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calle por el copartícipe del sueño, cae al poco tiempo en manos del artista; luego ambos se apropian extrañamente del terrible infolio de los horrores, cuyas páginas revelan - entre pavorosos secretos ajenos a la cordura– que ese talismán es el inmencionable Signo Amarillo que proviene del culto maldito de Hastur - en la primigenia Carcosa, de la cual trata el libro y cuya memoria yace agazapada ominosa en las profundidades de la mente humana. Luego escuchan el retumbar de la carroza fúnebre cuyas riendas lleva el fofo guardián de rostro cadavérico. La siniestra figura entra en la casa sombría buscando el Signo Amarillo, las trancas y los cerrojos se desmenuzan a su toque. Y cuando la gente, alarmada por un grito inhumano, se precipita en la casa, hallan tres cuerpos en el piso: dos muertos y un moribundo. Uno de los cadáveres está en avanzado grado de descomposición. Es el guardián del cementerio, y el doctor exclama: “Ese hombre debe haber muerto hace meses”. Vale la pena destacar que el autor deriva la mayor parte de los nonbres y alusiones relacionados con su espeluznante región de memorias prirmigenias, de los cuentos de Ambrose Bierce. Otras obras de Chambers con elementos macabros con The Maker of Moons (El hacedor de Lunas) y In Search of the Unknown (En busca de lo desconocido). No puede evitarse el lamentar que no continuara desarrollando una veta que fácilmente le hubiera concedido fama de maestro. Elementos sobrenaturales de auténtica estirpe puede hallarse en la obra de la escritora realista de Nueva Inglaterra Mary E. Wilkins (Freeman), cuyo volumen de cuentos The Wind in the Rosebush (El viento en el rosal) contiene una cantidad de notables ejemplos. En The Shadows on the Wall (Las sombras en la pared) se describe con suma habilidad el del T.) 60

impacto de la tragedia espectral en el ámbito de una sólida familia de Neva Inglaterra; y el misterioso origen de la sombra del hermano envenenado prefigura el desenlace cuando la sombra del secreto asesino, que se ha suicidado en una ciudad cercana, aparece súbitamente detrás de aquella. Charlotte Perkins Gilman, en The Yellow Wallpaper (El empapelado amarillo) alcanza un nivel de clásico al delinear sutilmente la locura de una mujer que vive en una espantosa habitación empapelada donde una demente estuvo recluída. En el cuento titulado The Dead Valley (El valle muerto), el eminente arquitecto y novelista Ralph Adams Cram logra invocar memorablemente el vago espanto que impera sobre una región desolada, merced a la sutileza de las descripciones y la atmósfera. El versátil y talentoso Irvin S. Cobb continúa nuestra tradición de literatura espectral con algunos brillantes ejemplos. Entre sus primeros textos figura Fishead, un cuento perniciosamente efectivo en su retrato de una afinidad monstruosa entre un híbrido idiota y el extraño pez de un lago apartado, quien al final toma venganza por el asesinato de su anormal consanguíneo. Las últimas obras del señor Cobb introducen un elemento de posible ciencia, como en ese cuento de historia hereditaria en donde un hombre moderno con ascendencia negroide deja escapar palabrss del lenguaje de la jungla africana, al ser atropellado por un tren bajo circunstancias auditivas y visuales que recuerdan la muerte de su antecesor por un rinoceronte en el siglo pasado. De gran nivel artístico es la novela The Dark Chamber (La habitación oscura) de Leonard Cline, publicada en 1927. Esta es la historia de un hombre que - con la típica ambición de un personaje gótico o byroniano - busca desafiar la naturaleza y recobrar cada instante de su vida, pasada mediante la anormal estimulación de la memoria. Para este fin utiliza interminables notas, archivos, objetos mnemónicos e imágenes - y 61

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Y cuando la g<strong>en</strong>te, alarmada por un grito inhumano, se precipita <strong>en</strong><br />

la casa, hallan tres cuerpos <strong>en</strong> el piso: dos muertos y un moribundo. Uno de<br />

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del cem<strong>en</strong>terio, y el doctor exclama: “Ese hombre debe haber muerto hace<br />

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Vale la p<strong>en</strong>a destacar que el autor deriva la mayor parte de los<br />

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prirmig<strong>en</strong>ias, de los <strong>cu<strong>en</strong>tos</strong> de Ambrose Bierce. Otras obras de Chambers<br />

con elem<strong>en</strong>tos macabros con The Maker of Moons (El hacedor de Lunas) y<br />

In Search of the Unknown (En busca de lo desconocido). No puede evitarse<br />

el lam<strong>en</strong>tar que no continuara desarrollando una veta que fácilm<strong>en</strong>te le<br />

hubiera concedido fama de maestro.<br />

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obra de la escritora realista de Nueva Inglaterra Mary E. Wilkins<br />

(Freeman), cuyo volum<strong>en</strong> de <strong>cu<strong>en</strong>tos</strong> The Wind in the Rosebush (El vi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> el rosal) conti<strong>en</strong>e una cantidad de notables ejemplos. En The Shadows<br />

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