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254 Miguel A. Orti Belmont2
ciendo el anillo y el monarca reconociéndolo reprendió a Fernán
creyendo que lo había vendido, lo que fué para el marido
el testimonio de su deshonra; voló a Córdoba, donde estaba Jorge
y su hermano, y fingiendo una cacería regresa por la noche
y halla a los Comendadores en su casa. Acuchilla a Jorge, después
a Fernando y a su amada doña Ana, secretaria de Beatriz,
y luego al paje de los Comendadores.
Mató escuderos, porteros,
dueñas, mozas de servicio,
a mecánicos criados
pajes de faldas pulidos,
porque todos consintieron
el adulterio maligno.
Después dió muerte a quince más. Beatriz recobra el sentido,
pide confesor que le concede el marido, y cuando se ha confesado
le corta el cuello a cercén. Aquí se ve la deformación
del suceso y hasta en los nombres quizás por el mismo respeto
a la familia que tuvo Juan Rufo.
Lope de Vega llevó también el asunto al teatro en su obra
Los 'Comendadores, sin nombrar los protagonistas. Otros poetas
como Delicado y en el siglo pasado Ramírez de las Casas Deza,
y en el actual, Ramírez de Arellano, lle's -iiiron al romance la muerte
de los Comendadores, y un pintor de Historia de asuntos cordobeses,
Rodríguez Losada, pintó «La muerte de los Comendadores»,
cuadro que se conserva en la Casa solariega que fué
de los condes de Priego.
Traje de la mujer
Pocos son los datos hasta hoy que tenemos de las prendas
que vestían las mujeres cordobesas en el XV, pero consta que
siguieron usando el manto, prenda de origen árabe; se tapaban
la cabeza y la cara con un tejido llamado impla; otras se colocaban
en la cabeza el agrinalo alquivel, del árabe Kibal, con el
que cubrían la cara, y el kinna o redecilla para recoger el pelo.
Las doncellas llevaban los cabellos ceñidos con mitras, como
nos muestran las miniaturas, se les llamaba doncellas y mancebas
de cabellos, por llevarlos largos. El alhereme era una gasa
que pendía de la toca, con la que rodeaban el rostro cuando era
muy tupida se llamaba sudario. La garnacha era una especie de
bata con mangas o sin ellas, que indistintamente la usaba el
hombre y la mujer y que da origen al tabardo y a la sotanilla,
que era una bata corta que llegaba hasta la cintura, muy anchas
y sin puños. Los inventarios de los siglos XV y XVI, nos