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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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a verle <strong>en</strong> la posada, y el platito de riquísima leche con que le había<br />

obsequiado la mañana antes de marcharse. El abuelo de aquel cachorrillo<br />

era precisam<strong>en</strong>te el jefe del ejército allí reunido, ya que había visto la<br />

maligna procesión desde una lejana colina, reconoci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> el prisionero a<br />

un amigo fiel de su especie, tanto <strong>en</strong> la Tierra <strong>com</strong>o <strong>en</strong> el país de los<br />

sueños.<br />

Sonó un aullido desde un pico lejano, y el viejo jefe interrumpió su<br />

charla. Era uno de los vigías del ejército, apostado <strong>en</strong> la más elevada de las<br />

montañas para vigilar al único <strong>en</strong>emigo que tem<strong>en</strong> los gatos de la Tierra: a<br />

los mismísimos gatos <strong>en</strong>ormes de Saturno, que por alguna razón no han<br />

olvidado el <strong>en</strong>canto de la cara oscura de nuestra luna. Estos gatos están<br />

ligados por un pacto a los malvados seres de cuerpo de sapo, y son<br />

<strong>en</strong>emigos declarados de nuestros pequeños felinos terrestres. De modo que,<br />

<strong>en</strong> estas circunstancias, un <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro con ellos habría sido bastante grave.<br />

Tras una breve deliberación <strong>en</strong>tre los g<strong>en</strong>erales, los gatos se<br />

levantaron y cerraron filas <strong>en</strong> torno a Carter para protegerle. Se prepararon<br />

para dar el gran salto a través del espacio y regresar a los tejados de nuestra<br />

Tierra y de la región terrestre de los sueños. El viejo mariscal de campo<br />

aconsejó a Carter que se dejara llevar tranquila y pasivam<strong>en</strong>te por la masa<br />

<strong>com</strong>pacta de saltadores de sedoso pelaje, y le explicó cómo debía saltar<br />

cuando saltaran los demás, y cómo aterrizar suavem<strong>en</strong>te cuando el resto lo<br />

hiciera. Asimismo se ofreció a depositarle <strong>en</strong> el lugar que él deseara, y<br />

Carter escogió la ciudad de Dylath-Le<strong>en</strong>, de donde había zarpado la negra<br />

galera, pues él deseaba partir por mar desde allí con rumbo a Oriab y la<br />

cresta esculpida del Ngranek, y también quería prev<strong>en</strong>ir a sus habitantes<br />

para que no mantuvieran por más tiempo ningún tráfico con las galeras<br />

negras, si es que podían interrumpirlo contacto y diplomacia. Entonces, a<br />

una señal, los gatos saltaron ágilm<strong>en</strong>te, protegi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre todos a su amigo.<br />

Entretanto, <strong>en</strong> una caverna t<strong>en</strong>ebrosa que se abría <strong>en</strong> la sagrada cumbre de<br />

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