H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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piedra en la región más salvaje se descubren su reloj, dinero y anillo envueltos en un pergamino marcado con los mismos caracteres del sello babilonio y la roca de las montañas galesas. El manuscrito explica lo suficiente como para suscitar las más espeluznantes visiones. El profesor Gregg, a partir de la masiva evidencia presentada por las misteriosas desapariciones, la inscripción en la roca, las descripciones de los antiguos geógrafos y el sello negro, tuvo la certeza de que una oscura raza de seres primigenios de antigüedad inmemorial perduraba en las entrañas de las colinas solitarias de Gales. Investigaciones posteriores permitieron descifrar el enigmático mensaje del sello negro, y revelaron que el muchacho idiota, vástago de un padre inconcebible, era el heredero de monstruosas memorias y conjeturas. En aquella extraña noche en su estudio, el profesor había invocado a “la terrible transmutación de las colinas” con ayuda del sello negro, despertando en el híbrido idiota los horrores de su espantosa paternidad. Vio “que su cuerpo se hinchaba y se distendía como una vejiga”, mientras el rostro se ennegrecía...” Y cuando los supremos efectos de la invocación se manifestaron, el profesor Gregg contempló el pánico cósmico en su forma más oscura. Tuvo conciencia del abismo insondable de anomalías que había dejado en libertad y fue hacia las colinas preparado y resignado. Se enfrentaría con el inaudito “Pequeño pueblo” - y el manuscrito finaliza con una observación racional: “Si por desgracia no regreso de mi viaje, no hay necesidad de conjurar aquí una imagen de mi espantoso destino”. En Los tres impostores se incluye también La novela del polvillo blanco, que se acerca, a la absoluta culminación del miedo aberrante. Francis Leicester, un joven estudiante de leyes, abrumado por el trabajo y el encierro, tiene una receta, que le ha facilitado un viejo boticario no muy cuidadoso acerca del estado de sus drogas. La substancia, según se revela después, es una sal muy peculiar que el tiempo y los cambios de 80

temperatura, han transformado accidentalmente en algo muy extraño y terrible; para ser breve, nada menos que el vinum sabbati medieval, cuya libación en las horribles orgías del Aquelarre Negro causaba espantosas transformaciones y - utilizado con desatino - consecuencias indecibles. Con toda inocencia, el joven ingiere regularmente el polvillo en un vaso de agua después de las comidas; y al principio siente substanciales beneficios. Gradualmente, sin embargo, esa mejoría se convierte en disipación; se ausenta a menudo de su casa y aparecen rastros de un repelente cambio psicológico. Cierto día una extraña mancha lívida surge en su mano derecha, y él retorna entonces a su encierro ocultándose en su habitación y no admitiendo a nadie de su familia. Un doctor solicita verlo, pero sale de la habitación temblando de horror y diciendo que él no puede hacer ya más nada en esa casa. Dos semanas después, la hermana de Francis, desde la calle, vislumbra una figura monstruosa en la ventana de la habitación del enfermo; y los sirvientes declaran que la comida que se le deja al lado de la puerta cerrada está sin tocar. Los llamados sólo obtienen como respuesta un sonido deslizante y una voz densa y apenas audible que pide que lo dejen solo. Al fin, una criada estremecida observa un hecho espantoso. El techo de la habitación debajo de la de Leicester está manchado con una odiosa substancia oscura que gotea dejando charcos de viscosa abominación sobre la cama. El doctor Haberden, a quien se persuade para volver a la casa, derrumba la puerta de la habitación del joven y armado con una barra de hierro golpea una y otra vez a la criatura blasfema y semiviva que allí se encuentra. Es una masa negra y pútrida, hirviente de corrupción, ni líquida ni sólida, fundiéndose y cambiando constantemente. Puntos ardientes como ojos brillan en medio de ese horror, y antes del final intenta levantar lo que podría haber sido un brazo. Poco después el doctor, incapaz de soportar el recuerdo de lo que había visto, muere en el mar mientras viajaba a América en busca de una 81

piedra <strong>en</strong> la región más salvaje se descubr<strong>en</strong> su reloj, dinero y anillo<br />

<strong>en</strong>vueltos <strong>en</strong> un pergamino marcado con los mismos caracteres del sello<br />

babilonio y la roca de las montañas galesas.<br />

El manuscrito explica lo sufici<strong>en</strong>te <strong>com</strong>o para suscitar las más<br />

espeluznantes visiones. El profesor Gregg, a partir de la masiva evid<strong>en</strong>cia<br />

pres<strong>en</strong>tada por las misteriosas desapariciones, la inscripción <strong>en</strong> la roca, las<br />

descripciones de los antiguos geógrafos y el sello negro, tuvo la certeza de<br />

que una oscura raza de seres primig<strong>en</strong>ios de antigüedad inmemorial<br />

perduraba <strong>en</strong> las <strong>en</strong>trañas de las colinas solitarias de Gales. Investigaciones<br />

posteriores permitieron descifrar el <strong>en</strong>igmático m<strong>en</strong>saje del sello negro, y<br />

revelaron que el muchacho idiota, vástago de un padre inconcebible, era el<br />

heredero de monstruosas memorias y conjeturas. En aquella extraña noche<br />

<strong>en</strong> su estudio, el profesor había invocado a “la terrible transmutación de las<br />

colinas” con ayuda del sello negro, despertando <strong>en</strong> el híbrido idiota los<br />

horrores de su espantosa paternidad. Vio “que su cuerpo se hinchaba y se<br />

dist<strong>en</strong>día <strong>com</strong>o una vejiga”, mi<strong>en</strong>tras el rostro se <strong>en</strong>negrecía...” Y cuando<br />

los supremos efectos de la invocación se manifestaron, el profesor Gregg<br />

contempló el pánico cósmico <strong>en</strong> su forma más oscura.<br />

Tuvo conci<strong>en</strong>cia del abismo insondable de anomalías que había<br />

dejado <strong>en</strong> libertad y fue hacia las colinas preparado y resignado. Se<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taría con el inaudito “Pequeño pueblo” - y el manuscrito finaliza con<br />

una observación racional: “Si por desgracia no regreso de mi viaje, no hay<br />

necesidad de conjurar aquí una imag<strong>en</strong> de mi espantoso destino”.<br />

En Los tres impostores se incluye también La novela del polvillo<br />

blanco, que se acerca, a la absoluta culminación del miedo aberrante.<br />

Francis Leicester, un jov<strong>en</strong> estudiante de leyes, abrumado por el<br />

trabajo y el <strong>en</strong>cierro, ti<strong>en</strong>e una receta, que le ha facilitado un viejo boticario<br />

no muy cuidadoso acerca del estado de sus drogas. La substancia, según se<br />

revela después, es una sal muy peculiar que el tiempo y los cambios de<br />

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