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dé Ciencias, Bellas4i etras Nobles Arte - Real Academia de Córdoba

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1,1 mundo <strong>de</strong> los sentidos<br />

te a la percepción visual y a la auditiva. Por lo que respecta a<br />

las otras tres restantes funciones sensoriales, la cosa es análoga,<br />

y todo no hace sino abonar le que hemos indicado respecto<br />

a la vista y al oído, aun cuando hay que tener en cuenta que<br />

con los tres sentidos restantes (olfato, gusto y tacto), se agudiza<br />

al máximo el fenómeno <strong>de</strong> la intelectualización <strong>de</strong> una<br />

función sensorial, fenómeno al que ya en otro lugar nos hemos<br />

referido con carácter general. Veamos <strong>de</strong> qué forma. En primer<br />

lugar, trataremos <strong>de</strong> la función táctil.<br />

Llega un momento en el Laberinto en el que la Provi<strong>de</strong>ncia<br />

dice al poeta:<br />

mostrarte yo algo que pue<strong>de</strong><br />

ser apalpado <strong>de</strong> vmano ynteleto (62r.<br />

O sea, para Mena, el tacto, el palpar, no es un fenómeno<br />

físico. No es que a través <strong>de</strong> las yemas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos entre un<br />

contorno. una tersura, una suavidad, no. Mena palpa sólo intelectualmente.<br />

Es como si la inteligencia fuera un hombre con<br />

sentidos. Apalpar es para Mena, compren<strong>de</strong>r, saber, leer, estudiar,<br />

como siempre. El tacto no es ya una función sensorial sino<br />

intelectual. Véase <strong>de</strong> qué forma nos ha dicho el poeta que para<br />

él no hay más mundo que el <strong>de</strong>l alma, que conoce el mundo a<br />

través <strong>de</strong> su razón, <strong>de</strong> su inteligencia, pero no <strong>de</strong> su actuar físico.<br />

Fenómeno análogo suce<strong>de</strong> con los otros dos sentidos, el olfativo<br />

y el gustativo, que tan íntimamente unidos aparecen en<br />

su actuar. La dulzura o no dulzura <strong>de</strong> una cosa, el olor <strong>de</strong> ella,<br />

no es físico, sino intelectual. Claro es que este fenómeno suce<strong>de</strong><br />

también en el lenguaje vulgar y que la traslación <strong>de</strong> sentido, el<br />

dar calida<strong>de</strong>s espirituales a objetos <strong>de</strong>l mundo físico y - viceversa,<br />

es corriente. A nadie extraña por ejemplo, oir <strong>de</strong> una<br />

persona que murió en «olor <strong>de</strong> santidad» como si este atributo<br />

moral fuera algo que pudiera entrar por el olfato. Sin embargo,<br />

en Mena, este fenómeno, es regla general en su poesía. Asimismo<br />

dice que el pecado trae<br />

dulzura enpogonflada (63)..<br />

Esto no quiere <strong>de</strong>cir sino que el pecado por ser algo que<br />

satisface en último término a nuestro cuerpo, a nuestros sentidos<br />

corporales, al mundo sensorial <strong>de</strong> nuestros instintos, nos<br />

resulta dulce, se nos aparece dulce para hacérsenos agradable,<br />

tomando por dulce todo lo que es agradable al cuerpo. Pero, si<br />

es bueno para el cuerpo, es malo para el alma, para el espíritu,<br />

y por eso es por lo que esa dulzura que acompaña al pecado<br />

viene empozoilada.<br />

En otro lugar escribe Juan <strong>de</strong> Mena:<br />

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