dé Ciencias, Bellas4i etras Nobles Arte - Real Academia de Córdoba

24/, Miguel Á. Orti belmonte
cual se hizo más por necesidad de tiempo, que por voluntad
que hubiesen de los así hacer».
El Corregidor Sánchez nombró cuatro alcaldes ordinario--;
para que administraran justicia en la plaza de la Corredera, en
donde había una tribuna de forma semicircular, donde se sentaban
en tribunal los alcaldes a oir los pleitos y juzgarlos. Las
audiencias eran por la mañana y por la tarde durando hasta que
«tanguen las campanas de San Pedro». Los cofrades de las hermandades
de la Trinidad y San Pedro presentaron un requerimiento
al Concejo en el 1428, en donde decían que hacía más
de veinte años que poseían quieta y pacíficamente las cofradías,
unas casas, hospital, casa tienda y un poyo cerca de dicha casa,
en que se suelen sentar los Alcaldes del Rey, en los años pasados,
pagando por sentarse 200 maravedís al año, que en señal
de propiedad están pintadas la Cruz de la 'Trinidad y las llaves
de San Pedro. Se suscitó un pleito sobre la propiedad de los
poyos que fué sentenciado en favor de las Cofradías.
Política Municipal de Juan II
El Concejo cordobés fué ciudad de voto en Cortes a donde
enviaba sus procuradores desde el siglo XIV. En las Cortes de
Toledo de 1406 se fijó el orden de votar y de hablar los procuradores,
y a Córdoba se le señaló el quinto lugar, después de
Sevilla, entre las ciudades y villas de voto en Cortes. Juan 11 en
una provisión prometió que cuando le pidieran las ciudades
que se nombren Corregidores, se haría una información sobre
las personas que se fueran a nombrar, la cual había de ser' sin
sospecha, digna de fe y de creer. Las Cortes de Guadalajarw de
1436 acordaron a petición del Rey que la persona del Corregidor
sea llana y no poderosa y sirva el oficio por sí mismo y por
sus oficiales, estando presente, y que jure que no dió, ni prometió,
ni dará ni prometerá cosa alguna, so pena de perjuro
e infamia y de perder oficio; el juramento lo tenía que hacer
en Cabildo del Concejo, ante el escribano. Sigue el Rey
legislando para los municipios, prohibiendo que entre nadie
en la sala cuando estén celebrándose los Cabildos, bajo pena
al Corregidor de la pérdida de su salario; el que se hicieran repartos
superiores a tres mil maravedís; que se aumentara el
número de Alcaldes, Regidores y Escribanos, reduciendo las
creadas; el que cobraran sueldo los Regidores que no asistieran
a los Cabildos y que el Corregidor viviera con Regidores
o Alcaldes. Declara válidos los acuerdos de los Concejos y ordena
que las ciudades sean gobernadas por sus ordenanzas, que
reparen las fortalezas y murallas en los lugares fronterizos y