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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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la puerta está abierta y las estrellas aguardan <strong>en</strong> el exterior. Ya jadea y<br />

resuella tus hantak con impaci<strong>en</strong>cia. Vuela hacia Vega a través de la noche,<br />

pero tuerce tu rumbo cuando oigas los primeros cánticos. No olvides mi<br />

consejo, no vayas a ser absorbido por horrores inconcebibles hacia un<br />

abismo de locura. Acuérdate de los Dioses Otros: son inm<strong>en</strong>sos y terribles,<br />

carec<strong>en</strong> de alma y acechan <strong>en</strong> los vacíos exteriores. Ellos son los dioses que<br />

a todo trance debes evitar.»<br />

¡Hei! ¡Aa-shanta 'nygh! ¡Eres libre! Devuelve los dioses terrestres a<br />

la morada que pose<strong>en</strong> <strong>en</strong> la ignorada Kadath, y ruega a todo el espacio que<br />

jamás llegues a verme <strong>en</strong> ninguna de mis otras mil <strong>en</strong>carnaciones. ¡Adiós,<br />

Randolph Carter, y guárdate de mí, porque yo soy Nyarlathotep, el Caos<br />

Reptante!».<br />

Y Randolph Carter, perplejo y confuso, a lomos de su shantak, salió<br />

disparado al espacio, hacia el parpadeo azul y frío de Vega. Se volvió y<br />

miró hacia atrás, y contempló la caótica confusión de torres de aquella<br />

pesadilla hecha ónice, <strong>en</strong> donde todavía brillaba el cárd<strong>en</strong>o resplandor<br />

solitario de la v<strong>en</strong>tana por <strong>en</strong>cima del aire y de las nubes de la zona<br />

terrestre del país de los Sueños. Junto a él desfilaron horrores <strong>en</strong>ormes <strong>en</strong><br />

forma de pólipos, y oyó los aletazos de una bandada de invisibles<br />

murciélagos; pero siguió agarrado a la sucia crin de aquel nauseabundo e<br />

hipocéfalo pájaro escamoso. Las estrellas danzaban burlescas, y a cada<br />

mom<strong>en</strong>to parecían cambiar de posición para formar unos signos fatales que<br />

casi se podían descifrar, aun cuando no hubieran sido vistos antes jamás, y<br />

los vi<strong>en</strong>tos inferiores aullaban constantem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las vagas tinieblas y <strong>en</strong><br />

las soledades de más allá del cosmos.<br />

De pronto, de la bóveda resplandeci<strong>en</strong>te que le <strong>en</strong>volvía desc<strong>en</strong>dió<br />

un sil<strong>en</strong>cio premonitorio, y todos los vi<strong>en</strong>tos y horrores se escabulleron<br />

<strong>com</strong>o se disipan las sombras de la noche con las claridades del alba. En<br />

oleadas temblorosas de luz sobr<strong>en</strong>atural, <strong>com</strong><strong>en</strong>zaron a hacerse audibles los<br />

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