19.06.2013 Views

H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

de Pnath y los pasos que dan acceso al trasmundo.<br />

El mercader de los ojos oblicuos empujó <strong>en</strong>tonces a Carter al<br />

interior de una gran estancia abovedada cuyos muros estaban revestidos de<br />

impíos bajorrelieves; <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro se abría la boca circular de un pozo,<br />

rodeada por seis piedras de altar cubiertas de manchas horr<strong>en</strong>das. No había<br />

la m<strong>en</strong>or luz <strong>en</strong> aquella cripta maloli<strong>en</strong>te, y la lamparita del siniestro<br />

mercader alumbraba tan poco que Carter fue reparando <strong>en</strong> los detalles muy<br />

poco a poco. En el rincón opuesto había un alto estrado de piedra al que se<br />

subía por cinco peldaños; y allí, s<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> su trono de oro, se hallaba una<br />

pesada figura <strong>en</strong>vuelta <strong>en</strong> ropajes de seda amarilla con dibujos <strong>en</strong> rojo, con<br />

el rostro cubierto por una máscara de seda del mismo color. Ante esta<br />

figura, el hombre de los ojos oblicuos hizo ciertos signos con las manos; y<br />

el que acechaba <strong>en</strong> las tinieblas respondió alzando <strong>en</strong>tre sus patas vestidas<br />

de seda una flauta de marfil y sacando de ella ciertos sonidos repugnantes,<br />

bajo su flotante máscara amarilla. Así continuó el coloquio durante un<br />

tiempo, y Carter <strong>com</strong><strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>contrar algo repugnantem<strong>en</strong>te familiar <strong>en</strong> el<br />

sonido de aquella flauta y <strong>en</strong> la fetidez de aquel lugar nauseabundo. Todo<br />

aquello le hacía p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> cierta horrible ciudad iluminada por luces rojas,<br />

y <strong>en</strong> la repugnante procesión que un día desfilara por sus calles. También le<br />

recordaba su terrible asc<strong>en</strong>sión por las regiones lunares, interrumpida<br />

cuando los fraternales gatos de la tierra se lanzaron <strong>en</strong> masa a rescatarlo.<br />

Carter sabía que la criatura del estrado era sin duda alguna el gran<br />

sacerdote indescriptible de qui<strong>en</strong> las ley<strong>en</strong>das hac<strong>en</strong> conjeturas tan<br />

perversas y depravadas; pero le daba miedo p<strong>en</strong>sar qué clase de criatura<br />

sería aquel detestable sacerdote, <strong>en</strong> realidad.<br />

Entonces, inadvertidam<strong>en</strong>te, la figura de seda descubrió un poco<br />

una de sus zarpas grisáceas, y Carter se dio cu<strong>en</strong>ta de quién era el<br />

abominable sacerdote. Y <strong>en</strong> aquel supremo trance, el terror le empujó a<br />

hacer algo que su razón jamás se habría atrevido a int<strong>en</strong>tar; porque <strong>en</strong> su<br />

586

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!