El convivio.pdf - Ataun

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19.06.2013 Views

hombres, sino mujeres, que son muchos y muchas en esta lengua, vulgares y no letrados. Además, el latín no hubiera sido el donante de útil dádiva, que será el vulgar; porque no hay cosa alguna útil, sino en cuanto se usa, ni está su bondad en potencia, lo cual no es existir perfectamente, como el oro, la margarita y los demás tesoros que están enterrados, porque los que están a mano del avaro están en más bajo lugar, que no hay tierra allí donde está escondido el tesoro. La verdadera dádiva de este Comentario es el sentido de las canciones a las cuales se hace, porque intenta principalmente inducir a los hombres a la ciencia y a la virtud, como se verá por el proceso de su tratado. No pueden tener el hábito de este sentido, sino aquellos en quienes está sembrada la verdadera nobleza del modo que se dirá en el cuarto Tratado; y éstos son casi todos vulgares, como lo son los nobles más arriba nombrados en este capítulo. Y no hay contradicción porque algún letrado sea de aquéllos, que, como dice mi maestro Aristóteles en el primer libro de la Ética: «Una golondrina no hace verano». Es, pues, manifiesto que el vulgar dará cosa útil. Y el latín no la hubiera dado.

Aún más: dará el vulgar dádiva no pedida, que no hubiera dado el latín, porque se dará a sí propio por Comentario, que nunca fue pedido por nadie, y esto no puede decirse del latín, que ha sido ya pedido por Comentario y por glosas a muchos escritos, como en sus principios puede verse claramente en muchos. Y así manifiesto es que pronta liberalidad me inclinó al vulgar antes que al latín. - X - Grande tiene que ser la excusa, cuando en convivio tan noble, por sus manjares y tan honroso por sus convidados, se sirve pan de avena y no de trigo; y tiene que ser una razón evidente la que le haga apartarse al hombre de aquello que por tanto tiempo han conservado los demás, como es el comentar en latín. Y así, la razón ha de ser manifiesta, pues es incierto el fin de las cosas nuevas, ya que nunca se ha tenido experiencia de ellas; de aquí que las cosas, usadas y conversadas, son comparadas en el proceso y en el fin. Por eso se movió la razón a ordenar que el hombre tuviese diligente cuidado al

hombres, sino mujeres, que son muchos y muchas<br />

en esta lengua, vulgares y no letrados.<br />

Además, el latín no hubiera sido el donante de<br />

útil dádiva, que será el vulgar; porque no hay cosa<br />

alguna útil, sino en cuanto se usa, ni está su bondad<br />

en potencia, lo cual no es existir perfectamente,<br />

como el oro, la margarita y los demás tesoros que<br />

están enterrados, porque los que están a mano del<br />

avaro están en más bajo lugar, que no hay tierra allí<br />

donde está escondido el tesoro. La verdadera dádiva<br />

de este Comentario es el sentido de las canciones<br />

a las cuales se hace, porque intenta principalmente<br />

inducir a los hombres a la ciencia y a la virtud,<br />

como se verá por el proceso de su tratado. No<br />

pueden tener el hábito de este sentido, sino aquellos<br />

en quienes está sembrada la verdadera nobleza<br />

del modo que se dirá en el cuarto Tratado; y éstos<br />

son casi todos vulgares, como lo son los nobles<br />

más arriba nombrados en este capítulo. Y no hay<br />

contradicción porque algún letrado sea de aquéllos,<br />

que, como dice mi maestro Aristóteles en el primer<br />

libro de la Ética: «Una golondrina no hace verano».<br />

Es, pues, manifiesto que el vulgar dará cosa útil. Y<br />

el latín no la hubiera dado.

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