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No taN peligrosas…
Lesiones
de los meniscos
Cada rodilla tiene dos meniscos: interno
y externo. Se sitúan entre el fémur y la
tibia, y su función principal es evitar el
exceso de fricción entre el cartílago que
recubre las superficies de ambas estructuras
en su zona articular.
Pero no es esta, sin embargo, la única función
de los meniscos. En el año 1936, King describió
cómo los meniscos contribuyen a mejorar la
nutrición del cartílago articular, y a la estabilidad
de la rodilla en base a sus movimientos sincronizados
con ambos extremos óseos.
Los meniscos son denominados también
cartílagos semilunares (sobre todo en los textos
más antiguos) a causa de su forma normal:
vistos desde arriba, los meniscos se parecen
a dos letras “ce” enfrentadas por sus lados
cóncavos; el menisco externo es más cerrado
(los extremos de la ce están más próximos) y
el menisco externo más abierto (los extremos
de la ce están más separados).
En la parte más próxima al centro de la rodilla
los meniscos no tienen ninguna fijación, pero
en la parte más externa (la más cercana a la
piel) están firmemente unidos al fémur y a la
tibia (sobre todo el menisco interno).
Estas fijaciones periféricas de los meniscos
(con la parte central más móvil) permiten que
los meniscos se muevan durante la flexión, la
extensión y las rotaciones de la rodilla, manteniendo
un contacto adecuado del fémur y la
tibia en todas las posiciones y controlando a su
vez la armonía del movimiento coordinado de
ambos extremos óseos.
Lesiones meniscales
Los meniscos suelen lesionarse en movimientos
combinados de la rodilla, que someten
a estrés mecánico excesivo a un menisco u
otro. En función de la magnitud de la fuerza
aplicada sobre la rodilla y la posición de la
misma al sufrir su acción, la lesión será de
mayor o menor entidad.
Las lesiones “menores” de los meniscos
afectan solamente a su parte más periférica
(la que está más próxima a la piel). Son ocasionadas
por un movimiento que, a través de los
elementos de fijación del menisco, traccionan
de su estructura y provocan un proceso inflamatorio
sin rotura. Esta lesión es conocida como
Las lesiones meniscales suelen producirse en movimientos de
torsión de la rodilla. En ocasiones se trata de lesiones
exclusivamente “inflamatorias”, pero en otros casos
la rotura meniscal puede obligar a realizar tratamiento
quirúrgico para resolverse por completo.
Dr. San Miguel Bruck
Centro de Medicina Deportiva y Fisioterapia Oberón -Madrid

TraTaMienTO
de las lesiones meniscales
Hoy en día es casi unánime la opinión de que
las lesiones meniscales deben tratarse inicialmente
de forma conservadora, excepto las que
provocan un bloqueo articular irreductible que
no se resuelve espontáneamente (o mediante
maniobras específicas de manipulación de la
articulación).
Para tratar la inflamación de la articulación son
útiles el reposo, el frío y los antiinflamatorios orales.
A continuación debe recuperarse la movilidad
articular completa, devolver a la musculatura su
fuerza normal, y tras una fase de ejercicios de
propiocepción (equilibrio) articular reiniciar de
forma paulatina la práctica deportiva habitual.
En las rodillas con bloqueo, dolor o inflamación
persistente, o que no permiten alcanzar la funcionalidad
adecuada, el tratamiento quirúrgico puede
ser la solución idónea.
La artroscopia es al mismo tiempo una prueba
diagnóstica y una medida terapéutica. Permite
parameniscitis, y en el lenguaje corriente como
“pinzamiento del menisco”. Mucho más frecuente
en el menisco interno que en el externo,
se trata de una lesión generalmente benigna,
autolimitada y que cura sin secuelas.
En lesiones de mayor entidad se produce
la rotura del cartílago meniscal. Si la rotura es
periférica y pequeña puede curar sin secuelas;
pero en el caso de roturas más cercanas al
centro de la rodilla y de mayor tamaño, el
menisco no tiene capacidad autorregenerativa,
y serán lesiones en las que la mejor solución
será la intervención quirúrgica.
Síntomas y diagnóstico
Las tres piezas fundamentales en el diagnóstico
de las lesiones meniscales son los síntomas
del paciente, la exploración clínica de la rodilla,
y las pruebas complementarias de diagnóstico
por imagen, principalmente la Resonancia
Magnética Nuclear (RMN).
Los síntomas habituales en las lesiones
meniscales incluyen un antecedente traumático
(torsión articular) de mayor o menor magnitud,
dolor en la parte externa o interna de la rodilla,
inflamación de la articulación y ocasionalmente
bloqueo articular.
visualizar directamente la lesión meniscal, y
comprobar su localización, extensión y estabilidad
(es decir, si el fragmento es móvil o permanece
unido al resto del menisco). Además, permite
comprobar el estado del cartílago articular y de
los ligamentos intrarticulares.
Las dos opciones principales en el tratamiento
artroscópico son la extirpación del fragmento
(meniscectomía parcial) y la reparación (sutura)
meniscal.
En la meniscectomía parcial debe extirparse la
menor cantidad posible de menisco, para evitar
las secuelas a medio y largo plazo (principalmente
la aparición de artrosis por exceso de fricción del
cartílago articular de la tibia y el fémur).
La sutura meniscal está reservada a roturas
periféricas (de la parte del menisco que se encuentra
más cerca de la piel), ya que en esa zona
el aporte vascular del menisco puede permitir la
reparación “natural” de la lesión.
En el futuro, las técnicas de regeneración o
sustitución (trasplante) meniscal permitirán mejores
soluciones ante la presencia de una rotura
meniscal, evitando el deterioro articular.
El bloqueo es el síntoma más característico
de la lesión meniscal, pero no exclusivo de
la misma. En este caso, la rodilla se flexiona
correctamente, pero no puede estirarse por
completo (faltando unos pocos grados de
extensión). Se debe a la interposición de un
fragmento meniscal roto entre el fémur y la
tibia, que hace el mismo efecto que un trozo
de cartón interpuesto en el marco de una
puerta en el lado de las bisagras: la puerta
puede abrirse del todo, pero no termina de
cerrarse.
La exploración clínica busca datos compatibles
con la lesión meniscal: la inflamación
articular (aumento de la cantidad de líquido
dentro de la articulación), el dolor en la zona
de los meniscos, la ausencia o presencia de
bloqueo, y en base a varias maniobras específicas
la rotura de uno u otro meniscos.
La RMN permite estudiar todas las estructuras
de la rodilla (huesos, cartílago articular,
ligamentos, tendones, etcétera) con gran
fiabilidad. Sin embargo, no tiene una exactitud
del cien por cien, por lo que sus resultados deben
cotejarse con los síntomas del paciente y
la exploración clínica, para componer un puzle
diagnóstico lo más acertado posible.
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www.centrooberon.com
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