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<strong>LAS</strong> <strong>CADENAS</strong> <strong>DEL</strong> <strong>DEMONIO</strong><br />
Pedro Calderón de la Barca<br />
http://www.librodot.<strong>com</strong><br />
1
Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
Personas que hablan en ella:<br />
• San BARTOLOMÉ<br />
• El REY Polemón<br />
• LICANORO, príncipe<br />
• CEUSIS, príncipe<br />
• El <strong>DEMONIO</strong><br />
• Un SACERDOTE de Astarot<br />
• LIRÓN, villano<br />
• IRENE, hija del rey<br />
• SILVIA, dama<br />
• FLORA, dama<br />
• LESBIA,villana<br />
• CRIADO<br />
• MÚSICOS<br />
• CRIADOS<br />
• GENTE<br />
IRENE: Dejadme las dos.<br />
FLORA: Señora,<br />
mira...<br />
SILVIA: Oye...<br />
FLORA: Advierte...<br />
IRENE: ¿Qué tengo<br />
de oír, advertir y mirar,<br />
cuando miro, oigo y advierto<br />
cuán desdichada he nacido,<br />
sólo para ser ejemplo<br />
del rencor de la Fortuna<br />
y de la saña del tiempo?<br />
Dejad, pues, que con mis manos,<br />
ya que otras armas no tengo,<br />
pedazos del corazón<br />
arranque, o que de mi cuello,<br />
sirviéndome ellas de lazo,<br />
ataje el último aliento;<br />
si ya es que, porque no queden<br />
de tan mísero sujeto<br />
ni aun cenizas que ser puedan<br />
leves átomos del viento,<br />
no queráis que al mar me arroje<br />
desde ese altivo soberbio<br />
PRIMER ACTO<br />
Salen IRENE, y FLORA y SILVIA<br />
deteniéndola<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
homenaje, en fatal ruina<br />
de la prisión que padezco.<br />
SILVIA: ¡Sosiega!<br />
FLORA: ¡Descansa!<br />
SILVIA: ¡Espera!<br />
IRENE: ¿Qué descanso, qué sosiego<br />
ha de tener quien no tiene<br />
ni esperanza de tenerlo?<br />
SILVIA: El entendimiento sabe<br />
moderar los sentimientos.<br />
IRENE: Ésa es opinión errada;<br />
que antes el entendimiento<br />
aflige más cuanto más<br />
discurre y piensa en los riesgos.<br />
FLORA: Es verdad, pero también...<br />
IRENE: No prosigas; que no quiero<br />
desaprovechar mis iras<br />
ahora en tus argumentos.<br />
Dejadme sola, dejadme,<br />
idos, idos de aquí presto.<br />
FLORA: Dejémosla sola, pues<br />
sabes que sólo es el medio<br />
de su furor el dejarla.<br />
IRENE: Ya se han ido. Ahora, cielos,<br />
han de entrar con vuestras luces<br />
en cuenta mis sentimientos.<br />
¿Qué delito <strong>com</strong>etí<br />
contra vosotros naciendo,<br />
que fue de un sepulcro a otro<br />
pasar no más, cuando veo<br />
que la fiera, el pez y el ave<br />
gozan de los privilegios<br />
del nacer, siendo su estancia<br />
la tierra, el agua y el viento?<br />
¿A qué fin, dioses, echasteis<br />
a mal en mi nacimiento<br />
un alma con sus potencias<br />
y sus sentidos, haciendo<br />
nueva enigma de la vida<br />
gozarla y perderla, puesto<br />
que la tengo y no la gozo,<br />
o la gozo y no la tengo?<br />
O son justas o injustas<br />
vuestras deidades, es cierto;<br />
si justas, ¿cómo no os mueve<br />
la lástima de mis ruegos?<br />
Y si son injustas, ¿cómo<br />
las da adoración el pueblo?<br />
Ved que por entrambas partes<br />
os concluye el argumento.<br />
Responded a él... pero no<br />
respondáis; porque no quiero<br />
deberos esa piedad,<br />
por no llegar a deberos<br />
nada que esté en vuestra mano,<br />
Vanse FLORA y SILVIA<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
y de vosotros apelo<br />
a los infernales dioses,<br />
a quien vida y alma ofrezco,<br />
dando por la libertad<br />
alma y vida.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Yo [la] acepto.<br />
IRENE: ¿Quién eres, gallardo joven,<br />
que, si las noticias creo<br />
de pintados simulacros<br />
que en algunos cuadros tengo,<br />
viva copia eres de aquel<br />
ídolo que en nuestro templo,<br />
con el nombre de Astarot,<br />
adora todo este reino,<br />
cuya opinión acredita<br />
haber penetrado el centro<br />
de esta ignorada prisión<br />
sobre las alas del viento?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¿Qué mucho que a él me parezca,<br />
Irene, si soy el mesmo,<br />
pues las doy a sus estatuas<br />
alma, vida, voz y aliento?<br />
Yo soy el dios de Astarot,<br />
aquél a cuyo precepto<br />
ilumina el sol, la luna<br />
alumbra, los astros bellos<br />
influyen, el cielo todo<br />
se mueve y los elementos<br />
en lid se conservan, siempre<br />
amigos y siempre opuestos.<br />
Yo soy el que en toda el Asia,<br />
por los extraños portentos<br />
de mis milagros, estoy<br />
adorado, hallando a un tiempo<br />
su amparo en mí el afligido<br />
y su salud el enfermo.<br />
Compadecido a tu llanto<br />
y enternecido a tu ruego,<br />
concurriendo a tus conjuros,<br />
a darte libertad vengo.<br />
Y aunque yo sepa la causa,<br />
oírla de tu boca quiero,<br />
porque caiga nuestro pacto<br />
sobre mejor fundamento.<br />
Dime, ¿qué quieres de mí?<br />
IRENE: Tanto a tu voz me estremezco,<br />
tanto a tu vista me asombro,<br />
tanto a tu semblante tiemblo<br />
que no sé si formar pueda<br />
razones; mas oye atento.<br />
Esta provincia de Asia,<br />
a quien los que dividieron<br />
el mundo dieron por nombre<br />
inferior Armenia, imperio<br />
es del grande Polemón,<br />
Sale el <strong>DEMONIO</strong><br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
de cuya corona y cetro<br />
hija heredera nací,<br />
si hubiese querido el cielo<br />
que se midieran iguales<br />
fortuna y merecimiento.<br />
Quiso mi padre que hiciesen<br />
juicio de mi nacimiento<br />
sus sabios y en él hallaron<br />
--¡de imaginarlo reviento!--<br />
que había de ser mi vida<br />
el más extraño, el más nuevo<br />
prodigio de cuantos dio<br />
la fama a guardar al tiempo;<br />
pues de ella resultarían<br />
para todo aqueste imperio<br />
robos, muertes, disensiones,<br />
bandos, tragedias, incendios,<br />
lides, traiciones, insultos,<br />
ruinas y escándalos, siendo<br />
en oprobio de los dioses<br />
el principal instrumento<br />
de otra nueva ley de un dios<br />
superior a todos ellos.<br />
Con estos temores, dando,<br />
entre tan raros sucesos,<br />
crédito a los vaticinios<br />
y opinión a los agüeros,<br />
equivocando los nombres<br />
de piadoso y de severo,<br />
dispuso mi padre el rey<br />
que yo muriese en naciendo.<br />
¿Quién vio más crüel, tirano,<br />
injusto y torpe decreto<br />
que hacer los delitos él<br />
porque yo no llegue a hacerlos?<br />
De esta sentencia apelando<br />
de su ira a su consejo,<br />
él mismo mudó intención,<br />
tomando --¡ay de mí!-- por medio<br />
que en esta torre, fundada<br />
en los ásperos desiertos<br />
de Armenia, viva, si acaso<br />
vive quien vive muriendo.<br />
Aquí con solas mujeres<br />
me ha criado, de quien tengo,<br />
por su relación, remotas<br />
noticias del universo.<br />
No sé hasta ahora cómo son<br />
sus repúblicas, sus pueblos,<br />
sus políticas, sus leyes,<br />
sus tratos y sus <strong>com</strong>ercios.<br />
El primer hombre que he visto,<br />
si no me miente el objeto<br />
tuyo aparente, eres tú;<br />
tan cerca --¡ay de mí!-- y tan lejos<br />
vivo de lo racional.<br />
Y aun ya pasara por esto,<br />
si hoy no me hubiera una dama<br />
dicho que mi padre --¡ay cielos!--<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
a dos hijos de Astiages,<br />
su hermano, trajo a su reino;<br />
cuya desesperación<br />
me hizo --¡de cólera tiemblo!--<br />
salir de mí --¡de ira rabio!--<br />
hasta --¡ahógame mi aliento!--<br />
decir que en muerte y en vida<br />
el alma le daré en precio<br />
a cualquiera que me dé<br />
la libertad que apetezco.<br />
Y así, si tú, enternecido<br />
de mi llanto y de mis ruegos,<br />
de mi pena y de mi agravio,<br />
de mi voz y mi tormento,<br />
me la das, otra vez y otras<br />
mil veces a decir vuelvo<br />
que soy tuya, y lo seré<br />
en vida y en muerte, haciendo<br />
libre donación en vida<br />
y muerte de alma y de cuerpo,<br />
para ver si así me libro<br />
de esta prisión que padezco,<br />
de esta esclavitud que lloro,<br />
de esta sujeción que tengo,<br />
de esta envidia que publico<br />
y de esta rabia que siento.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: La lástima, hermosa Irene,<br />
de tus extraños sucesos<br />
me ha obligado a tomar hoy<br />
esta forma, concurriendo,<br />
<strong>com</strong>o dije, a tus conjuros;<br />
y aunque puedan mis portentos<br />
no sólo de aquí sacarte,<br />
pero todo este soberbio<br />
edificio trasladar,<br />
arrancado de su asiento,<br />
a los más remotos climas<br />
de todo el orbe, no quiero<br />
que hoy en tu favor me ayuden<br />
tantos prodigiosos medios.<br />
De medios más naturales<br />
me he de valer. (Y es que tengo Aparte<br />
limitada la licencia<br />
de Dios, y así no me atrevo<br />
a más de lo que permiten<br />
sus soberanos decretos.)<br />
Yo te pondré en libertad,<br />
revalidando el concierto<br />
de que serás siempre mía.<br />
IRENE: Otra y mil veces lo ofrezco.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues con esa condición<br />
yo haré que tu padre mesmo<br />
por ti envíe y que esos dos<br />
sobrinos suyos que al reino<br />
aspiran, porque te juzgan<br />
incapaz de su gobierno,<br />
se pongan tan de tu parte<br />
que ellos sean los primeros<br />
que te ilustren y te adornen<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
de la corona y el cetro<br />
de toda Armenia. Y porque<br />
no te dé cuidado el verlos<br />
hoy en tu corte, sabrás<br />
de su venida el intento.<br />
Astiages, menor hermano<br />
de Polemón, rey supremo<br />
de algunas de las provincias<br />
de Asia, tuvo tan a un tiempo<br />
esos dos hijos que hasta hoy<br />
el mayor ignora de ellos;<br />
porque al tiempo del nacer<br />
las matronas, acudiendo<br />
a su madre, olvidaron<br />
de señalar el primero<br />
que vio las luces del sol,<br />
perturbándose el derecho<br />
que a la herencia de su padre<br />
tenían; de cuyo yerro<br />
nació dividirse en bandos<br />
sus vasallos, pretendiendo<br />
cada uno para sí<br />
merecer el valimiento.<br />
Polemón, por excusar<br />
lides, batallas y encuentros,<br />
llamó a los dos a su corte,<br />
tomando por buen acuerdo<br />
que el uno a su padre herede<br />
y el otro al tío; advirtiendo<br />
que él ha de hacer la elección<br />
del que ha de jurar su reino.<br />
No temas que de ninguno<br />
se agrade su entendimiento;<br />
porque los dos son, Irene,<br />
tan encontrados y opuestos<br />
en acciones y en costumbres,<br />
en obras y en pensamientos,<br />
que duda al que ha de fïar<br />
la corona, conociendo<br />
que ninguno de ellos es<br />
merecedor del gobierno.<br />
Es el defecto de Ceusis<br />
ser ambicioso, soberbio,<br />
cruel, homicida, tirano,<br />
lascivo, injusto y violento.<br />
De todo esto es al contrario<br />
de Licanoro el afecto,<br />
porque es de ánimo abatido,<br />
postrado, humilde y sujeto.<br />
Tanto a la lección se entrega,<br />
apurando y discurriendo<br />
quién es causa de las causas,<br />
que le deja desatento<br />
para lo demás; de suerte<br />
que, aplicando yo otros medios<br />
hoy a la neutralidad<br />
que tu padre tiene, puedo<br />
hacer que tú te corones,<br />
bella Irene, y, siendo ellos<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
quien en tu frente y tu mano<br />
pongan la corona y cetro,<br />
rendidos a tu hermosura,<br />
para que acaben con esto<br />
tus prisiones, tus ahogos,<br />
tus llantos, tus desconsuelos,<br />
tus pasiones, tus desdichas,<br />
tus penas, tus sentimientos.<br />
IRENE: ¡Oye! (¡Ay de mí!) Aparte<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¿Qué me quieres?<br />
IRENE: Tu poder no dudo inmenso.<br />
Ya sabes cuánto es vehemente<br />
la cólera del deseo;<br />
dame una señal de que<br />
no es delirio, asombro o sueño<br />
de mi loca fantasía<br />
lo que estoy tocando y viendo.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Sí haré. ¿Qué es lo que deseas<br />
ver más del mundo?<br />
IRENE: Aunque tengo<br />
en mal formadas especies<br />
retratados mil objetos<br />
que me llevan la atención,<br />
a esos dos jóvenes, puesto<br />
que ellos dices que han de ser<br />
de mi libertad el medio,<br />
quisiera ver.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues yo haré<br />
que los veas en los mesmos<br />
ejercicios que ahora están<br />
divertidos. (Aquí, infiernos, Aparte<br />
he menester vuestra ayuda,<br />
pues para la lid que espero<br />
es necesario tener<br />
tan [pervertido] este reino<br />
que en él no halle entrada aquella<br />
nueva ley del Evangelio<br />
que los apóstoles van<br />
por todo el orbe esparciendo.)<br />
Vuelve los ojos, Irene;<br />
verás lo que a este momento<br />
tratando Ceusis está.<br />
IRENE: Ya le veo, ya le veo,<br />
a cuyo asombro me admiro.<br />
CEUSIS: ¡Villano! ¡Viven los cielos,<br />
que has de morir a mis manos!<br />
CRIADO 1: ¿Yo, señor, qué culpa tengo<br />
de que Marcela te trate<br />
con desdenes y desprecios?<br />
CEUSIS: Si tú de mí la dijeras<br />
que he de ser yo el heredero<br />
de Armenia, porque mi hermano<br />
no tiene merecimientos<br />
para <strong>com</strong>petir conmigo,<br />
Sale CEUSIS tras un CRIADO con la daga<br />
desnuda<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
claro está que fueran menos<br />
sus rigores.<br />
CRIADO 1: Tanto adora<br />
a su esposo que por eso<br />
presumo que no te admite.<br />
CEUSIS: Añade, entre los que tengo<br />
de dar la muerte en reinando,<br />
a ese atrevido, a ese necio<br />
que con su propia mujer<br />
se atreve a darme a mí celos.<br />
CRIADO 1: Teme, señor, que los dioses<br />
castiguen tu atrevimiento.<br />
CEUSIS: ¿Qué dioses se han de atrever<br />
a castigarme, si ellos<br />
me dieron vista con que<br />
mirase lo que apetezco?<br />
Acusen su providencia,<br />
pues ella fue el instrumento<br />
para mi culpa; o si no,<br />
preciados de justicieros<br />
quítenme la vista, si<br />
con la vista los ofendo.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: (Aquí, para ser más malo, Aparte<br />
me importa parecer bueno;<br />
y pues que me ha dado Dios<br />
permisión, por sus decretos,<br />
para usar de naturales<br />
causas, con ellas me atrevo<br />
a entorpecerle los ojos,<br />
con que dos nombres adquiero,<br />
el de justiciero ahora<br />
y el de milagroso, luego<br />
que a la vista que le turbo<br />
le quite el impedimento.)<br />
CRIADO 1: ¿Eso dices?<br />
CEUSIS: Esto digo.<br />
Mas, ¡ay infeliz! ¿Qué es esto?<br />
¿Qué se nos ha hecho el día,<br />
que a media tarde, cubierto<br />
de pardas nubes, fallece?<br />
¿Dónde se ha ido el sol huyendo,<br />
sin permitir que la luna<br />
substituya sus reflejos<br />
en el horror de la noche?<br />
CRIADO 1: ¿De qué haces tantos extremos?<br />
¿Qué tienes?<br />
CEUSIS: Perdí la luz,<br />
y con mil sombras tropiezo.<br />
¡Ay de mí, rabiando vivo!<br />
¡Ay de mí, rabiando muero!<br />
Finge estar ciego<br />
Vase CEUSIS, guiándole el<br />
CRIADO<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
IRENE: Confusa estoy y turbada.<br />
A hablar --¡ay de mí!-- no acierto.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Para quitarte ese horror,<br />
ve a Licanoro. Arguyendo<br />
con un sacerdote mío<br />
está; escucha el argumento.<br />
LICANORO: Dime, puesto que tú eres<br />
tan sabio, docto y maestro,<br />
¿qué libro es éste que acaso<br />
hallé entre otros que tengo,<br />
que, por más que en él estudio,<br />
ni sus principios entiendo,<br />
ni sus misterios alcanzo<br />
ni su doctrina <strong>com</strong>prendo?<br />
SACERDOTE: ¿Cómo es el título?<br />
LICANORO: El Génesis<br />
se dice, voz que en hebreo<br />
creación quiere decir.<br />
SACERDOTE: Pues ¿cómo empieza?<br />
LICANORO: Oye atento;<br />
"En el principio crïó<br />
Dios a la tierra y al cielo."<br />
SACERDOTE: No prosigas, si no dice<br />
qué dios.<br />
LICANORO: Mi duda está en eso.<br />
De un Dios habla solamente,<br />
poderoso, sabio, inmenso,<br />
criador del cielo y la tierra.<br />
SACERDOTE: Pues no le leas, supuesto<br />
que niega los demás dioses.<br />
LICANORO: Antes le estimo por eso;<br />
que no es posible que aquesta<br />
fábrica del universo<br />
sea obra de dos manos;<br />
y más si el lugar advierto<br />
del filósofo que dice<br />
lo que es ser Dios, infiriendo<br />
que es sólo un poder y un solo<br />
querer. Prosigue diciendo,<br />
"La tierra estaba vacía,<br />
nada eran los elementos,<br />
y el espíritu de Dios<br />
iba, estándose en sí mesmo,<br />
llevado sobre las ondas."<br />
SACERDOTE: Ni lo alcanzo ni lo entiendo.<br />
LICANORO: Yo tampoco. De Dios dice<br />
que iba el espíritu inmenso<br />
llevado sobre las ondas,<br />
sin decir qué dios.<br />
SACERDOTE: De ahí veo<br />
cuán <strong>com</strong>o rústico escribe<br />
el autor que le ha <strong>com</strong>puesto,<br />
pues nada prueba.<br />
LICANORO: Antes mucho.<br />
Oye, a ver si te convenzo.<br />
Salen LICANORO y el SACERDOTE<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
<strong>DEMONIO</strong>: (Sí harás; que ya tu discurso Aparte<br />
por otros actos penetro.<br />
Pero yo, antes que lo digas,<br />
impediré el instrumento<br />
de tus voces. Habla ahora,<br />
que yo tu lengua entorpezco.)<br />
SACERDOTE: Pon el argumento, empieza;<br />
que a todo responder pienso.<br />
LICANORO: Quien dice dios, absoluto<br />
poder dijo.<br />
SACERDOTE: No lo niego.<br />
Prosigue.<br />
LICANORO: (No puedo hablar.) Aparte<br />
Titubea<br />
SACERDOTE: ¿Qué tienes?<br />
LICANORO: (No sé qué tengo; Aparte<br />
que el corazón a pedazos<br />
se quiere salir del pecho<br />
al ver que muda la lengua<br />
articula los acentos.)<br />
SACERDOTE: ¿Qué tienes?--Por señas solas<br />
habla, y con raros extremos<br />
al cielo y la tierra mira,<br />
y va de mi vista huyendo.<br />
LICANORO: (¡Ay de mí, rabiendo vivo! Aparte<br />
¡Ay de mí, rabiando muero!)<br />
IRENE: Con no menor pasmo --¡ay triste!--<br />
me dejó aqueste suceso<br />
que el pasado.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Mis piedades<br />
les darán la vista luego<br />
y la voz que les quitaron,<br />
porque hablaron con desprecio<br />
mío. Mira a qué poder<br />
te entregas.<br />
IRENE: Yo me confieso<br />
tuya, Astarot, en la vida<br />
y en la muerte.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Yo lo acepto.<br />
IRENE: ¡Ay de mí, rabiando vivo!<br />
¡Ay de mí, rabiando muero!<br />
LIRÓN: ¡Ay!<br />
LESBIA: ¿Por qué lloras?<br />
LIRÓN: Probar<br />
quisiera si conseguir<br />
puedo en todo este lugar,<br />
Vanse LICANORO y el SACERDOTE<br />
Vanse. Salen LESBIA y LIRÓN<br />
llorando<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
ya que a nadie hago reír,<br />
hacer a alguno llorar;<br />
pues si la causa te digo<br />
del mal que traigo conmigo,<br />
fuerza es que antes y después<br />
lloren todos.<br />
LESBIA: ¿Qué mal es?<br />
LIRÓN: Estar casado contigo.<br />
LESBIA: Pues ¿cuándo pensasteis vos<br />
tener mujer de esta cara?<br />
LIRÓN: Eso nunca; que--¡por Dios!--<br />
que si una vez lo pensara,<br />
que no lo llorara dos.<br />
LESBIA: La causa saber espero.<br />
LIRÓN: ¿Qué mayor, si considero<br />
a cuán pocas satisfizo<br />
de las cuentas que me hizo<br />
contigo el casamentero?<br />
Porque él me dijo, "Lirón,<br />
casaos; que es mucha razón<br />
el que tenga un hombre honrado<br />
casa, familia y estado.<br />
Vos, con aquesa ración<br />
que tenéis de barrendero<br />
de este tempro, y con tener<br />
quien lo gobierne, si infiero<br />
que en manos de la mujer<br />
luce doblado el dinero,<br />
lo pasaréis, craro está,<br />
<strong>com</strong>o un rey; porque es así,<br />
que a eso se juntará<br />
su hacienda, y de aquí y de allí<br />
la gracia de Dios vendrá."<br />
Caséme, viéndole habrar<br />
tan sin duelo y sin mancilla,<br />
y la honra que vine a hallar<br />
son mujer, casa y familia<br />
que tener que sustentar.<br />
Lo que yo solo <strong>com</strong>ía,<br />
lo <strong>com</strong>o ahora en <strong>com</strong>pañía,<br />
y el locirlo tú es engaño;<br />
pues no gano yo en un año<br />
lo que gastas tú en un día.<br />
Sin que de aquí ni de allí<br />
un pan me venga siquiera,<br />
ni la gracia de Dios quiera<br />
más acordarse de mí<br />
que si en el mundo no huera.<br />
Y así de aquesta africión,<br />
pues que le barro su tempro,<br />
le he de pedir a Astarón<br />
me libre; que, si contempro<br />
cuántos sus milagros son,<br />
que sana al cojo, al tullido,<br />
al manco, al ciego, al baldado,<br />
mayor milagro habrá sido<br />
sanar a un hombre casado<br />
del achaque de marido.<br />
LESBIA: Yo también al tempro iré,<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
y a Astarón le pediré<br />
que, si en otra ha de empezar<br />
la grande obra de enviudar,<br />
en mí sea; que yo sé<br />
que me oirá mijor a mí,<br />
mentecato, que no a vos.<br />
LIRÓN: ¿Por qué, Lesbia?<br />
LESBIA: Porque sí.<br />
LIRÓN: Pues vamos juntos los dos<br />
habrándole desde aquí.<br />
LESBIA: Astarón de gran poder...<br />
LIRÓN: Dios adorado y querido...<br />
LESBIA: ...duélos mirar...<br />
LIRÓN: ...duélaos ver...<br />
LESBIA: ...el talle de mi marido.<br />
LIRÓN: ...la cara de mi mujer.<br />
LESBIA: Dadme modo...<br />
LIRÓN: Dadme traza...<br />
de librarme de esta maza...<br />
LESBIA: ...de quien él la mona ha sido...<br />
LIRÓN: ...que, si hacéis esto que os pido...<br />
LESBIA: ...que, si esto hacéis...<br />
VOCES: ¡Plaza, plaza!<br />
LIRÓN: ¿Qué ruido aquéste será?<br />
LESBIA: Yo la causa de él no dudo;<br />
porque, viendo el rey que está<br />
un príncipe de esos mudo<br />
y el otro ciego, querrá<br />
traerlos al tempro a ofrecer<br />
sacrificio, para ver<br />
si así en la gracia conquista<br />
de Astarón su habra y su vista.<br />
LIRÓN: Pues no tenemos que her<br />
por hoy mosotros, que tiene<br />
mucho que her nuestro dios;<br />
y así por hoy más conviene<br />
[.......................ós?]<br />
[......................ene?]<br />
irnos.<br />
LESBIA: No conviene tal;<br />
que mijor es asistir<br />
para ver en caso igual<br />
cómo le hemos de pedir<br />
la cura de mueso mal.<br />
REY: Inmensa deidad bella<br />
de esta patria felice, pues en ella<br />
tu imagen venerada<br />
se ve, en templos y altares colocada,<br />
en ti la pena mía<br />
Dentro<br />
Ábrese el templo, y salen el REY, CEUSIS,<br />
LICANORO, el SACERDOTE y MÚSICOS<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
la fe con que te busca hallar confía<br />
favores y piedades,<br />
restituyendo al alma sus mitades.<br />
Y, puesto que mi celo,<br />
por excusarle la ojeriza al cielo,<br />
a Irene--¡suerte esquiva!--<br />
muerta la llora y la sepulta viva,<br />
ya que otro arrimo ni descanso tengo<br />
que estos báculos dos, en quien prevengo<br />
descansar del prolijo<br />
peso del reino, con que ya me aflijo...<br />
CEUSIS: Si yo, por obligarle,<br />
pudiera--¡ay infeliz!--sacrificarle<br />
vida y alma, lo hiciera,<br />
porque a la luz del sol restituyera<br />
la ciega vista mía.<br />
¡Oh cuán triste es la noche sin el día!<br />
LIRÓN: ¿Esto es ser ciego? ¡Ay Dios, y quién lo fuera!<br />
LESBIA: ¿Por qué? Di.<br />
LIRÓN: Porque habrara, y no te viera.<br />
A LICANORO<br />
REY: ¿A los cielos me enseñas?<br />
¿Qué me quieres decir con esas señas?<br />
Solo "uno" me señalas;<br />
con tu dolor a mi dolor igualas.<br />
¿Qué dices? No te entiendo.<br />
SACERDOTE: Yo sí; que su concepto <strong>com</strong>prehendo.<br />
Dice que, si él hubiera<br />
de pedir el remedio, le pidiera<br />
al dios que solo es uno.<br />
REY: De oírlo se alegra. ¿Haber puede ninguno<br />
de absoluto poder? Ése es engaño.<br />
Busca el remedio donde hallaste el daño.--<br />
Todos al templo entremos;<br />
que no dudo que en él piedad hallemos.<br />
SACERDOTE: Ya desde aquí la imagen se termina,<br />
y corren a sus aras la cortina.<br />
REY: Con músicas vosotros y con voces<br />
los altos cielos penetrad veloces.<br />
MÚSICOS: "Grande prodigio de Asia,<br />
dios de la inferior Armenia,<br />
nuestros lamentos escucha,<br />
atiende a las voces nuestras;<br />
pues deidades supremas<br />
ni esconden el rigor ni el favor niegan."<br />
REY: A ti, deidad soberana,<br />
con dos aflicciones llega<br />
quien más tu grandeza adora,<br />
Cantan<br />
Descúbrese el ídolo<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
quien más tu culto venera;<br />
a Ceusis y a Licanoro,<br />
gran dios, traigo a tu presencia,<br />
uno ciego y otro mudo.<br />
En mí y en ellos ostenta<br />
lo sumo de tu poder,<br />
lo inmenso de tu grandeza.<br />
CEUSIS: Si pequé soberbio, humilde<br />
ya el perdón te pido; muestra<br />
que tiene la humildad premios,<br />
si castigos la soberbia;<br />
pues tu dulce voz süave<br />
nos advierte y nos enseña...<br />
MÚSICOS: "...que deidades supremas<br />
ni esconden el rigor ni el favor niegan."<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Quien a los dioses ultraja<br />
justo es que sus iras sienta,<br />
y justo también que goce<br />
sus piedades quien los ruega.<br />
Y, porque veas que en mí<br />
hay castigo y hay clemencia,<br />
la luz del sol a tus ojos<br />
a restitüirse vuelva.<br />
CEUSIS: Gracias te den, dios inmenso,<br />
a un tiempo el cielo y la tierra.<br />
Feliz quien ver mereció<br />
revocada tu sentencia.<br />
SACERDOTE: ¡Viva nuestro gran dios!<br />
TODOS: ¡Viva!<br />
LESBIA: ¡Viva muy en hora buena!<br />
LIRÓN: ¡Viva, <strong>com</strong>o me descase,<br />
pues que tan poco le cuestan<br />
los milagros!<br />
REY: Licanoro,<br />
pide tú con vivas señas<br />
sus favores, y entretanto<br />
la música a cantar vuelva.<br />
MÚSICOS: "...pues deidades supremas<br />
ni esconden el rigor ni el favor niegan."<br />
Cantan<br />
Dentro el <strong>DEMONIO</strong><br />
Cantan<br />
<strong>DEMONIO</strong>: (Aunque las señas que hace Aparte<br />
nada conmigo merezcan,<br />
la voz le he de dar; pues más<br />
me importa ocultar la ofensa<br />
que limitar el poder.)<br />
Quien mi majestad venera<br />
con señas, es justo que<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
ya con voces la engrandezca.<br />
LICANORO: Es engaño; porque yo<br />
no te he pedido clemencia;<br />
a la causa de las causas<br />
la he pedido.<br />
SACERDOTE: Porque veas<br />
que Astarot lo es, ha querido<br />
darte <strong>com</strong>o tal respuesta.<br />
¡Viva nuestro gran dios!<br />
TODOS: ¡Viva!<br />
LICANORO: Aun con ver que me reserva<br />
del dañado impedimento<br />
que tuvo atada mi lengua,<br />
con mi duda quedé.<br />
LIRÓN: ¿Han visto<br />
cuánto es a la estatua muesa<br />
záfil el hacer milagros?<br />
Lleguemos nosotros, Lesbia.<br />
LESBIA: ¿No ves que está el rey aquí,<br />
y no querrá en su presencia<br />
ocuparse en pocas cosas?<br />
LIRÓN: Yo bien sé cómo pudieras,<br />
si el milagro es descasarnos,<br />
hacerlo tú, sin que huera<br />
menester pedirlo a nadie.<br />
LESBIA: ¿Cómo?<br />
LIRÓN: Cayéndote muerta.<br />
LESBIA: ¡Malos años para vos!<br />
REY: Divina deidad eterna,<br />
¿qué víctima, qué holocausto,<br />
qué sacrificio, qué ofrenda<br />
en hacimiento de gracias<br />
puedo yo hacerte que sea<br />
más acepto?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Dar a Irene<br />
libertad.<br />
REY: Mi providencia<br />
pervertir quiso sus daños;<br />
mas si eso mandas, por ella<br />
vayan, señor, al momento.<br />
Vase el SACERDOTE. Dentro San<br />
BARTOLOMÉ<br />
BARTOLOMÉ: ¡Penitencia, penitencia!<br />
REY: ¿Qué triste y mísero acento<br />
es el que en los aires suena?<br />
LICANORO: Nunca se oyó en sus espacios<br />
voz tan horrible y funesta.<br />
CEUSIS: El sonido de sus ecos<br />
el corazón me atormenta.<br />
¡Qué pavoroso rüido!<br />
LIRÓN: ¿Cúya será esta voz, Lesbia?<br />
LESBIA: A todos turba el oírla.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: (Y más a mí el conocerla. Aparte<br />
Pero ¿qué temo, qué temo,<br />
que el apóstol de Dios venga,<br />
si viene a tiempo que tengo,<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
con las mentidas grandezas<br />
de mis fingidos milagros,<br />
toda esta gente suspensa?)<br />
REY: ¡El corazón se estremece!<br />
Gran dios, ¿cúya voz es ésta?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Yo te lo diré. (Aquí importan Aparte<br />
mis engaños y cautelas.)<br />
De un hombre, rey, que a tu corte<br />
viene, que tirano intenta<br />
quitar de tu mano el cetro<br />
y el laurel de tu cabeza.<br />
Y aunque otra cosa te diga,<br />
ni le escuches ni le creas,<br />
y está advertido, porque<br />
o le mates o le prendas.<br />
REY: Esa palabra te doy.<br />
BARTOLOMÉ: ¡Penitencia, penitencia!<br />
LICANORO: ¿Qué hombre, cielos será éste?<br />
Sale IRENE<br />
IRENE: ¡Aguarda, detente, espera!<br />
Que, aunque debiera primero<br />
rendir gracias y obediencias<br />
a dios que me da la vida,<br />
y a ti que me la reservas,<br />
de este hombre o de este monstruo<br />
te quiero contar las señas,<br />
ya que viniendo le vi<br />
entre el vulgo que le cerca,<br />
a cuya vista quedé<br />
ni bien viva ni bien muerta,<br />
de ver que el gusto de verte<br />
me embaracen estas nuevas.<br />
LICANORO: (¡Qué peregrina hermosura!) Aparte<br />
CEUSIS: (¡Qué soberana belleza!) Aparte<br />
IRENE: Es su estatura mediana,<br />
su barba y cabello en crencha<br />
partida a lo nazareno<br />
y de cenizas cubierta,<br />
afectando el desaliño<br />
más su hipócrita modestia;<br />
el rostro es grave, la voz,<br />
bien <strong>com</strong>o de una trompeta,<br />
armoniosamente dulce<br />
y dulcemente tremenda;<br />
vivo esqueleto de un vil<br />
báculo que le sustenta,<br />
es todo su adorno un saco<br />
ceñido con una cuerda.<br />
Pero ¿para qué repito<br />
las señas suyas, si entra<br />
ya en el templo? A cuya voz<br />
todo el edificio tiembla,<br />
cuando en pavoroso acento<br />
dice atrevida su lengua...<br />
Sale San BARTOLOMÉ<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
BARTOLOMÉ: ¡Cristo es el Dios verdadero!<br />
¡Penitencia, penitencia!<br />
LIRÓN: ¡Ay qué voz y qué semblante!<br />
Peor cara tiene que Lesbia.<br />
LESBIA: Sí; pero mejor que tú,<br />
por mala que te parezca.<br />
REY: Hombre, aborto de la espuma,<br />
que esa marítima bestia<br />
sorbió sin duda en el mar,<br />
para escupirte en la tierra...<br />
LICANORO: Parto de aquesas montañas<br />
que, equivocando las señas,<br />
para ser fiera, eres hombre,<br />
para ser hombre, eres fiera...<br />
CEUSIS: Racional nube que el viento<br />
para rayo suyo engendra,<br />
pues el trueno de tu voz<br />
espeluza y amedrenta...<br />
IRENE: Prodigio, ilusión y asombro<br />
que ha bosquejado la idea<br />
de algún informe concepto<br />
de soñadas apariencias...<br />
REY: ...¿qué mal entendido rumbo...<br />
LICANORO: ...¿qué derrotada tormenta...<br />
CEUSIS: ...¿qué deshecho terremoto...<br />
IRENE: ...¿qué fantástica quimera...<br />
REY: ...a estos puertos...<br />
LICANORO: ...a estos montes...<br />
CEUSIS: ...te trae?<br />
IRENE: ...te arroja?<br />
REY: ...te echa<br />
o te forma para asombro?<br />
¿Qué solicitas?<br />
LICANORO: ¿Qué intentas?<br />
BARTOLOMÉ: La salud de tantas almas<br />
<strong>com</strong>o cautivas y presas<br />
de la injusta idolatría<br />
tiene la ignorancia vuestra,<br />
que dejáis de dar al Dios<br />
que es criador de cielo y tierra<br />
las alabanzas que dais<br />
al bronce, barro y madera<br />
de que labráis vuestros dioses.<br />
Éste es único en esencia<br />
y trino en personas; pues<br />
el Padre, que es la primera,<br />
ni criado, ni engendrado<br />
ni procedido se ostenta<br />
de nadie, porque en sí mismo<br />
sin fin ni principio reina;<br />
el Hijo, que es la segunda<br />
de esta soberana esencia,<br />
ni criado ni procedido,<br />
sino engendrado se muestra<br />
del Padre, cuyo concepto<br />
siempre incesable se engendra;<br />
el Espíritu, que es<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
de aquesta esencia suprema<br />
la tercera, ni crïado<br />
ni engendrado, es cosa cierta,<br />
sino procedido de ambos;<br />
que, aunque tres personas sean,<br />
no son tres dioses, un solo<br />
Dios es no más, una mesma<br />
voluntad, un querer mismo<br />
y una misma omnipotencia.<br />
Uno es el Padre, uno el Hijo,<br />
y de la misma manera<br />
uno el Espíritu; pero<br />
no son tres con diferencia,<br />
no es fingido simulacro,<br />
en cuya errada asistencia<br />
habla el espíritu impuro<br />
del demonio.<br />
REY: Ten la lengua;<br />
que nuestros dioses infamas.<br />
IRENE: No prosigas, cesa, cesa;<br />
que su gran poder ofendes.<br />
CEUSIS: ¿Qué imposibles sutilezas<br />
son [a] las que nos persuades?<br />
LICANORO: Tente, Ceusis; no le ofendas,<br />
hasta entender sus razones.<br />
REY: ¿Qué razones? Todas ellas<br />
son para darme la muerte.<br />
BARTOLOMÉ: No son sino vida eterna.<br />
REY: Cuando eso fuera verdad,<br />
¿cómo quieres que lo crea,<br />
que este simulacro hermoso<br />
virtud divina no tenga,<br />
si, cuando vienes, estamos<br />
dándole gracias inmensas<br />
de dos milagros tan grandes<br />
<strong>com</strong>o dar su providencia<br />
vista al ciego y voz al mudo?<br />
BARTOLOMÉ: Sabiendo que todas esas<br />
obras caben en la margen<br />
de la gran Naturaleza,<br />
habiendo puesto primero<br />
el impedimento en ella,<br />
<strong>com</strong>o angélica criatura,<br />
capaz de todas las ciencias.<br />
Prosigue sus sacrificios<br />
y di, si de dios se precia,<br />
que, estando yo aquí, responda<br />
a alguna pregunta vuestra.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Sí responderé.<br />
BARTOLOMÉ: No harás;<br />
que yo con esta cadena<br />
de fuego, en nombre de Dios,<br />
tengo de ligar tu lengua.<br />
Habla ahora.-- Preguntadle;<br />
decid que os dé la respuesta.<br />
Al báculo que trae BARTOLOMÉ, que<br />
será a modo de cruz, se pondrá una bombilla y se<br />
encenderá por debajo<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
CEUSIS: Gran dios de Astarot, tu nombre<br />
hoy se ilustre y engrandezca.<br />
Vuelve por ti, con decirnos<br />
lo que este bárbaro intenta.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: (No puedo hablar--¡ay de mí!-- Aparte<br />
porque cautivas y presas<br />
con cadena están de fuego<br />
mis acciones y mis fuerzas.)<br />
No me aflijas, no me aflijas,<br />
Bartolomé; que ya deja<br />
mi engaño este ídolo mudo,<br />
faltándole mi asistencia.<br />
Y así cúbranme la faz<br />
caliginosas tinieblas<br />
que den al cielo pavor,<br />
que den asombro a la tierra.<br />
BARTOLOMÉ: ¿Cuánto es más, quitar a un dios<br />
vista y voz, que no el que pueda<br />
dar a otros voz y vista?<br />
CEUSIS: Eso fuera, si no fuera<br />
valido de los encantos<br />
y mágicas apariencias<br />
de que usáis los galileos<br />
todos, de hechizo y quimera.<br />
¡Muera a mis manos quien viene<br />
a alterar la patria!<br />
TODOS: ¡Muera!<br />
LICANORO: Dejadle; que hasta ahora no<br />
sabemos que nos ofenda.<br />
IRENE: Sí sabemos, pues que viene<br />
a introducirnos ley nueva<br />
de un dios que ignoramos, siendo<br />
la gran provincia de Armenia<br />
patrimonio de los dioses<br />
y de nosotros herencia,<br />
desde que la primer nave<br />
tomó en sus cumbres excelsas<br />
puerto, sobre cuya cima<br />
incorruptible se asienta.<br />
BARTOLOMÉ: Y aun por eso aquí de Cam<br />
la réproba descendencia<br />
obra con su idolatría<br />
en vuestros pechos impresa.<br />
REY: No lo escuches.<br />
CEUSIS: No le oigas.<br />
¡Muera a nuestras manos!<br />
TODOS: ¡Muera!<br />
BARTOLOMÉ: Para otra ocasión el cielo<br />
mi vida guarda y reserva.<br />
Cubren el altar<br />
Quieren a<strong>com</strong>eter a BARTOLOMÉ, y él<br />
vuela<br />
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20
Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
LIRÓN: Hecho una bestia he quedado.<br />
LESBIA: Siempre tú eres una bestia.<br />
REY: Seguidle todos, buscadle,<br />
hasta traerle a mi presencia.<br />
SACERDOTE: Sacrificio le he de hacer<br />
de aquestas aras sangrientas.<br />
IRENE: La primera seré yo<br />
que le dé la muerte fiera,<br />
pues <strong>com</strong>o esclava me toca<br />
del dios de Astarot la ofensa.<br />
CEUSIS: Yo bien quisiera seguirle,<br />
mas la divina presencia<br />
de Irene me lleva el alma.<br />
LICANORO: A mí también me la lleva,<br />
y por eso no le sigo.<br />
(Aunque el seguirle yo fuera, Aparte<br />
no para darle la muerte,<br />
mas para que luz me ofrezca<br />
de si el dios que yo imagino<br />
es <strong>com</strong>o el dios que él enseña.)<br />
LICANORO: ¿Qué pretende mi fortuna,<br />
que tan enojosa y triste<br />
con dos pasiones embiste,<br />
pudiendo matar con una?<br />
Y molesta e importuna<br />
darle dos muertes previene<br />
al que una vida no tiene,<br />
siendo causa de las dos<br />
Vase<br />
Vase<br />
Vase<br />
Vase<br />
Vase<br />
SEGUNDO ACTO<br />
Sale LICANORO<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
la investigación de un dios<br />
y la hermosura de Irene.<br />
CEUSIS: ¿Qué solicita mi suerte,<br />
que tirana y atrevida,<br />
para quitarme una vida,<br />
usa de una y otra muerte?<br />
Justo celo, dolor fuerte<br />
ocasiona mi tristeza,<br />
siendo causa la aspereza<br />
de mi cólera y mi furia,<br />
del dios de Astarot la injuria<br />
y de Irene la belleza.<br />
LICANORO: ¿Adónde pudiera hallar<br />
aquel hombre prodigioso,<br />
porque de su misterioso<br />
dios me volviese a informar?<br />
CEUSIS: ¿Dónde pudiera encontrar<br />
aquel monstruo peregrino<br />
que a nuestra provincia vino,<br />
para que mi saña vea,<br />
y víctima humana sea<br />
de nuestro ídolo divino?<br />
LICANORO: ................... [ -ós]<br />
......................<br />
......................<br />
...................... [ -ós]<br />
Mas ¿cómo pretendo--¡ay Dios!--<br />
buscarle, si preso lucho<br />
de Irene divina?<br />
CEUSIS: Mucho<br />
es mi mal, mi pena atroz.<br />
LICANORO: Mas ¿qué instrumento...?<br />
CEUSIS: ¿Qué voz...?<br />
LICANORO: ¿...es el que oigo?<br />
CEUSIS: ¿...es la que escucho?<br />
MÚSICOS: "Sin mí, sin vos y sin Dios,<br />
triste y confuso me veo;<br />
sin Dios, por lo que os deseo,<br />
sin mí, porque estoy en vos,<br />
sin vos, porque no os poseo."<br />
IRENE: No cantéis; que no permite<br />
esta necia pasión mía<br />
Sale CEUSIS<br />
Suenan dentro los MÚSICOS<br />
Cantan<br />
Sale IRENE<br />
Librodot<br />
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22
Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
que de su melancolía<br />
nadie el mérito la quite.<br />
LICANORO: No, señora, solicite<br />
vuestra tristeza estorbar<br />
lisonja tan singular<br />
a quien de ella traído viene.<br />
Mandad, bellísima Irene,<br />
que otra vez vuelva a cantar<br />
ese bellísimo encanto.<br />
IRENE: Mucho extraño que haya a quien<br />
suene la música bien,<br />
pudiendo escuchar el llanto.<br />
CEUSIS: Más extraño yo y me espanto<br />
de veros con tal crueldad,<br />
después que vuestra beldad<br />
de su libertad gozó.<br />
IRENE: Pues ¿quién os dijo que yo<br />
gozo de mi libertad?<br />
CEUSIS: El veros vivir, señora,<br />
en palacio lo confiesa.<br />
IRENE: ¿Y qué sabéis vos, si esa<br />
también es prisión ahora?<br />
LICANORO: ¿De qué suerte?<br />
CEUSIS: ¿Cómo?<br />
IRENE: ¡Flora!<br />
FLORA: ¿Qué mandas?<br />
IRENE: Vuelve a cantar.--<br />
Así pretendo atajar<br />
vuestra plática, porqué<br />
no pidáis que razón dé<br />
de razón que no he de dar.<br />
MÚSICOS: "Sin mí, sin vos y sin Dios,<br />
triste y confuso me veo;<br />
sin Dios, por lo que os deseo,<br />
sin mí, porque estoy en vos,<br />
sin vos, porque no os poseo."<br />
LICANORO: Bien letra y tono parece<br />
que <strong>com</strong>puso mi dolor,<br />
viendo que el alma padece<br />
un nuevo incendio de amor,<br />
que nunca a ser mayor crece.<br />
Su objeto somos los dos,<br />
y aun Dios, pues al irme a hallar,<br />
sin mí me hallo, y no con vos;<br />
con que me vengo a quedar<br />
sin mí, sin vos y sin Dios.<br />
CEUSIS: Yo del imán soberano<br />
de vuestros divinos ojos<br />
contento estoy, aunque en vano<br />
intento que los enojos<br />
Dentro FLORA<br />
Cantan<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
de mi dios vengue mi mano.<br />
Si ir tras su ofensa deseo,<br />
mi muerte en mi ausencia veo,<br />
y entre los discursos varios<br />
de dos afectos contrarios,<br />
triste y confuso me veo.<br />
LICANORO: Del dios que ignoro, hasta agora<br />
principio ninguno hallé.<br />
y aunque por saber de él llora<br />
el alma, ciega es la fe<br />
que a uno busca y a otro adora.<br />
Si a Dios busco, a vos no os veo;<br />
si os veo a vos, a Dios ignoro;<br />
y así está mi devaneo<br />
sin vos, por lo que os adoro,<br />
sin Dios, por lo que os deseo.<br />
CEUSIS: Desde el instante que os vi,<br />
toda el alma os entregué;<br />
y aunque el agravio sentí<br />
de Astarot, también mi fe<br />
me ha dejado a mí sin mí.<br />
Perdone su ofensa el dios,<br />
y dé castigo a los dos;<br />
pues me ha de hallar desde aquí<br />
con vos, porque estáis en mí,<br />
sin mí, porque estoy en vos.<br />
LICANORO: Tan corta es la dicha mía<br />
que aun ser esperanza ignora.<br />
CEUSIS: La mía no; porque sería<br />
mostrar, quien sin ella adora,<br />
cuán poco al mérito fía.<br />
LICANORO: Yo no aspiro a tanto empleo...<br />
CEUSIS: Yo aspiro a cuanto deseo...<br />
LICANORO: ...y con gusto...<br />
CEUSIS: ...y con pesar...<br />
LICANORO: ...he de vivir...<br />
CEUSIS: ...he de estar...<br />
LICANORO: ...sin vos.<br />
CEUSIS: ...porque no os poseo.<br />
IRENE: Si sois los que me habláis, dudo,<br />
cuando a oír a los dos llego,<br />
que a vos os jugzaba ciego<br />
y a vos, Licanoro, mudo.<br />
LICANORO: Nunca con más causa pudo<br />
juzgarlo vuestra hermosura.<br />
CEUSIS: Una razón lo asegura<br />
bien en mí.<br />
LICANORO: Y en mí lo advierte<br />
un ejemplo.<br />
IRENE: ¿De qué suerte?<br />
CEUSIS: Ciego es [a] aquel que la pura<br />
luz del sol falta.<br />
IRENE: Es así.<br />
CEUSIS: Y ciego, Irene, también<br />
viene a ser aquel a quien<br />
la luz del sol ciega.<br />
IRENE: Di.<br />
CEUSIS: [......................-í?]<br />
Librodot<br />
24<br />
24
Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
Luego en mí este ejemplo cobra<br />
fuerza; ciego estoy, pues obra<br />
una experiencia tan alta,<br />
allí porque luz me falta,<br />
aquí porque luz me sobra.<br />
LICANORO: ¿Que yo estoy más mudo ahora<br />
que estuve entonces allí<br />
probar no me toca?<br />
IRENE: Sí.<br />
LICANORO: Pues oye atenta, señora.<br />
Mudo es aquél--¿quién lo ignora?--<br />
que por falta de instrumento<br />
no explica su sentimiento;<br />
luego yo a estarlo me obligo;<br />
pues cuando hablo más, no digo<br />
lo menos de lo que siento.<br />
Y aunque entonces embargada<br />
la voz, pude en algún modo<br />
por señas decirlo todo,<br />
ya ahora no digo nada;<br />
luego si al mirarla atada<br />
de otorgarme te desdeñas<br />
aun lisonjas tan pequeñas,<br />
más mudo vengo ahora a estar,<br />
pues no me puedo explicar<br />
ni con voces ni con señas.<br />
IRENE: Que estáis ciego y estáis mudo<br />
los dos habéis pretendido<br />
probar, valiéndoos a un tiempo<br />
de cortesanos estilos;<br />
y así, que vos estáis mudo<br />
no he de creer, habiendo oído<br />
atrevimientos tan mal<br />
pensados <strong>com</strong>o bien dichos.<br />
Que estáis ciego vos creeré<br />
más fácilmente, si miro<br />
cuán ciego debe de estar<br />
quien no ve que habla conmigo,<br />
y para que no os parezca<br />
por una parte mi juicio<br />
tan fácil que le persuaden<br />
sofísticos silogismos,<br />
ni por otra tan grosero<br />
que no os crea, determino<br />
repartir entre los dos<br />
las dudas y los designios.<br />
LICANORO: Si yo pensara enojaros,<br />
mármol fuera helado y frío.<br />
CEUSIS: Lince fuera yo, aunque viera<br />
vuestros enojos esquivos.<br />
LICANORO: Porque atento a no ofenderos...<br />
CEUSIS: Porque atento a conseguiros,<br />
mi afecto os rindo postrado.<br />
LICANORO: ...yo os le doy, mas no os le rindo.--<br />
A CEUSIS<br />
Librodot<br />
25<br />
25
Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
Mucho el ver que me <strong>com</strong>pitas<br />
con esa arrogancia estimo.<br />
CEUSIS: Pues ¿quién te ha dicho que yo,<br />
Licanoro, te <strong>com</strong>pito?<br />
LICANORO: Lo bien que a ti te estuviera<br />
cualquiera igualdad conmigo.<br />
CEUSIS: Pues ¿cuándo yo...?<br />
IRENE: Bien está;<br />
y ya que ostentar los bríos<br />
intentáis, para que sea<br />
en mejor lid, solicito<br />
daros a entender la queja<br />
que de los dos he tenido,<br />
el valor de que me ofendo<br />
y el amor de que me obligo.<br />
Usa el gran dios de Astarot<br />
con los dos de sus prodigios,<br />
póneme a mí en libertad,<br />
interrumpe el sacrificio<br />
un hombre que al templo llega,<br />
extranjero advenedizo,<br />
abortado de esos mares,<br />
y engendrado de esos riscos.<br />
Enmudece nuestro dios,<br />
publica el nombre de Cristo,<br />
desaparece en el viento<br />
y, usando de sus hechizos,<br />
aunque le buscan en montes<br />
y en ciudades los ministros<br />
de mi padre, no le hallan;<br />
y para mortal castigo,<br />
enojado nuestro dios,<br />
nos niega sus vaticinios.<br />
Y cuando yo con tan grandes<br />
penas me ahogo y me aflijo<br />
con más causa, porque el dios<br />
de Astarot es dueño mío,<br />
después que le consagré<br />
alma y vida en sacrificio,<br />
antes de vengar su ofensa,<br />
tan necios o inadvertidos<br />
venís a decirme amores,<br />
sin advertir cuánto ha sido<br />
indigno de mi fineza<br />
quien no es de mi pena digno.<br />
[Mía] es la ofensa del dios<br />
de Astarot; a mí me hizo<br />
aquel asombro el ultraje,<br />
el desaire aquel prodigio.<br />
Pues ¿cómo, cómo queréis<br />
que yo os premie, cuando os miro<br />
tan desairados a vista<br />
de los sentimientos míos?<br />
Y si ostentar pretendéis<br />
las altiveces, los bríos,<br />
rendimientos y finezas,<br />
idos de mi vista, idos;<br />
y ninguno vuelva a ella<br />
sin traerme algún indicio;<br />
Librodot<br />
26<br />
26
Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
que a aquél que me le trajere<br />
a favorecer me obligo<br />
con la vida y con el alma,<br />
que es ofrecerle lo mismo<br />
que desagravio, supuesto<br />
que por suyas las estimo.<br />
CEUSIS: ¿Eso ofreces?<br />
IRENE: Esto ofrezco.<br />
LICANORO: ¿Eso dices?<br />
IRENE: Esto digo.<br />
CEUSIS: Pues yo le traeré a tus plantas,<br />
si sé por varios caminos<br />
pisar montes, sulcar mares,<br />
desde donde ese Narciso<br />
de los cielos nace en flores,<br />
hasta donde muere en vidrio.<br />
LICANORO: Yo no te ofrezco traerle.<br />
IRENE: ¿Por qué?<br />
LICANORO: Porque no me animo<br />
a tanta empresa, aunque pierda<br />
de esa esperanza el alivio.<br />
IRENE: ¿Cómo?<br />
LICANORO: Como hombre a quien guarda<br />
su dios, señora, es preciso<br />
seguro estar de nosotros,<br />
aun entre nosotros mismos.<br />
Y tengo a menos desaire<br />
no ofrecer, amante y fino,<br />
lo que no sé si podré<br />
cumplir después de ofrecido.<br />
IRENE: ¡Ay, Licanoro, mal haces!<br />
LICANORO: ¿Cómo o por qué?<br />
IRENE: No me animo<br />
a decirlo yo tampoco;<br />
que no me está bien decirlo.<br />
LICANORO: Peor me está a mí no entenderlo.<br />
IRENE: Pues partamos el camino;<br />
yo te diré la mitad<br />
de la razón que no digo;<br />
adelanta tú al discurso<br />
la otra mitad, y preciso<br />
será que nos encontremos<br />
a entenderlo sin decirlo.<br />
LICANORO: Has dicho bien.<br />
IRENE: Pues yo empiezo.<br />
LICANORO: Y yo, señora, te sigo.<br />
IRENE: Al que me traiga a aquel hombre<br />
favorecer he ofrecido.<br />
Ya he dado yo el primer paso.<br />
LICANORO: Yo le doy ahora, y te pido<br />
no me mandes eso solo,<br />
y verás cómo te sirvo.<br />
IRENE: Mucho que tú le trajeras<br />
estimara mi albedrío.<br />
LICANORO: No me atrevo contra un dios<br />
Vase<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
que, aunque le ignoro, le estimo.<br />
IRENE: Muy lejos vas de encontrarme,<br />
Licanoro.<br />
LICANORO: Fuerza ha sido,<br />
Irene; porque los dos<br />
seguimos rumbos distintos.<br />
IRENE: Con todo eso, quiero dar<br />
otro paso.<br />
LICANORO: Y yo otro indicio.<br />
IRENE: El dios de Astarot está<br />
enojado y ofendido.<br />
LICANORO: Luego quien pudo ofenderle<br />
y agraviarle habrá podido<br />
más que él.<br />
IRENE: Su ofensa es mi ofensa.<br />
LICANORO: Dios es; vénguese a sí mismo.<br />
IRENE: Mira que vas, Licanoro,<br />
dejando atrás el camino.<br />
LICANORO: Tú eres quien le pierde, Irene.<br />
IRENE: Pues volvamos al principio.<br />
Quien a los dioses ultraja<br />
fuerza es que quien me ha querido<br />
desagravie.<br />
LICANORO: ¿Quién a un dios<br />
que dejarse agraviar quiso<br />
desagraviará?<br />
IRENE: Tú sólo.<br />
LICANORO: Es engaño.<br />
IRENE: Eso es delirio.<br />
LICANORO: Ésa ilusión.<br />
IRENE: Eso miedo.<br />
LICANORO: Ésa ignorancia.<br />
IRENE: Es preciso;<br />
y no nos busquemos más,<br />
puesto que ya nos perdimos;<br />
siendo yo tan desdichada<br />
que, tú ingrato y Ceusis fino,<br />
me ha de deber el favor<br />
quien no me debió el cariño.<br />
LICANORO: ¡Que sea en mí tan poderosa<br />
esta aprehensión de que ha habido<br />
primer causa de las causas,<br />
dios sin fin y sin principio,<br />
que no deja en mi discurso<br />
razón, elección ni arbitrio<br />
aun para amar, cuando más<br />
a la hermosura me inclino<br />
de Irene! Pues por creer<br />
que aquel Dios de quien ya dijo<br />
el extranjero las señas<br />
y el que yo adoro es el mismo,<br />
a ofenderle no me atrevo.<br />
¡Valedme, cielos benignos!<br />
Que a tanto misterio falta<br />
la razón, fallece el juicio.<br />
Vase<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
Si tres personas y un dios<br />
predica, y éstas han sido<br />
el Padre y el Hijo amado<br />
y el Espíritu divino,<br />
¿cómo, no habiendo nombrado<br />
otro dios que el Uno y Trino,<br />
Cristo es verdadero Dios<br />
dijo también? ¿Quién es Cristo<br />
de estas tres personas?<br />
SACERDOTE: Presto<br />
saldrás de ese laberinto<br />
de dudas y confusiones.<br />
LICANORO: ¿Dónde o cómo? Mas ¿qué miro?<br />
El rey es, y tan suspenso<br />
viene que aquí no me ha visto.<br />
No le quiero hablar, porque<br />
no embarace los motivos<br />
de mis discursos. Dad, cielos,<br />
nueva luz a mis sentidos,<br />
que entre un dios y una belleza<br />
anda delirando el juicio.<br />
REY: No hay consuelo para mí.<br />
SACERDOTE: Presto, señor, <strong>com</strong>o he dicho,<br />
saldrás de esa confusión,<br />
en firmando los edictos.<br />
En ellos de todo el reino<br />
avisarás los ministros<br />
que a aquel hombre prendan, donde<br />
quiera que tengan aviso<br />
de él, por las señas que envías,<br />
ensanchando tus distritos<br />
hasta el reino de Astiages<br />
tu hermano, de quien confío<br />
que hará mayor diligencia.<br />
REY: Hasta que en el poder mío<br />
le veo, y haga en las aras<br />
de Astarot su sacrificio,<br />
no ha de haber consuelo en mí,<br />
por verle tan ofendido.<br />
Pon aquí aquesos papeles,<br />
y nadie entre mientras firmo.<br />
Leer quiero en esta minuta<br />
de los demás el estilo.<br />
REY: "Nobles prefectos de Armenia,<br />
jueces y legados míos,<br />
Dentro el SACERDOTE<br />
Vase. Salen el REY y el SACERDOTE<br />
Pone el SACERDOTE unos papeles que trae sobre un<br />
bufete y vase; y el REY, sentado junto al bufete, lee un<br />
papel<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
sabed que a nuestra provincia<br />
llegó un humano prodigio<br />
que, alterando nuestras leyes,<br />
las ceremonias y ritos,<br />
un nuevo dios predicando,<br />
turbó nuestros sacrificios.<br />
Huyóse al punto; y así<br />
conviene a nuestro servicio<br />
que le busquéis y prendáis;<br />
para cuyo efecto envío<br />
sus señas. Son pobres ropas,<br />
y él un esqueleto vivo."<br />
¡Ay de mí, que de acordarme<br />
de él ahora tiemblo y me aflijo,<br />
y tan presente le tengo<br />
que parece que le miro!<br />
BARTOLOMÉ: En vano, rey engañado,<br />
despachas contra mí edictos,<br />
para que me busquen otros,<br />
si yo me traigo a mí mismo.<br />
Prosigue; que, porque no<br />
yerres la copia, he venido<br />
a que de mí la traslades.<br />
REY: Ilusión de mis sentidos,<br />
sombra de mi devaneo,<br />
de mi discurso delirio,<br />
¿cómo has entrado hasta aquí?<br />
BARTOLOMÉ: Quien del cielo a abrirte vino<br />
las puertas bien es que abiertas<br />
halle las de tu retiro.<br />
¿Diligencias para hallarme<br />
haces? ¿Qué me quieres? Dilo;<br />
que ya presente me tienes.<br />
REY: De tus encantos y hechizos<br />
no menor efecto es<br />
el haberte aquí venido<br />
que el haberte allá ausentado;<br />
y aunque es la verdad que quiso<br />
mi deseo verte, ya<br />
tomara no haberte visto.<br />
¿Qué me quieres? ¿Qué me quieres?<br />
BARTOLOMÉ: Hacer al cielo testigo,<br />
al sol, la luna y estrellas,<br />
astros, planetas y signos,<br />
del gran poder de mi Dios,<br />
cuya nueva ley publico;<br />
porque soy uno de doce<br />
discípulos escogidos<br />
que a sembrar por todo el mundo<br />
de su Evangelio venimos<br />
la semilla; y nos envía<br />
de fe y esperanza ricos.<br />
Y así, en nombre suyo vengo<br />
a aplazarte un desafío,<br />
Sale San BARTOLOMÉ<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
a cuyo duelo señalo<br />
de aqueste gran templo el sitio,<br />
por armas sola mi voz,<br />
y por juez a tu dios mismo.<br />
En él me hallarás. A él<br />
haz que vengan prevenidos<br />
los sacerdotes, tus sabios,<br />
todos a argüir conmigo,<br />
en presencia de tu dios;<br />
y el que quedare vencido<br />
a manos del otro muera.<br />
REY: Tanto de mis dioses fío<br />
y de mis sabios espero<br />
que lo acepto y lo permito.<br />
BARTOLOMÉ: Pues en el templo te aguardo,<br />
y me hallarás en el sitio<br />
armado de fe, que son<br />
las armas con que yo lidio.<br />
REY: ¡Espera, aguarda!--En el aire<br />
se ha desaparecido.<br />
Divinos dioses, ¿es sueño,<br />
es encanto o es delirio?--<br />
¡Hola!<br />
SACERDOTE: Señor, ¿qué me mandas?<br />
REY: ¿No habéis visto, no habéis visto<br />
aquel pasmo, aquel horror?<br />
SACERDOTE: ¿Quién?<br />
REY: El profeta de Cristo.<br />
SACERDOTE: Engaño es de tu deseo;<br />
nadie ha entrado ni ha salido,<br />
porque yo he estado a la puerta.<br />
REY: No es; que aquí estuvo conmigo,<br />
yo le he visto, yo le he hablado,<br />
por señas de que me ha dicho<br />
que quiere hacer con mis sabios<br />
certamen y desafío<br />
de sus ciencias. Y así al punto<br />
se truequen estos edictos<br />
en pregones que convoquen,<br />
dando de esta lid aviso<br />
a los sabios de mi reino;<br />
que yo, postrado y rendido<br />
al asombro de su voz,<br />
de su semblante al prodigio,<br />
en mis sombras tropezando,<br />
voy huyendo de mí mismo.<br />
Desaparece<br />
Sale el SACERDOTE<br />
Vanse. Descúbrese el templo y sale<br />
LIRÓN<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
LIRÓN: "Mijor se puede pasar<br />
todo el año sin moger<br />
que dos días sin <strong>com</strong>er,"<br />
dice un badajo vulgar;<br />
y cuando él no lo dijera,<br />
pudiera decirlo yo,<br />
que buen badajo me so.<br />
¡Ay hambre terrible y fiera,<br />
cuánto tu vista me espanta!<br />
Pescudaba un hombre un día<br />
dónde cae el mediodía,<br />
y otro dijo, "A la garganta."<br />
Dígalo yo; que dempués<br />
que mueso dios perdió el habra,<br />
y que sola una palabra<br />
pronunciar no quiere, es<br />
tan poca la devoción<br />
que con él la gente tiene<br />
que nadie a su tempro viene;<br />
con lo cual de la ración<br />
la quitación ha llegado;<br />
que no hay tan sola una ofrenda,<br />
que era mi mijor hacienda.<br />
Pues pobres hemos quedado,<br />
remiendémonos los dos,<br />
Astarón omnipotente,<br />
y pues dicen <strong>com</strong>únmente,<br />
"Quien no habra, no le oye Dios,"<br />
no el rofián mudéis conmigo;<br />
habrad sola una palabra,<br />
que dirán que a Dios que no habra<br />
tampoco le oye el bodigo.<br />
¿Aun no queréis? Pues par Dios,<br />
que habéis, ya que mudo estáis,<br />
de habrar, aunque no queráis,<br />
o yo he de habrar por vos,<br />
haciendo lo que he pensado.<br />
Yo me tengo de esconder<br />
detrás de la estatua y ser<br />
dende hoy ídolo barbado.<br />
Que, viendo que habró Astarón,<br />
y la habra cobró ya,<br />
la devoción volverá<br />
y volverá la ración.<br />
A ganar voy, no a perder;<br />
y cuando me salgan malos,<br />
tan sólo matarme a palos<br />
es lo que pueden hacer.<br />
Y aunque no salga barato,<br />
a quien su industria le vale,<br />
barato el <strong>com</strong>er le sale.<br />
LESBIA: ¿Adónde estáis, mentecato?<br />
LIRÓN: Lesbia es ésta. Ella ha de ser<br />
la que antes he de engañar.<br />
Ahora bien, voyme a endiosar,<br />
Dentro LESBIA<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
que es a tener que <strong>com</strong>er.<br />
LESBIA: ¿Dónde estáis, que no os encuentro,<br />
simpronazo? Aun no responde<br />
por su propio nombre. ¿Dónde<br />
se habrá ido, que aquí dentro<br />
ni huera le puedo hallar?<br />
Y quisiera yo saber<br />
si ha de busca la mujer<br />
la <strong>com</strong>ida.<br />
LIRÓN: No hay dudar.<br />
LESBIA: ¿Qué voz es ésta--¡ay de mí!--<br />
que en el mismo altar se oyó?<br />
¿Quién es quien ahí habra?<br />
LIRÓN: Yo.<br />
LESBIA: ¿Es el dios de Astarón?<br />
LIRÓN: Sí.<br />
LESBIA: Pues ¿cómo os dignáis conmigo<br />
de habrar hoy?<br />
LIRÓN: Como me muero<br />
de lo que he callado, y quiero<br />
hartarme de habrar contigo.<br />
LESBIA: ¿Que os merezca tal ventura<br />
la mujer, señor, de vueso<br />
barrendero?<br />
LIRÓN: Y aun por eso,<br />
que estó hecho una basura.<br />
LESBIA: Ya que afabre os llego a ver,<br />
¿queréis enviudarme?<br />
LIRÓN: No;<br />
porque ese milagro yo<br />
para mí lo he menester.<br />
LESBIA: Pues ¿cómo podré pasar<br />
con marido de aquel talle?<br />
LIRÓN: Tratando de regalalle.<br />
LESBIA: ¿Con qué le he de regalar,<br />
si no tenemos los dos<br />
manjares que satisfacen?<br />
LIRÓN: Buscadlos vos; que así hacen<br />
otros mijores que vos.<br />
LESBIA: Por no ofenderos, confieso<br />
que mil hambres padecí.<br />
LIRÓN: No las padezcáis; que a mí<br />
no se me da nada de eso.<br />
......................<br />
LESBIA: Pues yo lo haré así.<br />
LIRÓN: Haréis bien.<br />
Pónese en el altar detrás del<br />
ídolo. Sale LESBIA<br />
Dentro<br />
Sale el SACERDOTE<br />
Librodot<br />
33<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
SACERDOTE: ¿Quién, dioses piadosos, quién<br />
........................<br />
creerá que aquella ilusión<br />
tanto al rey ha persuadido<br />
que manda que prevenido<br />
el templo tenga, a ocasión<br />
de la lid que en él espera?<br />
LESBIA: ¿Vos licencia me dais?<br />
LIRÓN: Sí.<br />
SACERDOTE: Mas ¿quién es quien habla aquí?<br />
LESBIA: Yo soy, señor; y quisiera<br />
pedirte albricias.<br />
SACERDOTE: ¿De qué?<br />
LESBIA: De que ya Astarón habró.<br />
SACERDOTE: ¿Quién, Lesbia, lo dice?<br />
LIRÓN: Yo.<br />
SACERDOTE: ¡Felice, pues escuché<br />
su voz! Sin duda ha querido,<br />
viendo que el rey ha aceptado<br />
el desafío aplazado,<br />
volver por su honor perdido.<br />
A decirlo al rey iré,<br />
para que el concurso sea<br />
mayor, y este monstruo vea<br />
sus maravillas; aunqué<br />
el salir es excusado,<br />
pues dice sonoro el viento<br />
con cuánto a<strong>com</strong>pañamiento<br />
el rey en el templo ha entrado.<br />
Ya el velo puedo correr.<br />
Descúbrese el ídolo vestido <strong>com</strong>o<br />
estaba el <strong>DEMONIO</strong>, y salen el REY, LICANORO, e IRENE y<br />
ACOMPAÑAMIENTO<br />
LIRÓN: (¡Si me ve, hoy muero!) Aparte<br />
SACERDOTE: Señor,<br />
albricias de la mayor<br />
fortuna que merecer<br />
pudo tu imperio.<br />
REY: ¿Qué ha sido?<br />
SACERDOTE: Ya el cielo vuelve por ti<br />
y por tu causa; y así<br />
nuestro gran dios ha querido<br />
dolerse de nuestro llanto.<br />
LIRÓN: (¡Ay, que el rey mismo me adora! Aparte<br />
Estó por decir ahora<br />
que no lo hice yo por tanto.<br />
Mas mijor es proseguir<br />
el engaño, ya que en él<br />
estó empeñado.)<br />
SACERDOTE: Ya fiel<br />
vuelve en su culto a lucir.--<br />
Llegad, preguntadle todos<br />
y veréis si da este día<br />
respuesta <strong>com</strong>o solía.<br />
LIRÓN: (Distintos serán los modos; Aparte<br />
mas al fin responderá<br />
Librodot<br />
34<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
bien o mal, <strong>com</strong>o saliere.)<br />
REY: Bello esplendor que prefiere<br />
a la luz que el sol nos da,<br />
pues hoy ha de ser aquí<br />
la lid de uno y otro dios,<br />
volved, gran señor, por vos.<br />
LIRÓN: Yo me acordaré de mí.<br />
REY: No permitáis que ensalzado<br />
en nuestras aras se vea<br />
dios que ignoramos quién sea.<br />
LIRÓN: Yo me tengo harto cuidado.<br />
REY: ¿No hablas, Licanoro?<br />
LICANORO: No<br />
quisiera, por excusar<br />
lo que le he de preguntar.--<br />
Cristo ¿quién es?<br />
LIRÓN: ¿Qué sé yo?<br />
SACERDOTE: ¿Dónde está, gran señor, di,<br />
que mis ojos no lo ven,<br />
el extranjero con quien<br />
arguir nos mandas?<br />
Sale San BARTOLOMÉ<br />
BARTOLOMÉ: Aquí;<br />
que quien lidia voluntario<br />
por su Dios no ha de hüir,<br />
hasta vencer o morir,<br />
la cara de su contrario.<br />
REY: Mira qué poco sirvió<br />
aquella prisión de fuego,<br />
pues habló la estatua luego.<br />
LIRÓN: (Gracias a por quien habró; Aparte<br />
que a fe que se las debéis.<br />
¿Qué va que vienen los palos<br />
primero que los regalos?)<br />
REY: Ea, ya empezar podéis.<br />
SACERDOTE: Manda, señor, que la opinión asiente,<br />
porque con fundamento se argumente.<br />
BARTOLOMÉ: Yo defiendo que un Dios...<br />
Sale CEUSIS<br />
CEUSIS: Antes que empiece<br />
la cuestión, si mi celo lo merece,<br />
y das licencia, gran señor, te pido<br />
que me escuches.<br />
REY: ¿Qué traes? ¿Qué ha sucedido?<br />
CEUSIS: En busca de esta fiera<br />
que escandalosa toda el Asia altera,<br />
penetraba los montes<br />
que dividen al sol en horizontes,<br />
cuando en lo más oculto<br />
de las entrañas de un peñasco inculto<br />
que, entreabierta la boca,<br />
haciendo labios de una y otra roca,<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
parece, con pereza,<br />
que el monte melancólico bosteza,<br />
vi una mujer, si pudo<br />
del traje lo vestido o lo desnudo<br />
darme de serlo señas;<br />
porque más parecía entre las peñas<br />
bulto que inanimado<br />
el acaso sin arte había formado;<br />
cuya duda creyera,<br />
si con humana voz no me dijera,<br />
que aun ahora me aflige...<br />
Sale el <strong>DEMONIO</strong> en traje de mujer<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Aguarda; yo diré lo que te dije.<br />
"Gallardo joven, engañado vienes<br />
a buscar lo que ya en tu corte tienes;<br />
pues ese monstruo humano<br />
que de su nuevo dios intenta en vano<br />
introducir el nombre,<br />
predicándole Cristo, Dios y hombre,<br />
ya de estos montes, que traidores fueron,<br />
pues tres días oculto le tuvieron,<br />
falta. Yo lo he sabido,<br />
porque no hay para mí centro escondido,<br />
siendo yo Selenisa,<br />
del gran dios de Astarot la pitonisa.<br />
Estos páramos vivo,<br />
donde observo mejor, mejor percibo<br />
los humanos desvelos<br />
en el rápido curso de los cielos.<br />
Por mis observaciones he alcanzado<br />
que a un duelo va aplazado<br />
donde, si bien infiero<br />
que el gran dios de Astarot parezca, quiero<br />
entre sus sabios verme,<br />
por ver así si a mí puede vencerme.<br />
Esta la causa ha sido<br />
de haber," dije, "a la luz del sol salido."<br />
Mas él, que de mi acción mi ser colige,<br />
me dijo...<br />
CEUSIS: Yo diré lo que te dije.<br />
"Vente conmigo, adonde<br />
tu ciencia, que a tu ingenio corresponde,<br />
este prodigio venza.¯<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Obedecíle, y pues cuando <strong>com</strong>ienza<br />
el argumento llego,<br />
que me admitas a él, señor, te ruego.<br />
REY: De que tú a este concurso hayas venido<br />
estoy a mi fortuna agradecido.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues yo, dándome, señor,<br />
vuestra majestad licencia,<br />
vos, serenísima infanta,<br />
altos príncipes, nobleza<br />
y plebe, porque a ese espanto<br />
hoy todo tu pueblo vea,<br />
que, siendo yo una mujer,<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
menos capaz de la ciencia,<br />
basto para conclüirle,<br />
le propondré la primera<br />
cuestión, y podrán después<br />
tomar la réplica de ella<br />
con mayor autoridad<br />
los que mejor la defiendan.<br />
LIRÓN: (Malo es ser dios en cuclillas; Aparte<br />
quebradas tengo las piernas.)<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Tú, peregrino extranjero,<br />
¿en tus principios asientas<br />
un dios solo, y que éste es<br />
tres personas y una esencia?<br />
BARTOLOMÉ: Sí.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: No es esa la cuestión,<br />
aunque contra ésa pudiera<br />
argüir, porque pretendo<br />
tomarla desde más cerca.<br />
Después de haber asentado<br />
esa Trinidad inmensa,<br />
asientas también que Cristo<br />
es Dios; y así contra esta<br />
parte de tus conclusiones<br />
he de argüir.<br />
BARTOLOMÉ: Fuerza era<br />
que contra la humanidad<br />
te declarases, porque ella<br />
fue en tu primera ojeriza<br />
asunto de tu soberbia.<br />
Ya te he conocido; di,<br />
forma el silogismo, empieza.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Quien dice que hay sólo un dios<br />
en tres personas y prueba<br />
que éstas son el Padre, el Hijo<br />
y el Espíritu, da muestra<br />
que no hay más dios.<br />
BARTOLOMÉ: Es verdad.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues contra ti mismo enseñas<br />
que Cristo es Dios verdadero.<br />
Cristo es persona diversa;<br />
luego son los dioses dos<br />
o Cristo no es dios, o aquesas<br />
personas, si es dios, son cuatro.<br />
BARTOLOMÉ: Distingo la consecuencia;<br />
que las personas sean tres<br />
concedo; que una no sea<br />
de ellas Cristo niego.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pruebo;<br />
Cristo "ungido" manifiesta,<br />
que es humanidad.<br />
BARTOLOMÉ: Concedo<br />
la mayor.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Dios es eterna<br />
divinidad.<br />
BARTOLOMÉ: La menor<br />
concedo.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Luego evidencia<br />
es que divino y humano,<br />
que son distancias diversas,<br />
Librodot<br />
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Librodot Las cadenas del demonio Pedro Calderón de la Barca<br />
implican contradicción.<br />
BARTOLOMÉ: No es. Niego la consecuencia;<br />
que el Hijo, que es de las tres<br />
segunda persona eterna,<br />
es Dios y hombre verdadero.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¿Hombre y Dios?<br />
BARTOLOMÉ: Sí. ¡Aguarda, espera!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues fue concebido<br />
de humana naturaleza.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues divinidad<br />
y humanidad une y mezcla.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues su misma madre<br />
conoce de Adán la deuda.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues al elegirla<br />
de la culpa la preserva.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues ella en efecto<br />
en sus entrañas le engendra.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues su encarnación<br />
sin obra es de varón hecha.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues de ella nace,<br />
tomando su carne mesma.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues queda en el parto<br />
antes y después doncella.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues sujeto nace<br />
del tiempo a las inclemencias.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues que los pastores<br />
y tres reyes le veneran.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues sus padres le<br />
pierden del templo a la puerta.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues dentro le hallaron,<br />
leyendo divinas ciencias.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues de temor huye<br />
a Egipto y su patria deja.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues derriba huyendo<br />
cuantos ídolos encuentra.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues en el desierto<br />
la hambre y sed le atormentan.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues cuarenta días<br />
les pudo hacer resistencia.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues que se le atreven<br />
a tentar con duras piedras.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues con una voz<br />
tres tentaciones ahuyenta.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues de hombres se vale,<br />
y ésos de suma pobreza.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues que la humildad<br />
elige por <strong>com</strong>pañera.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues uno de doce<br />
trata de ponerle en venta.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues aun a ese mismo<br />
lava y consigo le asienta.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues sentencia oye<br />
de muerte, y no la remedia.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues, por darnos vida,<br />
se dispone a esa sentencia.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues en una cruz<br />
clavado padece afrentas.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues el perdón pide<br />
de los que le han puesto en ella.<br />
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<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues espira y muere.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues muriendo deja<br />
vencida la muerte, y hacen<br />
sentimiento cielo y tierra.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues desamparado<br />
el cuerpo cadáver queda.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues de los infiernos<br />
baja a quebrantar las puertas.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Hombre es, pues de hombre dejó<br />
en el mundo tantas prendas.<br />
BARTOLOMÉ: Y Dios, pues que Dios y hombre<br />
en los cielos vive y reina,<br />
de donde vivos y muertos<br />
vendrá a juzgar.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¡Cesa, cesa!<br />
Que ya sé que hombre y Dios<br />
está sentado a la diestra<br />
del padre, hasta que por fuego<br />
a juzgar el siglo venga.<br />
BARTOLOMÉ: Pues si tú mismo, tú mismo<br />
lo publicas y confiesas,<br />
después que mudo en la estatua<br />
quedaste por mi obediencia,<br />
ella postrada también<br />
a mi voz caiga y descienda;<br />
no tenga altares estatua<br />
que manda Dios que perezca.<br />
LIRÓN: Cierto que so desgraciado<br />
dios, por do bajar quijera;<br />
pero echaréme a rodar,<br />
y de su mano me tenga<br />
el dios que esté más a mano.<br />
CEUSIS: ¡Que esto los cielos consientan!<br />
TODOS: ¡Viva Cristo! ¡Cristo viva!<br />
BARTOLOMÉ: Viendo, Señor, tus grandezas,<br />
tus maravillas y asombros,<br />
¿quién no se rinde y sujeta?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Ni me sujeto ni rindo,<br />
Bartolomé, pues me queda<br />
otra viva estatua en quien<br />
puedo hacerte mayor guerra<br />
que la que me has hecho. Dueño<br />
soy de Irene; y así de ella<br />
no podrás echarme, pues<br />
posesión me dio ella mesma.<br />
Cae el <strong>DEMONIO</strong> a los pies de<br />
BARTOLOMÉ<br />
Húndese el altar con el ídolo y se<br />
descubre LIRÓN<br />
Échase a rodar, y vase<br />
Librodot<br />
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BARTOLOMÉ: Tú no pudiste adquirir<br />
posesión segura y cierta<br />
de Irene, cuyo albedrío<br />
puede mejorar la senda.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Ya, mediante la justicia,<br />
es mía, y tengo licencia<br />
de Dios para que del pacto<br />
así el castigo padezca.<br />
BARTOLOMÉ: Aunque la dé su justicia,<br />
la quitará su clemencia.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: En tanto podré en su pecho<br />
mover bandos, armar guerras,<br />
pervertir buenos intentos,<br />
alentar acciones fieras,<br />
sembrar cizañas y errores.<br />
BARTOLOMÉ: No tanto bien te prometas,<br />
pues sabes que sus secretos<br />
te ponen unas cadenas<br />
a que siempre estés atado.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Tal vez podré, aunque ellas sean<br />
las cadenas del demonio,<br />
quebrantarlas y romperlas.<br />
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REY: ¿Llamaste ya al extranjero,<br />
<strong>com</strong>o mandé?<br />
CRIADO 1: Sí, señor.<br />
BARTOLOMÉ: Y yo, a tu voz obediente,<br />
humilde a tus pies estoy.<br />
REY: Alza del suelo, a mis brazos<br />
llega, y oye la razón<br />
que a llamarte me ha movido.<br />
BARTOLOMÉ: Para que sepas que estoy<br />
capaz de ella, ¿quieres tú<br />
que a ti te la diga yo?<br />
REY: ¿Cómo puedes tú saber<br />
mi oculta imaginación?<br />
BARTOLOMÉ: Como esos favores debo<br />
a la piedad de mi Dios.<br />
REY: Di.<br />
BARTOLOMÉ: Destruyendo las aras<br />
de tu falsa adoración,<br />
cayó en tierra hecho pedazos<br />
el ídolo de Astarot.<br />
Alborotóse tu pueblo<br />
y, con despecho y furor,<br />
<strong>com</strong>o si tuvieran culpa,<br />
los sacerdotes hirió<br />
de tu templo, cuyo estrago<br />
pasara a incendio mayor,<br />
si Irene, tu hija, tomando<br />
de los ídolos la acción,<br />
no se pusiera delante,<br />
cuyo respeto y temor<br />
bastó a parar el tumulto,<br />
pero a deshacerle no.<br />
Ceusis, siguiendo de aquella<br />
parcialidad el error,<br />
en defensa de sus dioses,<br />
al lado de Irene, dio<br />
aliento a sus cobardías,<br />
al tiempo que con mejor<br />
TERCER ACTO<br />
Sale el REY, y un CRIADO, quien trae en una fuente<br />
una púrpura y un cetro<br />
Sale San BARTOLOMÉ<br />
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acuerdo iba Licanoro<br />
publicando al nuevo Dios.<br />
Encontráronse los bandos.<br />
¿Quién nunca hasta entonces vio<br />
que a la vista de su rey<br />
batalla se diese atroz,<br />
donde era fuerza que fuese<br />
con equívoca facción<br />
el vencedor el vencido,<br />
y el vencido el vencedor?<br />
Irene, en medio de todos,<br />
era el rayo, era el furor<br />
de sus iras, cuando, al tiempo<br />
que ya uno y otro escuadrón<br />
se embestían, los detuvo<br />
lo tremendo de su voz.<br />
"¡Ay infelice de mí!"<br />
dijo, y rendida cayó<br />
en la tierra, cuyo pasmo,<br />
cuyo asombro, cuyo horror<br />
suspenso dejó al amago<br />
y absorta a la ejecución;<br />
en cuya neutralidad<br />
se ha conservado hasta hoy.<br />
Retiráronla, y apenas<br />
volvió en sí, cuando volvió<br />
tan furiosa que no hay<br />
lazo, cadena, prisión<br />
que no rompa y despedace,<br />
y con despecho y furor<br />
delirios son cuantos dice,<br />
locuras cuanto hace son.<br />
Tú, viendo tu reino todo<br />
en tan mísera aflicción,<br />
tus dos sobrinos opuestos,<br />
y loca Irene, estás hoy,<br />
no sin causa, persuadido<br />
a que ya el cielo cumplió<br />
del hado las amenazas,<br />
que fueron de su opresión<br />
causa, pues por ella ha sido<br />
todo llanto y confusión,<br />
todo ruinas, todo muertes,<br />
todo asombro, todo horror.<br />
Y así me enviaste a llamar,<br />
pareciéndote que yo<br />
puedo remediar a un tiempo<br />
su desdicha y tu dolor.<br />
REY: Es verdad; de ti no más,<br />
según admirado estoy<br />
de oír los prodigios tuyos,<br />
fiar quiero de mi pasión<br />
la esperanza, y por ponerte<br />
en mayor obligación,<br />
quiero que en mi reino seas<br />
mi privanza desde hoy,<br />
y que, siendo muy amigos,<br />
con más paz, con más amor<br />
y más blandura me enseñes<br />
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la doctrina de tu Dios.<br />
Salen CEUSIS y LICANORO por dos lados<br />
LICANORO: (Cielos, ¿qué es esto que oigo?) Aparte<br />
CEUSIS: (¿Qué es lo que mirando estoy?) Aparte<br />
LICANORO: (¿El rey le habla afable?) Aparte<br />
CEUSIS: (¿El rey Aparte<br />
le honra?)<br />
LICANORO: (¡Qué dicha!) Aparte<br />
CEUSIS: (¡Qué horror!) Aparte<br />
REY: Y así, en tanto que da el tiempo<br />
a esta plática ocasión,<br />
quiero que en mi corte seas<br />
y en mis reinos otro yo,<br />
y en muestra de la verdad,<br />
estas insignias que son<br />
púrpura, corona y cetro,<br />
te ofrezco. De ellas dispón<br />
a tu arbitrio y, desnudando<br />
la túnica que vistió<br />
tu humildad, aquesta real<br />
púrpura viste.<br />
BARTOLOMÉ: Eso no.<br />
Los apóstoles de Cristo,<br />
los discípulos de Dios<br />
no a medrar, no a enriquecer<br />
peregrinamos, señor;<br />
a sólo adquirir venimos<br />
almas; ellas solas son<br />
nuestro triunfo, nuestro aplauso,<br />
nuestra fama y nuestro honor.<br />
Y así, con aquesta humilde<br />
ropa más honrado estoy<br />
y más galán que estuviera<br />
con la púrpura mejor;<br />
porque sé que es toda ella<br />
majestad y ostentación,<br />
vanidad de vanidades;<br />
siendo la vida una flor<br />
que con el sol amanece<br />
y fallece con el sol.<br />
LICANORO: (¡Qué generoso desprecio!) Aparte<br />
CEUSIS: (¡Qué hipócrita pretensión!) Aparte<br />
REY: Ya que la púrpura real<br />
desprecias, por vencedor<br />
de aquesta pasada lid,<br />
ciñe el sacro laurel.<br />
LICANORO: Yo<br />
seré el primero que acuda<br />
a servirte en esta acción.<br />
CEUSIS: Yo el primero que a estorbarlo<br />
acuda también; que no<br />
es bien que un advenedizo<br />
sea capaz de tanto honor.<br />
LICANORO: Suelta, Ceusis, el laurel.<br />
CEUSIS: Suéltale tú, pues mejor<br />
estará en mis manos.<br />
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Pero<br />
áspides en su valor<br />
hay ocultos para mí.<br />
LICANORO: Suelta, que para mí no.<br />
BARTOLOMÉ: Es verdad; pues tú serás<br />
quien le goce de los dos.<br />
CEUSIS: Temiera tus profecías,<br />
cuando mirándome estoy<br />
a tus pies, si no creyera<br />
que encantos tus obras son.<br />
BARTOLOMÉ: Levanta ahora del suelo,<br />
sin apurar más razón<br />
de que tú andas por caer<br />
y por levantarte yo.<br />
REY: Pues ¿cómo en presencia mía<br />
os atrevéis...?<br />
LICANORO: Yo, señor,<br />
¿en qué te ofendo, si acudo<br />
a tu misma pretensión?<br />
CEUSIS: Menos te ofendo yo, pues<br />
cuidando de tu opinión,<br />
te estorbo acción tan indigna.<br />
LICANORO: ¿Indigna llamas la acción<br />
de honrar a quien nos ha dado<br />
noticias de un solo Dios?<br />
CEUSIS: Sí; pues de los demás dioses<br />
viene a infamar el honor.<br />
REY: No te opongas a mi gusto,<br />
Ceusis; y tú, Licanoro,<br />
el sacro laurel le ciñe<br />
en nombre mío.<br />
BARTOLOMÉ: Aunque estoy<br />
al cielo reconocido<br />
y agradecido al amor,<br />
licencia de no admitirle<br />
me has de dar; y porque no<br />
pienses que esto es excusarme<br />
de no servirte, te doy<br />
la palabra de que a Irene<br />
verás libre del furor<br />
que la aflige y atormenta.<br />
IRENE: Pues ¿qué poder tenéis vos<br />
para darme a mí salud?<br />
BARTOLOMÉ: El que me ha dado mi Dios.<br />
IRENE: Mucho me huelgo de oír<br />
que tan buen médico sois,<br />
pero curad otros males<br />
Cae<br />
San BARTOLOMÉ alza a CEUSIS<br />
Sale IRENE furiosa<br />
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que tengan remedio, y no<br />
el mío, que no le tiene<br />
mientras que Dios fuere Dios.<br />
REY: Extrañas locuras dice.<br />
LICANORO: ¡Qué lástima, qué dolor!<br />
IRENE: ¿Qué hay por acá, padre honrado?<br />
¡Cuál vuestra imaginación<br />
anda!<br />
REY: Que estáis loca ahora<br />
creo con más ocasión<br />
porque dicen que verdades<br />
dicen los locos.<br />
IRENE: Pues yo<br />
más para decir mentiras,<br />
que no verdades, estoy.--<br />
¿También los dos por acá<br />
estáis? ¿Cómo va de amor?<br />
LICANORO: Mal, viendo en ti mi desdicha.<br />
CEUSIS: Bien, viendo en ti mi pasión.<br />
IRENE: ¿Oís, buen viejo? Ved qué os digo;<br />
estimad mucho a los dos;<br />
mirad que entrambos me quieren<br />
y a entrambos los quiero yo;<br />
mas con una diferencia,<br />
que a éste le quiero mejor<br />
porque sé que éste es más mío;<br />
pero es tal mi inclinación<br />
que, por saber que éste está<br />
seguro y aquéste no,<br />
habéis de ver que a éste dejo<br />
y tras esotro me voy.<br />
LICANORO: ¡Que haya razón para celos<br />
aun adonde no hay razón!<br />
CEUSIS: Pues tome el favor quien sabe<br />
que aun es locura el favor.<br />
REY: De este delirio que ves<br />
padece la sujeción;<br />
y está ahora aun más templada<br />
que otras veces; pues me dio<br />
la palabra de librarla<br />
tu verdad o tu valor,<br />
duélete de ella y de mí.<br />
BARTOLOMÉ: Dame tu amparo, mi Dios,<br />
contra tu mismo enemigo.<br />
CEUSIS: ¡Que se rinda tu valor<br />
a tan loca confïanza!<br />
LICANORO: Si obra el cielo, ¿por qué no<br />
quieres que alcance victoria?<br />
BARTOLOMÉ: ¿Podré en tu nombre, Señor,<br />
entrar en esta lid?<br />
MÚSICA: Sí.<br />
BARTOLOMÉ: ¿Vencerá el demonio?<br />
MÚSICA: No.<br />
BARTOLOMÉ: Luego en esta confianza<br />
que me da tu inspiración,<br />
Dentro MÚSICA<br />
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bien podré atreverme.<br />
MÚSICA: Bien.<br />
BARTOLOMÉ: ¿Quién será en mi ayuda?<br />
MÚSICA: Dios.<br />
BARTOLOMÉ: Pues si Él me ayuda, ¿qué temo?--<br />
¡Irene, Irene!<br />
IRENE: A tu voz<br />
otra yo dentro de mí<br />
parece que estremeció<br />
mis sentidos. ¿Qué me quieres?<br />
Que el verte me da temor.<br />
BARTOLOMÉ: Que en este báculo adores<br />
la cruz que en él está.<br />
IRENE: ¿Yo?<br />
¿Yo adorar en un madero<br />
que es del hombre redención,<br />
de Dios la figura, habiendo<br />
no adorado al mismo Dios?<br />
BARTOLOMÉ: Ya el torpe espíritu de<br />
su lengua se apoderó<br />
y habla en ella.<br />
IRENE: ¡Quita, quita!<br />
Y no te me acerques, no,<br />
si no quieres que, arrancando<br />
pedazos del corazón<br />
de esta infelice mujer,<br />
te los tire.<br />
REY: Ya volvió<br />
a su furiosa locura.<br />
LICANORO: ¡Qué lástima, qué dolor!<br />
IRENE: ¡Huid todos, huïd de mí!<br />
REY: ¡Tenedla!<br />
LICANORO: Es tal su furor<br />
que no es posible.<br />
BARTOLOMÉ: Sí es.<br />
CEUSIS: ¿Quién será bastante?<br />
BARTOLOMÉ: Yo.--<br />
Rebelde espíritu que,<br />
por divina permisión,<br />
este sujeto atormentas,<br />
da la humilde adoración<br />
a aquesta sagrada insignia.<br />
IRENE: No quiero; y pues en mejor<br />
estatua asisto ¿qué quieres?<br />
Déjame, en mi centro estoy;<br />
pues es centro del demonio<br />
el pecho del pecador.<br />
Déjame, Bartolomé,<br />
déjame en mi posesión.<br />
BARTOLOMÉ: Tú no pudiste adquirirla.<br />
IRENE: Sí puedo; ella me la dio<br />
en vida, en muerte y en alma<br />
y en cuerpo.<br />
BARTOLOMÉ: Todo es de Dios,<br />
y no pudo enajenarlo.<br />
IRENE: Sí pudo, puesto que usó<br />
de su albedrío.<br />
BARTOLOMÉ: También<br />
usa de él para el perdón.<br />
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IRENE: No le pide.<br />
BARTOLOMÉ: Sí le pide.<br />
IRENE: Ni le ha de pedir; que yo<br />
la embargaré los alientos.<br />
REY: ¿Quién tan nuevo caso vio<br />
que hable ella y no sea ella?<br />
BARTOLOMÉ: En el nombre del Señor<br />
te mando que te retires<br />
a la extremidad menor<br />
de un cabello, y libre dejes<br />
lengua, alma, discurso y voz.<br />
IRENE: ¡Ah, con qué poder me mandas!<br />
BARTOLOMÉ: ¡Irene!<br />
IRENE: ¿Quién llama?<br />
BARTOLOMÉ: Yo.<br />
¿Cómo te sientes, señora?<br />
IRENE: Siéntome mucho mejor;<br />
que parece que me falta<br />
un áspid del corazón.<br />
BARTOLOMÉ: ¿A quién el alma y la vida<br />
has ofrecido?<br />
IRENE: A Astarot<br />
la ofrecí, cuando ignoraba<br />
los prodigios de tu Dios.<br />
BARTOLOMÉ: ¿No te pesa?<br />
IRENE: Sí me pesa;<br />
mas no me arrepiento, no;<br />
que no puedo arrepentirme<br />
de ningún delito yo.<br />
BARTOLOMÉ: Tarde volviste a ocupar<br />
el instrumento veloz<br />
de su lengua.<br />
IRENE: Nunca tardo.<br />
Asiento y lugar me dio<br />
la lengua de la mujer,<br />
si yo la mentira soy.<br />
CEUSIS: Ya a su primer fuerza vuelve.<br />
Miren si convaleció.<br />
BARTOLOMÉ: Supuesto que ya no es tuyo<br />
después que se arrepintió,<br />
de este cuerpo miserable<br />
deja la dura opresión.<br />
IRENE: Quita, quita aquesa cruz;<br />
que ya me voy, ya me voy<br />
a la cumbre de aquel monte,<br />
desde donde mi furor<br />
trastornará sus peñascos<br />
sobre toda esta región.<br />
BARTOLOMÉ: Sin hacer daño ninguno<br />
en desierto, en población,<br />
en personas, en ganados,<br />
en mies, en fruto ni en flor,<br />
desampara esta criatura.<br />
IRENE: Ya te obedezco, pues no<br />
puedo romper las cadenas<br />
que por ti me pone Dios.--<br />
¡Ay infelice de mí!<br />
REY: Muerta en la tierra cayó.<br />
LICANORO: ¡Qué lástima!<br />
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CEUSIS: Mira ahora<br />
si encantos sus obras son.<br />
LICANORO: ¡Gran señora! ¡Prima! ¡Irene!<br />
IRENE: ¿Quién me llama? ¿Dónde estoy?<br />
¡Qué de cosas han pasado<br />
por mí! ¿No estaba ahora yo<br />
animando los parciales<br />
de los bandos de Astarot?<br />
REY: Ya ha muchos días que eso,<br />
Irene, te sucedió.<br />
IRENE: Luego ¿he vivido sin mí<br />
todo ese tiempo? ¡Oh qué error<br />
tan grande ha sido ignorar<br />
tanta verdad hasta hoy<br />
de otra nueva ley! Supuesto<br />
que se ha cumplido en lo atroz<br />
de mi vida, en lo piadoso<br />
se cumpla. Cristo es el Dios<br />
verdadero.<br />
REY: ¡Cristo viva!<br />
Yo le ofrezco adoración.<br />
LICANORO: Yo templo y aras.<br />
IRENE: Yo altares<br />
y sacrificios.<br />
CEUSIS: Yo no,<br />
sino rayo desde aquí<br />
ser de su persecución.<br />
REY: Ven tú conmigo, y al punto<br />
se dé en mi corte un pregón<br />
que muera por traidor quien<br />
no dijere en alta voz,<br />
"Cristo es el Dios verdadero,<br />
Cristo es verdadero Dios."<br />
CEUSIS: ¡Cielo! ¿qué es esto que escucho?<br />
Mas celos diré mejor,<br />
supuesto que cielo y celos<br />
mis dos enemigos son.<br />
Saldréme al campo a dar voces<br />
a solas con mi dolor.<br />
¡Que pueda tanto un encanto!<br />
Pues ¿no bastó, no bastó<br />
deshacer los simulacros<br />
de mi antigua religión<br />
sino quitarme también<br />
la esperanza de mi amor?<br />
¿Qué venganza mi tormento,<br />
qué castigo mi dolor<br />
tomará de este tirano?<br />
¿Quién le dará a mi rencor<br />
alivio? ¿Quién me dirá<br />
cómo he de vengarme?<br />
Vase<br />
Vanse todos menos CEUSIS<br />
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<strong>DEMONIO</strong>: Yo.<br />
CEUSIS: Errada voz que los vientos<br />
discurres y con veloz<br />
acento me atemorizas,<br />
¿qué es del cuerpo de esta voz?<br />
¿De esto que yo te dije eres<br />
sombra acaso o ilusión<br />
de mi ciega fantasía?<br />
¿Tú, qué me respondes?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: No.<br />
CEUSIS: Pues ¿dónde estás?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: En el centro<br />
de aqueste peñasco estoy.<br />
CEUSIS: Deja, deja el duro espacio<br />
de esa lóbrega prisión.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: No puedo; que aprisionado<br />
con una cadena atroz<br />
de fuego que me atormenta<br />
me miro; y así...<br />
CEUSIS: ¡Qué horror!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Acércate a mí, pues que<br />
a ti no me acerco yo.<br />
CEUSIS: No pudiéndose extender<br />
tu corta jurisdicción,<br />
¿puedes ayudarme?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Sí;<br />
porque tiene el pecador<br />
en su albedrío tal vez<br />
más ancha la permisión<br />
que yo, pues puede acercarse<br />
él a mí, pero yo a él no.<br />
CEUSIS: Pues, siendo así, yo me acerco.<br />
¿Quién eres?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Decir quién soy<br />
no importa; basta saber<br />
que soy quien a tu dolor<br />
puede dar alivio.<br />
CEUSIS: ¿Cómo?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Oye atento.<br />
CEUSIS: Ya lo estoy.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: En el reino de Astiages<br />
están foragidos hoy<br />
algunos de los ministros<br />
de Astarot. Ve allá y dispón<br />
tu venganza y su venganza.<br />
Y, para poder mejor,<br />
harás que a llamar le envíe<br />
tu padre, a tu persuasión,<br />
a este galileo, diciendo<br />
que sus prodigios oyó,<br />
Dentro el <strong>DEMONIO</strong><br />
Aparece el <strong>DEMONIO</strong> atado con una<br />
cadena<br />
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y que quiere que en la corte<br />
se admita su religión;<br />
y, en yendo allá, dadle muerte,<br />
con que cesará el error<br />
de sus encantos, volviendo<br />
a su antigua adoración<br />
los dioses, y tú podrás,<br />
desenojado Astarot,<br />
gozar a Irene.<br />
CEUSIS: Bien dices.<br />
¡Oh quién pudiera veloz<br />
cortar el aire!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Yo haré<br />
que a tu corte llegues hoy.<br />
CEUSIS: ¿Cómo?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Toma aquesa antorcha;<br />
que con ella exhalación<br />
serás del viento.<br />
CEUSIS: ¡Ay de ti,<br />
Bartolomé! Que ya voy,<br />
rayo contra ti flechado,<br />
a ser tu persecución!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues para que en todo sea<br />
igual nuestra oposición,<br />
ya que no puedo seguirle,<br />
porque encarcelado estoy,<br />
música también se escuche,<br />
diciendo en sonora voz,<br />
a pesar del cielo...<br />
<strong>DEMONIO</strong> y MÚSICA: ¡Viva<br />
el ídolo de Astarot!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Aunque no esper[e] jamás<br />
de que libre me veré,<br />
¿dónde estás, Bartolomé?<br />
¿Bartolomé, dónde estás?<br />
Ven a desatarme, ven<br />
de aquesta cadena dura,<br />
para que pueda tomar<br />
venganza de mis injurias.<br />
¿Qué aplauso te desvanece,<br />
qué vencimiento te ilustra<br />
si peleas sin contrario<br />
y sin enemigo luchas?<br />
Atadas mis manos tienes<br />
con el poder de que usa<br />
Dios contigo; señal es<br />
de cuánto temes mi furia.<br />
Si no la temieras, no<br />
te valieras de su justa<br />
Toma una hacha encendida y vuela<br />
Cantan<br />
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piedad; luego vence en ti,<br />
no el valor, sino la industria.<br />
Justifique Dios su causa<br />
conmigo, y no me reduzca<br />
a estrecha prisión, si hacer<br />
pretende tu fama augusta.<br />
Desate de mi garganta<br />
este lazo que la anuda,<br />
y entonces será victoria;<br />
que, donde tuve mi suma<br />
idolatría, sus aras<br />
coloques y sostituyas.<br />
Pero ¿qué voces ahora,<br />
para más pena, se escuchan?<br />
MÚSICA: ¡Ay qué gran dicha!<br />
Mas ¡ay qué ventura!<br />
Que el iris divino<br />
la paz nos anuncia.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¡Oh cuánto, cielos, oh cuánto<br />
debéis de temer la lucha<br />
última de los dos, pues<br />
tanto--¡ay de mí!--lo rehusan<br />
vuestras piedades! Si así<br />
estoy, ¿qué mucho presuma<br />
Bartolomé que hoy Armenia<br />
a su nueva luz reduzca?<br />
Desáteme Dios, verá<br />
si son sus victorias muchas,<br />
o alárgueme esta cadena,<br />
si de verme vencer gusta.<br />
Pero ¿qué miro? Parece<br />
que a mi petición sus duras<br />
argollas eslabonadas<br />
se rompen, para que huya<br />
de esta provincia, por más<br />
que en ella la sombra impura<br />
de mi error asiste, pues<br />
ya el arco de paz la alumbra.<br />
Y, pues Dios me da licencia<br />
para que libre discurra,<br />
yo haré que Bartolomé<br />
no dilate más la suma<br />
ley del Evangelio, dando<br />
fin con la muerte que busca<br />
a sus triunfos y victorias<br />
con mis engaños y astucias.<br />
Y, pues que ya en mi prisión<br />
empezaron sus venturas,<br />
en mi libertad <strong>com</strong>iencen<br />
las persecuciones suyas.--<br />
¡Ah del ínclito seno<br />
Dentro la MÚSICA. Cantan<br />
Vase. Sale por otra parte<br />
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que tanta gente esconde,<br />
víbora racional de mi veneno!<br />
¿Todos me oyen y nadie me responde?<br />
¿Tan poco el fuego de mi voz inflama?<br />
¡Ah del monte otra vez!<br />
SACERDOTE: ¿Quién va?<br />
CEUSIS: ¿Quién llama?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Quien viene desterrado<br />
hoy de su patria bella,<br />
porque a Cristo adorar no quiso en ella.<br />
CEUSIS: Mal mis designios graves<br />
te ocultaré, supuesto que los sabes.<br />
Yo, rayo desatado<br />
de gran mano, llegué donde, avisado<br />
mi padre de sucesos tan extraños,<br />
me dio palabra de enmendar sus daños.<br />
A su hermano escribió que le enviara<br />
a ese monstruo, porque <strong>com</strong>unicara<br />
a su reino la luz de su doctrina<br />
tan nueva, tan extraña y peregrina.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues ya ha llegado el día,<br />
Ceusis, de tu venganza y de la mía;<br />
que, habiendo consagrado<br />
los templos y la gente bautizado,<br />
ya del rey despedido,<br />
su reino deja, sin haber querido<br />
que nadie le a<strong>com</strong>pañe,<br />
para que más su hipocresía le engañe.<br />
A pie y solo camina<br />
a tu corte--¡ay de mí!--donde imagina<br />
sembrar de sus encantos<br />
los sustos, los asombros, los espantos.<br />
Mas ya llega. A este paso<br />
todos os retirad, porque, si acaso<br />
nos ve, puede ayudarse<br />
de sus mágicas ciencias y ocultarse.<br />
SACERDOTE: Dices bien.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Pues yo llego,<br />
hielo mis plantas son, mi pecho fuego.<br />
Salen CEUSIS, el SACERDOTE y gente<br />
Todos se retiran<br />
Sale San BARTOLOMÉ<br />
BARTOLOMÉ: ¡Felice yo que puedo<br />
ver desde aquí, sin que me cause miedo,<br />
de Astarot el engaño,<br />
reducido y en salvo aquel rebaño!<br />
¡Oh cuánto, Armenia bella,<br />
debes a las piedades de tu estrella!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: (¡Con cuánto gusto va! Fervor le lleva; Aparte<br />
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pero primero que de aquí se mueva,<br />
probará los rigores de mi saña.)<br />
Oh tú, que aquesta bárbara montaña<br />
discurres peregrino,<br />
¿no me dirás por dónde es el camino?<br />
BARTOLOMÉ: Sí diré; que mi celo<br />
es enseñar caminos para el cielo.<br />
¿Cuándo no andas perdido<br />
tú, infelice?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Luego ¿hasme conocido?<br />
BARTOLOMÉ: Sí; pues que vengo ahora a hacerte guerra<br />
y arrojarte también de aquesta tierra.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: No harás; que ahora sin miedo<br />
te tengo yo donde vencerte puedo.<br />
BARTOLOMÉ: ¿Tú vencer? ¿De qué suerte?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: De esta suerte;<br />
llegad todos, llegad a darle muerte;<br />
porque a mí irme conviene<br />
a repetir la posesión de Irene.<br />
BARTOLOMÉ: Si la fe vive en ella,<br />
yo acudiré en ausencia a defendella.<br />
Vase<br />
Salen CEUSIS, el SACERDOTE y gente<br />
CEUSIS: A tus plantas rendido<br />
un acaso me tuvo, y ha querido<br />
desagraviar el cielo injurias tantas,<br />
trayéndote a que estés puesto a mis plantas.<br />
BARTOLOMÉ: Sí; mas es con alguna<br />
diferencia ese trueco de fortuna;<br />
que tu soberbia altiva<br />
fue allí la que a mis plantas te derriba,<br />
y aquí, para que más mi triunfo arguyas,<br />
es humildad quien me arrojó a las tuyas.<br />
CEUSIS: Venid donde serán los justos cielos<br />
testigos de mi celo y de mis celos.<br />
BARTOLOMÉ: De nada desconfío.<br />
Beber tu caliz ofrecí, Dios mío,<br />
el fuego del amor que el pecho labra;<br />
feliz voy a cumplirte la palabra.<br />
LICANORO: En notable soledad<br />
Bartolomé nos dejó;<br />
mas el ver que le ausentó<br />
el celo, amor y piedad<br />
de llevar su nueva ley<br />
a mi patria hacer pudiera<br />
que yo consuelo tuviera.<br />
¡Oh si ya mi padre el rey<br />
admitiese esta verdad!<br />
Al punto escribirle iré<br />
Vanse. Sale LICANORO<br />
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en favor suyo, porqué<br />
no quiere mi voluntad<br />
que yo me aleje de aquí<br />
un punto, sin que primero<br />
a Irene vea, a quien quiero<br />
más que al alma que la di.<br />
Pero en su estrado dormida<br />
está. ¡Ay, dulce hermoso dueño!<br />
¿Quién sino tú hacer al sueño<br />
pudo imagen de la vida?<br />
No para ser homicida<br />
de indicios hagas crisol;<br />
y pues basta un arrebol<br />
de tu cielo soberano,<br />
¿para qué es, amor tirano,<br />
tanta flecha y tanto sol?<br />
Si, cuando sin alma estás,<br />
estás, Irene, tan bella,<br />
tú no vives más con ella,<br />
mas con ella matas más.<br />
Inútil muerte me das,<br />
ya es tuyo mi corazón;<br />
pues ¿para qué, Irene, son<br />
nevando abriles y mayos,<br />
tanta munición de rayos<br />
y tanto severo arpón?<br />
Lástima se me hace, cuando<br />
tan blandamente descansa,<br />
inquietarla. Ya vendré,<br />
en escribiendo las cartas.<br />
IRENE: ¿Quién anda aquí? Mas ¿mi esposo<br />
no es quien salió de esta sala?<br />
Pues ¿cómo--¡ay Dios!--sin hablarme<br />
vuelve a mi amor las espaldas?<br />
¡Esposo, señor, mi dueño!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¿Qué me quieres?<br />
IRENE: ¡Pena extraña!<br />
LICANORO: A la voz de Irene vuelvo.<br />
Mas--¡ay de mí!--¿con quién habla?<br />
<strong>DEMONIO</strong>: De ti pretendo saber<br />
Córrese una cortina, y aparece IRENE en un<br />
estrado dormida<br />
Vase y despierta IRENE<br />
Sale el <strong>DEMONIO</strong><br />
Sale LICANORO, y quédase al<br />
paño<br />
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a quién, enemiga, llamas<br />
señor y dueño que puedas<br />
llamárselo con más causa?<br />
IRENE: A quien lo es.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Yo lo soy,<br />
pues me diste la palabra<br />
de que siempre serías mía.<br />
LICANORO: (¡Cielos! ¿Qué escucho? ¡Ah, tirana!) Aparte<br />
IRENE: Verdad es que te ofrecí<br />
que te daría vida y alma<br />
si me dabas libertad;<br />
mas de esa deuda me saca<br />
la nueva ley que profeso.<br />
LICANORO: (Ella--¡desdicha tirana!-- Aparte<br />
confiesa que le rindió<br />
alma y vida.)<br />
<strong>DEMONIO</strong>: En vano hallas<br />
respuesta, pues aun lo mismo<br />
que te disculpa te agravia.<br />
¿Qué nueva ley pudo hacerte<br />
no ser mía?<br />
LICANORO: (Honor, ¿qué aguardas? Aparte<br />
Mas--¡ay de mí!--que en tal pena<br />
valor al valor le falta.)<br />
IRENE: La ley de Bartolomé,<br />
en cuya fe y confïanza<br />
estoy de aquel pacto libre.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¡Calla, no prosigas, calla,<br />
que ésta es la hora que a él<br />
le rompen y despedazan<br />
los verdugos de Astiages<br />
el corazón, las entrañas,<br />
viva imagen de la muerte!<br />
Pues el pellejo le rasgan,<br />
hasta que el sangriento filo<br />
le divida la garganta.<br />
¡Mira para tu socorro<br />
si tienes buena esperanza!<br />
LICANORO: (¡Cielos! ¿Otro dolor? Pues Aparte<br />
el de los celos ¿no basta?)<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¿No fuiste mía?<br />
LICANORO: (¡Qué pena! Aparte<br />
Mas ¿qué mi paciencia aguarda?)<br />
¡Injusto, tirano dueño<br />
de mi vida, honor y fama,<br />
muere a mis manos!<br />
<strong>DEMONIO</strong>: ¡Al cielo<br />
pluguiera que fuera tanta<br />
mi dicha que yo pudiera<br />
morir! Mas ya que no alcanzan<br />
victoria de esta mujer<br />
por ahora mis venganzas,<br />
dejarla en el ciego, el loco<br />
poder de un celoso basta.<br />
LICANORO: ¿Adónde de mi furor,<br />
Vase<br />
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hombre o demonio, te escapas?<br />
¿Eres de mis celos sombra?<br />
IRENE: ¡Esposo, señor!<br />
LICANORO: ¡Aparta!<br />
Que tu amor y tu respeto,<br />
u otra más oculta causa<br />
que ignoro, en prisión del hielo<br />
mis pies y mis manos ata,<br />
para no darte la muerte.<br />
IRENE: Pues ¿en qué te ofendo?<br />
LICANORO: ¡Ah ingrata!<br />
Si antiguo dueño tenías,<br />
a quien la vida y el alma<br />
ofreciste antes que a mí,<br />
¿para qué, traidora, falsa,<br />
ofendiste tanto amor,<br />
burlaste fineza tanta?<br />
IRENE: Verdad es...<br />
LICANORO: ¿Que aun no lo niegas?<br />
IRENE: ...que yo...<br />
LICANORO: ¿Qué aun no lo recatas?<br />
IRENE: ...ofrecí al dios de Astarot<br />
alma y vida.<br />
LICANORO: Calla, calla;<br />
que el dios de Astarot no tiene<br />
poder ya en vida ni en alma<br />
para venirte a pedir<br />
celos de mí. Tú me engañas.<br />
IRENE: Verdad, Licanoro, digo.<br />
Y si el irse--¡ay Dios!--no basta<br />
de aquí invisible, daré<br />
otro testigo que haga<br />
más fe en mi crédito.<br />
LICANORO: ¿Quién?<br />
IRENE: Bartolomé, a cuya instancia<br />
estoy de aquel pacto libre.<br />
LICANORO: ¿No has escuchado, tirana,<br />
que mi padre--¡ah dura pena!--<br />
le dio muerte? En vano trazas<br />
valerte de su noticia<br />
tan aprisa.<br />
IRENE: Mi fe es tanta<br />
que aun muerto he de esperar<br />
que tus dudas satisfaga.<br />
LICANORO: ¿Cómo es posible, si ya<br />
la cólera me desata<br />
las manos, para que tome<br />
de tus agravios venganza?<br />
¡Muere pues!<br />
IRENE: ¡Bartolomé,<br />
tu amparo y favor me valga!<br />
MÚSICA: "A quien con fe le llama,<br />
siempre socorre y nunca desampara."<br />
Saca LICANORO la espada y, al ir a herirla, cantan<br />
dentro y él se suspende<br />
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LICANORO: ¿Qué voces mi acción suspenden?<br />
IRENE: Las que mi inocencia guardan.<br />
REY: ¿Qué música es ésta, cielos,<br />
que suspende y arrebata<br />
los sentidos?<br />
CRIADO: Todo el aire<br />
se puebla de luces claras.<br />
REY: Licanoro, ¿contra quién<br />
desnuda traéis la espada?<br />
LICANORO: Contra mí mismo primero<br />
que contra quien la sacaba,<br />
oyendo estas voces.<br />
REY: Luego<br />
¿oísteis las músicas varias?<br />
LICANORO: Sí, señor. Y no eso sólo<br />
nos admira y nos espanta,<br />
sino el ver que allí una nube<br />
hojas de púrpura y nácar<br />
despliega, y un trono en ella,<br />
sobre cuya ardiente basa,<br />
triunfante Bartolomé,<br />
los coros el viento rasgan.<br />
Roja púrpura se viste,<br />
y un monstruo trae a sus plantas,<br />
a quien con una cadena<br />
aprisionado a<strong>com</strong>paña.<br />
Aladas divinas voces<br />
dicen en cláusulas blandas...<br />
MÚSICA: "A quien con fe le llama,<br />
siempre socorre y nunca desampara."<br />
BARTOLOMÉ: Feliz imperio de Armenia,<br />
no sólo vuelvo a tu patria<br />
en alas de serafines,<br />
para que sepas la rara<br />
crueldad que conmigo usaron,<br />
habiéndome hecho mudara,<br />
<strong>com</strong>o culebra, el pellejo,<br />
con ira y cólera extraña,<br />
sino también para que<br />
vivas, en mi confïanza,<br />
seguro de que esta fiera,<br />
que atada traigo a mis plantas,<br />
no perturbará tu paz.<br />
Éste es...<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Yo lo diré, calla;<br />
porque quiero que me sirvan<br />
de veneno mis palabras.<br />
Yo soy el dios de Astarot,<br />
Salen el REY, LESBIA, LIRÓN, un CRIADO y otro<br />
criados<br />
En un trono se descubre BARTOLOMÉ, que trae al<br />
<strong>DEMONIO</strong> a los pies<br />
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yo el que tuvo vuestra patria<br />
idólatra tantos años,<br />
dándome adoración falsa.<br />
De esta esclavitud el cielo<br />
hoy por Bartolomé os saca,<br />
alumbrándoos en la ley<br />
evangélica de gracia.<br />
Irene, que un tiempo fue<br />
de mis engaños esclava,<br />
ya está libre. Mas ¿qué mucho<br />
que ella y todo el mundo salga<br />
de mi esclavitud, si el cielo<br />
con estas cadenas ata<br />
mis fuerzas, dando poder<br />
a su apóstol de cortarlas?<br />
BARTOLOMÉ: Con esta declaración<br />
pública que has hecho, baja<br />
al abismo, mientras yo<br />
a esferas subo más altas.<br />
<strong>DEMONIO</strong>: Abra, para recibirme,<br />
el infierno sus gargantas.<br />
BARTOLOMÉ: Y a mí sus puertas el cielo,<br />
para recibir mi alma.<br />
REY: ¿Quién, a tan grandes prodigios,<br />
no le rinde al cielo gracias?<br />
LICANORO: ¿A quién quedarán recelos,<br />
viendo verdades tan claras?<br />
LESBIA: ¿Y quién, viendo que en su mano<br />
Bartolomé santo enlaza<br />
las cadenas del demonio,<br />
contra él no le invoca y llama?<br />
Dando fin a esta <strong>com</strong>edia,<br />
perdonad sus muchas faltas.<br />
Húndese<br />
Vuela<br />
FIN DE LA COMEDIA<br />
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