 15, 60-64: Muerte de Séneca. A partir del año 59 d.C. el gobierno
de Nerón se dirige cada vez más hacia un despotismo personal:
asesinato de su madre, Agripina, y de su primera esposa, Octavia,
etc. Séneca, su preceptor y consejero, se aparta de la vida
pública y de la corte imperial. En el año 65 se produce una conjuración
palaciega para derrocar al emperador, conocida como la
conjura de los Pisones. Tras ser descubierta son obligados al suicidio
los nobles implicados. Entre ellos fue condenado Séneca, cuya
participación nunca fue probada. En la descripción de Tácito encontramos
la imperturbable actitud del sabio estoico ante la muerte.
Paralelismo con la muerte de Sócrates.
......Cuando el tribuno (Gavio Silvano) relató estos hechos 33 a Popea 34 y Tigelino, éste, que era el más íntimo consejero del
emperador en esta época de crueldad, pregunta si Séneca se preparaba para una muerte voluntaria 35 . Entonces el tribuno le
confirmó que no se advertía signo alguno de miedo o tristeza en su rostro o en sus palabras. Se le ordena que vuelva y se le
notifique su condena a muerte.....Y puesto que Silvano también estaba implicado en la conjura, envió a uno de sus
centuriones hasta Séneca para que le anunciara la última voluntad.
Aquél, sin miedo, pide las tablas de testamento; al negárselas el centurión, se vuelve hacia sus amigos y declara que, aunque
se le prohíba devolverles su afecto, todavía le queda uno, el mejor de sus regalos: dejarles una imagen de su propia vida,
que, al ser recordada, les evocaría su virtuoso comportamiento y el fruto de su fiel amistad. Entonces ante las lágrimas de
sus amigos los exhorta a la firmeza de ánimo, preguntándoles dónde están los preceptos de la sabiduría, dónde la
imperturbabilidad practicada durante tantos años ante las adversidades del destino. ¿Acaso él desconocía la crueldad de
Nerón? ¿Y no cabía esperar únicamente, tras el asesinato de su madre y de su hermano, añadir la muerte de su educador y
preceptor?.
Cuando ha terminado de hablar abraza a su mujer y, enternecido a pesar de su fortaleza de espíritu, le ruega y suplica que
modere su dolor y no lo sufra eternamente, que soporte la añoranza de su marido con remedios honestos, en la contemplación
de una vida virtuosa. Aquélla por el contrario afirma que también a ella se la condena a muerte, y reclama la mano del
verdugo. Entonces Séneca, sin oponerse a la gloria de su esposa y llevado por su amor, para no dejar a su amada en manos
de la injuria, le dice: “te había mostrado los atractivos de la vida, pero tú consideras más conveniente la muerte: no voy a
33 Es decir, la relación existente entre Pisón y Séneca.
34 Segunda esposa de Nerón, a la que mató el propio emperador de una patada.
35 Como habían hecho ya algunos conjurados.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 16
oponerme a tu ejemplo. Mostremos ambos una constancia idéntica ante este desenlace; mayor reconocimiento, en cambio,
haya en tu final”. A continuación se abren los brazos con el mismo golpe de espada. Séneca, puesto que su cuerpo ya
envejecido y sus ropas hacían que la sangre manara lentamente, se abre también las venas de las piernas. Desfallecido por
las heridas, para no aumentar el dolor de su mujer y evitar la impaciencia mientras contempla el sufrimiento, ruega que se la
lleven a otra habitación...... Pero Nerón no sentía odio hacia Paulina, y para evitar las iras por su crueldad, ordena que se
impida su muerte. Ante la orden de los soldados, los siervos y libertos le ligan las venas y contienen la efusión de sangre.....
Séneca, mientras tanto, en su lenta agonía, pide a Estacio Aneo, fiel amigo y médico experto, que le suministre el veneno
con el que se ajusticiaba a los condenados en Atenas. Cuando se le entregó lo bebió en vano, pues ya el frío de sus
miembros y su cuerpo bloqueaban la fuerza del veneno. A continuación se introdujo en un baño de agua caliente, y
salpicando a los siervos más cercanos decía que él ofrecía aquel líquido a Júpiter liberador. Finalmente fue sacado del baño
y, exánime entre el vapor, fue incinerado en un funeral carente de solemnidad. Pues así lo había prescrito.
2. “Visión del Imperio” (Historias I, 2-3). En el prólogo de esta obra
Tácito muestra nuevamente su trágica visión de la historia.
Pongo mano a una historia pródiga en desgracias, llena de atroces batallas, plagada de discordia a causa de las sediciones,
temible incluso en la misma paz. Cuatro emperadores perecieron por la espada, hubo tres guerras civiles, todavía más en el
exterior, y la mayoría fueron mezcla de lo uno y lo otro. Prosperidad en el Oriente, adversidades en Occidente: perturbaciones
en el Ilírico, inseguridad en las Galias, Britania, sometida y luego abandonada. Se levantaron contra nosotros los
pueblos sármatas y suevos, y los dacios resultaron enaltecidos por los desastres que mutuamente nos causamos. Incluso casi
se pusieron en movimiento las armas de los partos por el escándalo del falso Nerón. Luego, Italia se vio afligida por
calamidades nuevas o repetidas al cabo de largos siglos: ciudades quemadas o sepultadas, precisamente lo más fecundo de
la costa de Campania; la Urbe devastada por incendios en los que se consumieron los más antiguos santuarios, y el propio
Capitolio ardió por mano de ciudadanos. Se profanaron los ritos sagrados, se vieron escandalosos adulterios. El mar se
llenó de exiliados, y las peñas se mancharon con la sangre de los asesinatos. La saña fue más atroz en Roma: nobleza,
riquezas, cargos declinados y desempeñados daban lugar a acusaciones, y las virtudes eran la causa más segura de la
perdición. Y no resultaron menos odiosas las recompensas de los delatores que sus crímenes; porque, habiendo logrado los
unos sacerdocios y consulados como si de despojos se tratara, cargos de procuradores y poder en los círculos reservados los
otros, todo lo arrastraban y subvertían en medio del odio y del terror. Los esclavos fueron corrompidos en contra de sus
señores, los libertos en contra de sus patronos, y aquellos a quienes faltaba un enemigo fueron aplastados por sus amigos.
Pese a todo, no fue una época tan estéril en virtudes que no brindara también buenos ejemplos: madres que acompañaron a
sus hijos huidos, esposas que siguieron a sus maridos al exilio, parientes valerosos, yernos leales, esclavos de una fidelidad
tal que resistió incluso a las torturas, hombres ilustres puestos en el trance supremo, trances que se sobrellevaron con
valentía, y muertes comparables a las tan alabadas de los antiguos. Aparte de las múltiples calamidades en los asuntos
humanos, hubo en el cielo y en la tierra prodigios y rayos cargados de advertencias y presagios de las cosas futuras,
favorables y siniestros, ambiguos e inequívocos. Y es que nunca quedó probado por más atroces desgracias del pueblo
romano ni por más tajantes testimonios que los dioses no se cuidan de nuestra seguridad, y sí de nuestro castigo.
3. Trágica muerte de Galba 36 (Historias, I, 40-41). Tras la muerte de
Nerón es elegido emperador Galba. Pronto se encontró con la oposición
de Otón. Tácito narra el enfrentamiento entre ambos y el
cruel asesinato de Galba a manos de ciudadanos romanos.
Al ver de cerca a la columna armada, el abanderado de la cohorte que acompañaba a Galba -cuentan que era Atilio
Vercilión-, tras arrancar la efigie de Galba la estrelló contra el suelo. A esa señal se pronunciaron en favor de Otón los
ánimos de todos los militares, quedó el Foro desierto por la desbandada del pueblo, y se empuñaron las armas contra los
36 Uno de los tres aspirantes al trono de Roma (junto a Otón y Vitelio), vacante tras el suicidio de Nerón
en el 68 a.C. Tras sucederse los tres en el poder en escasamente un año, finalmente se proclamó emperador
a Vespasiano.

La historiografía latina: César, Salustio, Tito Livio y Tácito 17
que vacilaban junto al Lago de Curcio, y a causa del pánico de sus porteadores, Galba cayó de su silla y rodó por tierra. De
sus últimas palabras se han dado versiones varias, según el odio o admiración que cada cual le tuviera. Unos cuentan que
preguntó suplicante de qué mal se había hecho culpable, y que imploró unos pocos días para pagar el donativo; más son los
que dicen que se adelantó a ofrecer su cuello a los verdugos animándoles a que le asestaran el golpe si así les parecía que lo
exigía el bien del estado. A los que le mataron no les importó lo que decía. Acerca del ejecutor no hay constancia clara:
algunos hablan del reenganchado Terencio, otros de Lecanio; una versión más repetida cuenta que fue Camurio, soldado de
la legión XV, el que apretando contra él su espada se la hundió en el cuello. Los demás desgarraron de manera infame sus
piernas y brazos, pues su pecho estaba protegido. La mayor parte de las heridas se le hicieron por ferocidad y saña en un
cuerpo ya degollado.
4. Batalla en las calles de Roma (Historias III, 83). Dramatismo y pesimismo:
combate entre Vespasiano y Vitelio por el poder en Roma.
El pueblo estaba allí, cerca de los combatientes, como espectador, y, como en los juegos del circo, gritaba, aplaudía para
animar a unos y otros. Cada vez que uno de los dos bandos mostraba debilidad, los espectadores, viendo a los vencidos
esconderse en las tiendas o refugiarse en alguna casa, pedían a los vencedores que los sacaran y los degollaran, y después se
apoderaban de la mayor parte del botín, ya que, al entregarse completamente los soldados a la sangre y a la masacre, los
despojos caían en manos del populacho. ¡Qué cruel y horrible aspecto el de toda la ciudad!. En unos sitios combates y
heridos, en otros baños y bailes; oleadas de sangre y montones de cadáveres y, justo al lado, prostitutas y lupanares.... Había
una indiferencia monstruosa, en ningún momento se interrumpieron los placeres: se bailaba, se reía, se gozaba, sin
preocuparse de la suerte de ambos bandos, llenos de alegría ante la desgracia de la ciudad.