La Paloma Ángel o Demonio
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<strong>La</strong> <strong>Paloma</strong>: ¿<strong>Ángel</strong> o <strong>Demonio</strong>?<br />
Juan A. Rivero<br />
Según la historia bíblica, después del diluvio, Noé liberó una paloma para ver si encontraba<br />
tierra, y la paloma se devolvió con una ramita de olivo, lo que fue indicativo de que la tierra no<br />
estaba lejos... Desde entonces, la paloma con un ramito de olivo ha sido símbolo de amor y de<br />
paz. Pero en la iconografía cristiana la paloma también tiene otro significado ya que fue en forma<br />
de paloma que descendió el Espíritu Santo durante el bautismo de Jesucristo. <strong>La</strong>s palomas que<br />
se sueltan en muchas bodas, y las que se liberan en las Olimpiadas Internacionales, simbolizan y<br />
pretenden amor entre los cónyuges, y paz entre las naciones participantes.<br />
Aunque la paloma doméstica es un habitante natural de casi toda Europa, el sur de Asia y el<br />
norte de África, no sabemos si la paloma bíblica era ésta, o la forma blanca de la paloma<br />
collarina, que es la que se libera en las bodas, en las Olimpiadas y en los trucos de los magos de<br />
oficio.<br />
Hasta el año 2004 a la paloma silvestre, que es la antecesora de la doméstica, se le llamaba<br />
“tórtola de las rocas”, pero de allá para acá las sociedades ornitológicas determinaron que el<br />
nombre correcto era “paloma de las rocas” Lo “de las rocas” viene del hecho que esta paloma<br />
prefiere habitar en los acantilados y escarpas casi siempre cercanos a la playa. Se dice que su<br />
preferencia para anidar en los rebordes, las cornisas, los ventanales y los huecos en los edificios<br />
altos es un remanente de esa preferencia ancestral.<br />
<strong>La</strong>s palomas tienen una excelente visión, un oído superior al nuestro, son maestras del vuelo, y<br />
tienen la capacidad de volver a su palomar desde distancias considerables. Esto ha hecho que se<br />
utilicen como mensajeras en tiempos de guerra, y se conocen casos de palomas que rindieron<br />
labores tan meritorias, que merecieron condecoraciones especiales. Cher Ami, ahora en el Museo<br />
Nacional de Washington, recibió la Croix de Guerre francesa, y G.I. Joe fue galardonada con la<br />
Medalla Dicken por haber evitado que un escuadrón de bombarderos británicos bombardeara<br />
equivocadamente una villa italiana con tropas amigas. Los nombres de <strong>La</strong>dy Astor, Wisconsin<br />
Boy y Jungle Boy también corresponden a héroes del pasado. Aunque el mejoramiento de los<br />
medios de comunicación ha hecho a las palomas mensajeras obsoletas, en una época hasta se<br />
habló de los intentos de Nueva Zelanda de establecer un correo palomar entre sus islas<br />
principales, y se llegó a anunciar el costo posible de un palomagrama.<br />
El nombre científico de la paloma doméstica es Columba livia y pertenece a la familia<br />
Columbidae. Es por eso que a los amantes de las palomas se les llama columbófilos, y al arte de<br />
cuidarlas y mantenerlas, columbicultura… El autor fue columbicultor por algunos años, y tuvo<br />
una magnífica colección de palomas exóticas, entre ellas las de cola de abanico, las buchonas, las<br />
saltadoras, las golondrinas, las buho, las rizadas y, por supuesto, las gigantes, con una expansión<br />
de ala de hasta tres pies. Pero el más notable columbicultor de todos los tiempos fue Carlos<br />
Darwin. En su tiempo había la creencia de que todas las formas exóticas eran especies silvestres,<br />
pero él las cruzó y notó que los hijos muchas veces revertían en su aspecto general a la paloma<br />
de las rocas, Columba livia. Concluyó, pues, que los columbófilos habían seleccionado, de entre<br />
los variantes de la Columba livia, aquellas características que mejor satisfacían su vanidad o sus
deseos, logrando así las exóticas como se conocen hoy. Este conocimiento formó la base de su<br />
teoría sobre la selección natural, según expuesto en su libro El Origen de las Especies.<br />
No sabemos cuándo se importó la paloma a Puerto Rico y si esto ocurrió antes o después de la<br />
ocupación norteamericana. Sí, recuerdo que durante mi niñez yo iba a visitar a un tío que tenia<br />
un inmenso palomar detrás de la casa, y me quedaba absorto, observando desde un escalón,<br />
todos los acontecimientos que ocurrían en el palomar. Después había pichones de paloma para el<br />
almuerzo, pero yo nunca tuve el valor de probarlos.<br />
<strong>La</strong> primera importación de palomas a Norte América la hicieron los colonizadores franceses de<br />
Nueva Escocia, Canadá, en 1606. Durante los siglos 16 y 17, la posesión de palomares en Europa<br />
era exclusividad de los nobles y poderosos y se dice que algunos eran del tamaño de la torre de<br />
una iglesia y con miles de inquilinos que se saciaban, impunemente, en los sembrados de los<br />
agricultores indefensos, todo para satisfacer el paladar de algún señor feudal. Después de la<br />
Revolución Francesa estos privilegios se fueron abajo, pero hay quien cree que los palomares en<br />
la Nueva Francia fueron un intento de establecer en el nuevo territorio el orden social que se<br />
había dejado atrás. Pero también es posible que la importación haya tenido la intención de<br />
mantener las costumbres, la cultura y la gloria de Francia en el nuevo territorio. Otros<br />
cargamentos de palomas fueron traídos por los ingleses a Virginia, y la paloma se constituyó,<br />
como lo había sido en Europa, en una magnífica fuente de alimento para los colonizadores. .<br />
Probablemente, algunas escaparon e hicieron sus nidos rústicos en algún acantilado cercano, pero<br />
el mayor éxodo seguramente ocurrió cuando hubo cambios significativos en las prácticas<br />
agrícolas y se empezaron a usar aves de mesa más voluminosas. Al perder popularidad los<br />
palomares (aunque no las palomas exóticas), sus inquilinas tuvieron que “rehacer su vida”, y<br />
nada más apropiado para hacerlo, que en los “acantilados” formados por las altos edificios en las<br />
grandes ciudades. Los ciudadanos correspondieron dándoles alimento y lugares para bañarse, y<br />
los estados favorecieron su incremento por el interés turístico que generaban, y por el<br />
entretenimiento que proporcionaban a niños y ancianos.<br />
<strong>La</strong> paloma de las rocas, Columba livia al igual que la doméstica, se reproduce una sola vez al<br />
año, y por lo general no pone más de un huevo por nidada, pero durante su estancia en los<br />
palomares, los criadores trataron de seleccionar a las mejores ponedoras y en consecuencia de<br />
eso, la doméstica pone casi siempre dos huevos, seis veces al año. Por lo demás, su aspecto es<br />
muy parecido: gris con la cabeza y el cuello más obscuros y con reflejos iridiscentes, alas y rabo<br />
con bandas transversales negras, grupa blanca, ojos anaranjados y patas rojizas. Ocasionalmente<br />
se cruzan con las “exóticas” y pueden ser blancas, pintas o rojizas.<br />
Acostumbradas al bullicio de la vida urbana, se mueven entre los automóviles con soltura y<br />
precisión, y sólo cuando algo las asusta levantan el vuelo al unísono, aunque nunca se mantienen<br />
alejadas por mucho tiempo. Su tasa de multiplicación es enorme y se estima que entre 1972 y<br />
1992 el número de palomas en EL Paso, Texas, aumentó de 100 a 15,000. Ninguna cornisa,<br />
reborde, alero, puente o campanario está exento de los nidos, que son rústicos, de palitos y<br />
plumas, y con los excrementos que se acumulan durante el período incubatorio, que es de 18<br />
días, y del cuidado de los pichones, que es de 30 . Los “piojillos” que parasitan las palomas<br />
entran por las ventanas y hacen la noche insoportable para los que pretenden dormir, y el<br />
excremento, que es acídico es capaz de erosionar las superficies de metal y de piedra. En
algunos sitios las palomas alcanzan densidades enormes y empastan con sus excrementos<br />
estatuas, bancos y aceras. <strong>La</strong> Plaza de Trafalgar en Londres, la de San Marcos en Venecia, el<br />
Centro Richard J. Daley en Chicago, la Plaza Catalunya en Barcelona, el Bazar Egipcio en<br />
Estambul y por supuesto, el Parque de las <strong>Paloma</strong>s, en San Juan, son lugares ya poseídos por las<br />
palomas. Los excrementos contienen el virus de la histoplasmosis, peligroso, principalmente,<br />
para los que tienen que limpiarlo, pero aunque se sabe que pueden contraer el virus del Nilo, la<br />
salmoneliosis, la tuberculosis y la ornitosis, no hay evidencia de que puedan transmitirlos a los<br />
humanos.<br />
Para combatir las palomas se han usado púas, pegamentos, falcones peregrinos, modelos de<br />
buhos, venenos y WD 40 (cuyo olor se dice que es insoportable para las palomas). Ninguno de<br />
estos ha probado ser generalmente muy efectivo. Los venenos matan un número de ejemplares,<br />
pero mientras haya alimento, los muertos serán prontamente reemplazados por individuos que<br />
vienen de afuera, y los cadáveres no afectan en lo más mínimo a los que quedan vivos. Lo más<br />
efectivo es restringir la comida, pero esto nunca contará con el apoyo de los columbófilos.<br />
Cuando se condecoró a las palomas héroes de guerra, un señor amante de estas aves escribió lo<br />
siguiente “Into de breach went the little racing pigeon - the most gallant little bird the world<br />
knows. And they came through - came through with the message of weal and woe; came through<br />
when the shattered troops were crying for aid - when every other line of communication had<br />
failed”. ¿Será ésta la misma paloma que empasta con sus excrementos los edificios de las<br />
grandes ciudades? Es la misma, pero “todo es según el color del cristal con que se mira.”