H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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europeo, contaba con un trasfondo legendario de asociaciones sobrenaturales en dónde abrevar; de tal modo que las leyendas espectrales ya habían sido reconocidas como material provechoso para la literatura. Charles Brockden Brown había, logrado una fama espectacular con sus romances al estilo de Ann Radcliffe, y Washington lrving, elaborando con elegancia fábulas espeluznantes, se convirtió muy pronto en un clásico. Este trasfondo legendario provenía - como Paul Elmer More lo ha señalado - del profundo interés espiritual y teológico de los primeros colonos, a lo que se sumaba la naturaleza extraña y desconocida del vasto territorio que se presentaba a su vista; el eterno crepúsculo en el corazón de los inmensos y sombríos bosques que podían esconder toda clase de terrores; las hordas de indios cuyos semblantes extraños y taciturnos y sus costumbres violentas que parecían sugerir un origen infernal; la influencia de una teocracia puritana que dio nacimiento a toda clase de nociones con respecto a las relaciones del hombre con el Dios severo y vengativo de los calvinistas y sobre todo de su terrible adversario, acerca del cual se tronaba insistentemente en los púlpitos cada domingo; y la morbosa introspección cultivada en la soledad de los oscuros bosques y carente de toda diversión normal, vidas abrumadas por los mandamientos religiosos a un examen de conciencia y a una perversa represión de las emociones, configurando, por encima de todo, una vida de mera y siniestra lucha por la supervivencia. Todas estas cosas conspiraban para producir un ámbito en el que los obsesivos susurros de siniestras ancianas se escuchaban más allá del rincón de la chimenea y en donde los relatos de brujería y de secretas e increíbles monstruosidades persistieron mucho tiempo después de los temibles días de la pesadilla de Salem. Poe representa a la corriente más nueva, desilusionada, y 9 Se refiere a M. G. Lewis (N. del T.) 48

técnicamente perfecta de la literatura fantástica que surgió de este terreno propicio. Otra corriente - que representa a la tradición de los valores morales, de la gentil reserva, y una fantasía tranquila y suave tocada levemente por lo grotesco - está representada por otra figura famosa, incomprendida y solitaria de las letras norteamericanas - el retraído y sensible Nathaniel Hawthorne, oriundo de la antigua Salem y bisnieto de uno de los sanguinarios jueces en los procesos por brujería. En Hawthorne no existe ni la violencia, ni la osadía y el colorido de Poe; tampoco observamos en él la malignidad cósmica, el intenso sentido dramático y el arte impersonal del autor de El Cuervo. Aquí, en cambio, tenemos a un alma gentil sofocada por el puritanismo de Nueva Inglaterra; sombrío y melancólico, afligido por un universo inmoral que en todas partes vulnera los esquemas convencionales que nuestros antepasados consideraban como una ley divisa e inmutable. El Mal, una fuerza muy real para Hawthorne, es un adversario }*que merodea, acechante y conquistador; y en la fantasía del autor el mundo visible se transforma en un escenario de infinitas tragedias e infortunios, rodeado e infiltrado de presencias incorpóreas y apenas concebibles, luchando por la supremacía, y moldeando los destinos de los desventurados mortales sumergidos en el autoengaño y las vanas ilusiones. El legado de la tradición fantástica en América le pertenece en sumo grado, y Hawthorne vislumbró la oscura y triste muchedumbre de espectros que se ocultan tras las apariencias comunes de la vida; pero la pasión por lo alegórico no le impidió interesarse por las impresiones, sensaciones y bellezas del arte narrativo en sí mismo. Necesitaba tejer su fantasía en algún tapiz melancólico de diseño didáctico o alegórico, en donde con suave y resignado cinismo, podía desplegar una ingenua sentencia moral de la perfidia de los seres humanos por los cuales, sin embargo, no podía dejar de sentir cariño y conmiseración a pesar de contemplar su hipocresía. El 49

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propicio. Otra corri<strong>en</strong>te - que repres<strong>en</strong>ta a la tradición de los valores<br />

morales, de la g<strong>en</strong>til reserva, y una fantasía tranquila y suave tocada<br />

levem<strong>en</strong>te por lo grotesco - está repres<strong>en</strong>tada por otra figura famosa,<br />

in<strong>com</strong>pr<strong>en</strong>dida y solitaria de las letras norteamericanas - el retraído y<br />

s<strong>en</strong>sible Nathaniel Hawthorne, oriundo de la antigua Salem y bisnieto de<br />

uno de los sanguinarios jueces <strong>en</strong> los procesos por brujería. En Hawthorne<br />

no existe ni la viol<strong>en</strong>cia, ni la osadía y el colorido de Poe; tampoco<br />

observamos <strong>en</strong> él la malignidad cósmica, el int<strong>en</strong>so s<strong>en</strong>tido dramático y el<br />

arte impersonal del autor de El Cuervo.<br />

Aquí, <strong>en</strong> cambio, t<strong>en</strong>emos a un alma g<strong>en</strong>til sofocada por el<br />

puritanismo de Nueva Inglaterra; sombrío y melancólico, afligido por un<br />

universo inmoral que <strong>en</strong> todas partes vulnera los esquemas conv<strong>en</strong>cionales<br />

que nuestros antepasados consideraban <strong>com</strong>o una ley divisa e inmutable. El<br />

Mal, una fuerza muy real para Hawthorne, es un adversario }*que merodea,<br />

acechante y conquistador; y <strong>en</strong> la fantasía del autor el mundo visible se<br />

transforma <strong>en</strong> un esc<strong>en</strong>ario de infinitas tragedias e infortunios, rodeado e<br />

infiltrado de pres<strong>en</strong>cias incorpóreas y ap<strong>en</strong>as concebibles, luchando por la<br />

supremacía, y moldeando los destinos de los desv<strong>en</strong>turados mortales<br />

sumergidos <strong>en</strong> el auto<strong>en</strong>gaño y las vanas ilusiones. El legado de la tradición<br />

fantástica <strong>en</strong> América le pert<strong>en</strong>ece <strong>en</strong> sumo grado, y Hawthorne vislumbró<br />

la oscura y triste muchedumbre de espectros que se ocultan tras las<br />

apari<strong>en</strong>cias <strong>com</strong>unes de la vida; pero la pasión por lo alegórico no le<br />

impidió interesarse por las impresiones, s<strong>en</strong>saciones y bellezas del arte<br />

narrativo <strong>en</strong> sí mismo. Necesitaba tejer su fantasía <strong>en</strong> algún tapiz<br />

melancólico de diseño didáctico o alegórico, <strong>en</strong> donde con suave y<br />

resignado cinismo, podía desplegar una ing<strong>en</strong>ua s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia moral de la<br />

perfidia de los seres humanos por los cuales, sin embargo, no podía dejar<br />

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