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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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meseta de L<strong>en</strong>g y al gran sacerdote indescriptible. Durante un rato estuvo<br />

meditando lo que debía hacer, y recordó cuán cerca se <strong>en</strong>contraba de la<br />

<strong>en</strong>trada del t<strong>en</strong>ebroso reino de los gules. Lo más conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> efecto, era<br />

deslizarse hasta la plaza de los leones gemelos y desc<strong>en</strong>der sin pérdida de<br />

tiempo al abismo, donde evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te no <strong>en</strong>contraría horrores peores que<br />

los de arriba, pero donde no tardaría <strong>en</strong> <strong>en</strong>contrar algunos gules deseosos<br />

de rescatar a sus hermanos y de limpiar aquella negra galera de toda bestia<br />

lunar. Se le ocurrió que la <strong>en</strong>trada, <strong>com</strong>o todas las que dan acceso a los<br />

abismos, podía estar custodiada por las descarnadas alimañas de la noche,<br />

pero ahora no temía a aquellas criaturas sin rostro. Sabía que estaban<br />

ligadas por un solemne pacto a los gules, y el gul que un día fuera Pickman<br />

le había <strong>en</strong>señado a farfullar la contraseña adecuada.<br />

Así que Carter <strong>com</strong><strong>en</strong>zó de nuevo su marcha sil<strong>en</strong>ciosa por <strong>en</strong>tre<br />

ruinas, <strong>en</strong> dirección a la gran plaza c<strong>en</strong>tral de los alados leones. Era una<br />

tarea delicada, pero las bestias lunares estaban agradablem<strong>en</strong>te ocupadas y<br />

no oyeron los ruidos y los roces t<strong>en</strong>ues que por dos veces provocó<br />

accid<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te, al tropezar con las piedras esparcidas. Por último, llegó a<br />

un lugar abierto y empr<strong>en</strong>dió el camino <strong>en</strong>tre árboles raquíticos y<br />

<strong>en</strong>marañadas <strong>en</strong>redaderas que habían crecido por allí. Los gigantescos<br />

leones se erguían terribles recortándose contra la luz <strong>en</strong>fermiza de las<br />

fosforesc<strong>en</strong>tes nubes nocturnas; pero Carter siguió caminando<br />

valerosam<strong>en</strong>te hacia ellos, y luego fue a situarse delante, pues sabía que<br />

<strong>en</strong>contraría allí la impon<strong>en</strong>te abertura que custodian. Aquellas bestias<br />

burlonas de diorita estaban s<strong>en</strong>tadas a diez pies una de otra, meditando<br />

sobre ciclópeos pedestales cuyas caras ost<strong>en</strong>taban bajorrelieves aterradores.<br />

En el espacio c<strong>en</strong>tral que quedaba <strong>en</strong>tre ambas, había una especie de terraza<br />

pavim<strong>en</strong>tada de baldosas que alguna vez estuvo bordeada de balaustradas<br />

de ónice. En mitad de esta terraza se abría un pozo t<strong>en</strong>ebroso. Carter había<br />

llegado al pozo cuyos mohosos peldaños de piedra desci<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a unas<br />

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