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hombres-lobos, los vampiros y otras criaturas tremebundas, estaban en labios de las ancianas y también de los poetas populares, y era muy corto el paso que faltaba dar para rebasar los límites que separaban a los relatos orales de la composición literaria. En Oriente, los cuentos sobrenaturales tendían a un virtuosismo pleno de matices que casi los transmutaba en la más pura fantasía. En cambio, en Occidente, entre los místicos teutones que habían llegado desde sus tenebrosas selvas boreales y los celtas con sus extraños rituales druídicos, las leyendas sobrenaturales asumían una intensidad ominosa y se rodeaban de una atmósfera de convincente gravedad que duplicaba la potencia de unos horrores a medio explicar y apenas insinuados. Gran parte del trasfondo del folklore occidental y de los cantos sobrenaturales provenía incuestionablemente de las leyendas acerca de los cultos antiquísimos y terribles, cuyos adoradores - procedentes de las épocas pre-Aria y pre-agrícola, cuando una raza colonizadora de mongoloides invadió Europa con sus rebaños - practicaban los ritos de fecundidad. Este culto secreto, transmitido de generación en generación durante milenios, pese a la dominación de las religiones druídica, grecorromana y cristiana, estaba marcado por el salvaje “aquelarre de brujas” que tenía lugar en los bosques y las colinas remotas durante la noche de Walpurgis y también durante la noche de Todos los Santos, que constituyen las temporadas tradicionales para la reproducción de las cabras y las ovejas. Este culto se convirtió en el manantial de un riquísimo acervo de leyendas mágicas, y además dio impulso a la demencial persecución de las hechiceras cuyo resultado en Norteamérica fue el famoso caso de las brujas de Salem. Similar en su esencia y tal vez vinculado directamente con dicho culto, era la siniestra cofradía de los adoradores de Satanás, teología invertida que originó los horrores de las afamadas “Misas negras”; en un sesgo de la misma tendencia podemos incluir a las actividades de quienes 8

perseguían unos objetivos más o menos científicos y filosóficos, tales como los astrólogos, cabalistas y alquimistas del tipo de Alberto Magno o Raimundo Lulio, que abundaban en aquellos tiempos. El predominio y arraigo de lo terrorífico en la Europa medieval, intensificado por la desesperación causada por los azotes de la peste, puede ejemplificarse con claridad a través de las grotescas esculturas introducidas en la mayoría de las obras religiosas del último período del gótico; las demoníacas gárgolas de la iglesia de Nôtre Dame en París y del Mont Saint Michel figuran entre los ejemplos más famosos 2. Y a lo largo de toda esa época, es importante recordar que tanto la gente ilustrada como el populacho creía firmemente en todas las manifestaciones sobrenaturales, desde las más dulces doctrinas del cristianismo hasta las mayores monstruosidades de la hechicería y la magia negra. Ello explica, en parte, el surgimiento y la casi universal fama de los magos y alquimistas del Renacimiento: Nostradamus, Trithemius, el doctor John Dee, Robert Fludd y otros. De ese fértil terreno se nutrieron los temas y los personajes de las leyendas y mitos tenebrosos que perduraron en la literatura fantástica hasta nuestros días, disfrazados o alterados por la sofisticación moderna. Muchos de ellos provienen de las fuentes orales más primitivas y forman parte del legado permanente de la humanidad. El espectro que aparece para exigir la inhumación de sus restos, el amante duende que regresa para llevarse a su enamorada, el espíritu de la muerte o psicopompo que cabalga en el viento nocturno, el hombre lobo, la habitación sellada, el brujo inmortal, todos ellos figuran en esa galería tan curiosa de la ciencia medieval que Sabine Baring-Gould supo compilar tan eficazmente en su obra 3. En todos los lugares en donde predominaba la mística sangre nórdica, la atmósfera de 2 Un estudio fundamental para esa manifestación del arte europeo es el libro de J. Baltrusaitis La edad media fantástica. (N. del T.) 9

hombres-lobos, los vampiros y otras criaturas tremebundas, estaban <strong>en</strong><br />

labios de las ancianas y también de los poetas populares, y era muy corto el<br />

paso que faltaba dar para rebasar los límites que separaban a los relatos<br />

orales de la <strong>com</strong>posición literaria. En Ori<strong>en</strong>te, los <strong>cu<strong>en</strong>tos</strong> sobr<strong>en</strong>aturales<br />

t<strong>en</strong>dían a un virtuosismo pl<strong>en</strong>o de matices que casi los transmutaba <strong>en</strong> la<br />

más pura fantasía. En cambio, <strong>en</strong> Occid<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre los místicos teutones que<br />

habían llegado desde sus t<strong>en</strong>ebrosas selvas boreales y los celtas con sus<br />

extraños rituales druídicos, las ley<strong>en</strong>das sobr<strong>en</strong>aturales asumían una<br />

int<strong>en</strong>sidad ominosa y se rodeaban de una atmósfera de convinc<strong>en</strong>te<br />

gravedad que duplicaba la pot<strong>en</strong>cia de unos horrores a medio explicar y<br />

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Gran parte del trasfondo del folklore occid<strong>en</strong>tal y de los cantos<br />

sobr<strong>en</strong>aturales prov<strong>en</strong>ía incuestionablem<strong>en</strong>te de las ley<strong>en</strong>das acerca de los<br />

cultos antiquísimos y terribles, cuyos adoradores - proced<strong>en</strong>tes de las<br />

épocas pre-Aria y pre-agrícola, cuando una raza colonizadora de<br />

mongoloides invadió Europa con sus rebaños - practicaban los ritos de<br />

fecundidad. Este culto secreto, transmitido de g<strong>en</strong>eración <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eración<br />

durante mil<strong>en</strong>ios, pese a la dominación de las religiones druídica,<br />

grecorromana y cristiana, estaba marcado por el salvaje “aquelarre de<br />

brujas” que t<strong>en</strong>ía lugar <strong>en</strong> los bosques y las colinas remotas durante la<br />

noche de Walpurgis y también durante la noche de Todos los Santos, que<br />

constituy<strong>en</strong> las temporadas tradicionales para la reproducción de las cabras<br />

y las ovejas. Este culto se convirtió <strong>en</strong> el manantial de un riquísimo acervo<br />

de ley<strong>en</strong>das mágicas, y además dio impulso a la dem<strong>en</strong>cial persecución de<br />

las hechiceras cuyo resultado <strong>en</strong> Norteamérica fue el famoso caso de las<br />

brujas de Salem. Similar <strong>en</strong> su es<strong>en</strong>cia y tal vez vinculado directam<strong>en</strong>te con<br />

dicho culto, era la siniestra cofradía de los adoradores de Satanás, teología<br />

invertida que originó los horrores de las afamadas “Misas negras”; <strong>en</strong> un<br />

sesgo de la misma t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia podemos incluir a las actividades de qui<strong>en</strong>es<br />

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