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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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cuando el animal tropezaba o no quería seguir. Y luego, de pronto, llegó a<br />

la cima; y miró ante sí y se quedó mudo de asombro al ver lo que t<strong>en</strong>ía<br />

delante.<br />

El desfiladero seguía recto y bajaba una suave p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te,<br />

flanqueado por unas paredes de roca natural, <strong>com</strong>o antes; pero a mano<br />

izquierda se abría un vacío monstruoso de una amplitud de muchísimos<br />

acres, de donde algún arcaico poder había cortado y arrancado los<br />

farallones originales de ónice, transformando el abismo <strong>en</strong> una cantera de<br />

gigantes. En la lejana pared opuesta del precipicio, resaltaba aún la huella<br />

de una gubia gigantesca; y <strong>en</strong> el fondo, la tierra mostraba inm<strong>en</strong>sas<br />

oquedades. No era una cantera abierta por los hombres, y los huecos que<br />

quedaban <strong>en</strong> sus muros eran <strong>en</strong>ormes y rectangulares, lo que daba una idea<br />

de las dim<strong>en</strong>siones de aquellos bloques que, según decían, fueron labrados<br />

un día por manos y cinceles de seres innominados. Arriba, por <strong>en</strong>cima de<br />

las rocas desgarradas, planeaban y graznaban cuervos <strong>en</strong>ormes; y los vagos<br />

rumores que brotaban de las profundidades delataban la pres<strong>en</strong>cia de<br />

murciélagos o de urhags, o quizá de seres m<strong>en</strong>os m<strong>en</strong>cionables que habitan<br />

<strong>en</strong> la absoluta negrura. Carter se quedó parado <strong>en</strong> el estrecho desfiladero,<br />

bajo la luz mortecina del crepúsculo, sin atreverse a avanzar por la rocosa<br />

s<strong>en</strong>da que desc<strong>en</strong>día ante él: a su derecha, los altísimos peñascos de ónice<br />

se elevaban hasta perderse de vista; a su izquierda, la roca mostraba cortes<br />

gigantescos y terribles que hacían p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> una cantera sobr<strong>en</strong>atural.<br />

Bruscam<strong>en</strong>te, el yak dejó escapar un mugido y se revolvió<br />

<strong>en</strong>loquecido, saltó por <strong>en</strong>cima de Carter y salió disparado, preso de pánico,<br />

desapareci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> seguida por el angosto desfiladero <strong>en</strong> dirección norte.<br />

Las piedras pateadas <strong>en</strong> su precipitada fuga rodaron hasta el borde de la<br />

cantera y se perdieron <strong>en</strong> el vacío t<strong>en</strong>ebroso, sin que un solo ruido brotara<br />

del fondo. Pero Carter ignoraba los peligros de aquel s<strong>en</strong>dero y echó a<br />

correr <strong>en</strong> pos de su asustada montura. No tardaron <strong>en</strong> reaparecer las rocosas<br />

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