H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
Megalosaurus y otros reptiles de la era mesozoica. Además de estas interesantes notas, había diagramas de lo que parecían ser extrañísimas operaciones y cuya naturaleza no comprendía en ese momento. Aparentemente habían sido copiados de antiguos textos, entre ellos una obra de Ludvig Prinn, titulada De Vermis Mysteriis, frecuentemente citada como fuente de referencias y que me era también totalmente desconocida. Las operaciones en sí mismas sugerían una raison d’être demasiado aterradora para poder aceptarla; una de ellas, por ejemplo, cuyo propósito era estirar la piel, consistía en realizar muchas incisiones para «permitir el crecimiento». Otra explicaba cómo un sencillo corte en cruz en la base de la columna vertebral era suficiente para lograr «una extensión del hueso de la cola». Lo que estos fantásticos diagramas sugerían era demasiado horrible para ser contemplado, pero sin duda formaba parte de la extraña investigación realizada por el doctor Charriere. A partir de ese momento, su reclusión me pareció sobradamente justificada: un estudio como éste no podía llevarse a cabo más que en secreto si se quería evitar la burla de todos los científicos. En estos papeles pude leer también la descripción de esas experiencias. Estaban relatadas de tal modo que no podía tratarse más que de experiencias vividas por el propio narrador. Sin embargo, eran anteriores a 1850 - en algunos casos en varias décadas - aunque, como todas las demás notas, estaban escritas de puño y letra del doctor Charriere. En este caso preciso, era indudable que no se trataba del relato de experiencias ajenas. No me quedaba ya otra opción que la de admitir que era más que octogenario en el momento de su muerte, y muchísimo más, tanto que empecé a sentirme molesto y a no poder apartar de mi mente a ese otro doctor Charriere que había existido antes que él. La suma total del credo del doctor Charriere tenía como resultado la poderosa e hipotética convicción de que el ser humano podía, por medio de 468
operaciones y otras prácticas tan extrañas como macabras, obtener algo de la longevidad característica de los saurios; que a la vida de un hombre se le podía añadir tanto como siglo y medio, o quizá dos siglos. Al finalizar ese período, el individuo se retiraba a algún lugar húmedo para dejarse caer en un estado de semiinconsciencia, que venía a ser una especie de gestación, hasta el momento en que se despertaba, con ciertas alteraciones en su aspecto y comenzaba otra larga vida. Dados los cambios fisiológicos que sufría durante aquellos períodos de gestación, el individuo se adaptaba a un modelo de existencia distinto en cada una de sus vidas. Para justificar esta teoría, el doctor Charriere se había apoyado únicamente en un gran número de leyendas, algunos datos de naturaleza similar, y relatos especulativos de curiosas mutaciones humanas que se habían dado en los últimos doscientos noventa y un años. Esa cifra cobró un significado mayor para mí cuando caí en la cuenta de que ese era justo el tiempo que había transcurrido desde la fecha de nacimiento del primer doctor Charriere hasta el día de la muerte del otro cirujano. No obstante, en todo ese material no había nada que sugiriera un procedimiento concreto de tipo científico, con pruebas aducibles. Sólo se daban indicios y vagas sugerencias, quizá suficientes para llenar de horribles dudas y de un convencimiento espantoso y a medio cuajar a un lector fortuito, pero que no podían llegar a satisfacer el rigor de cualquier hombre de ciencia. ¿Hasta qué punto habría seguido profundizando en la investigación del doctor Charriere? Lo ignoro. Quizá habría ido mucho más lejos si no hubiera ocurrido aquello que me hizo gritar de horror y huir de la casa de Benefit Street, dejando que ella y su contenido siguiesen esperando al superviviente que, ahora sí lo sé, no se presentará nunca. Ahora ya no tiene remedio; la casa es propiedad municipal y será destruida. Estaba examinando estos «hallazgos» del doctor Charriere, cuando 469
- Page 417 and 418: a murmurar, pero suponía que sus i
- Page 419 and 420: pero, aun así, ésta quedaba domin
- Page 421 and 422: ausentado de él. Paul Choynski cre
- Page 423 and 424: emoto de la historia de la Tierra.
- Page 425 and 426: pisadas y manchas de barro, que, cu
- Page 427 and 428: y hundiéndose en el barro de color
- Page 429 and 430: Y, entonces, su febril y anormal se
- Page 431 and 432: cómo afectaría la vista del objet
- Page 433 and 434: profundidades desconocidas. joe Maz
- Page 435 and 436: que parecía una rata de gran tama
- Page 437 and 438: de limpiar hasta que le llegó a la
- Page 439 and 440: huesos descansaba un gran cuchillo
- Page 441 and 442: ecordar. Hubo una guerra y, tras el
- Page 443 and 444: Con el paso de los años, la suerte
- Page 445 and 446: muchas lenguas y carácteres, pero
- Page 447 and 448: EL SUPERVIVIENTE H. P. Lovecraft &
- Page 449 and 450: figura sepulcral aparecía a la hor
- Page 451 and 452: los ojos. Pero de esto no quiso hab
- Page 453 and 454: como algunos otros reptiles de esta
- Page 455 and 456: especto a la existencia de una señ
- Page 457 and 458: sus patas traseras, lo vistes con r
- Page 459 and 460: En la casa descubrí un retrato. Pe
- Page 461 and 462: cegaba parcialmente. Tan sólo veí
- Page 463 and 464: extrañas anotaciones demostraban c
- Page 465 and 466: sino una simple libreta, porque las
- Page 467: parentesco con antepasados saurios
- Page 471 and 472: Sentado allí en la oscuridad, me s
- Page 473 and 474: había vuelto tan denso que tuve qu
- Page 475 and 476: siquiera yo tuve plena conciencia d
- Page 477 and 478: algo que me era desconocido. Quizá
- Page 479 and 480: pasado una semana cuando ocurrió u
- Page 481 and 482: II Fue el gato, en realidad, el que
- Page 483 and 484: Crípticos de Hsan, De Vermis Myste
- Page 485 and 486: tentáculos, que parecían a primer
- Page 487 and 488: Escalones que descendían al negro
- Page 489 and 490: similitud, que resultaba inquietant
- Page 491 and 492: del halcón así lo indicaba. Todos
- Page 493 and 494: de la tierra sobre su eje. Y de no
- Page 495 and 496: Cuando despertó por tercera vez si
- Page 497 and 498: En las oquedades de ese bosque enma
- Page 499 and 500: frecuente verlos en los picos de la
- Page 501 and 502: pintorescas fachadas, con sus innum
- Page 503 and 504: constituían los signos inequívoco
- Page 505 and 506: Se asomó al balcón de su dormitor
- Page 507 and 508: vigor para que fuese cosa normal; c
- Page 509 and 510: cínicamente. Luego sacó a su vez
- Page 511 and 512: sentaron juntos bajo la tienda y co
- Page 513 and 514: fetidez de la ciudad se hizo aún m
- Page 515 and 516: dejaron solo allí, apenas le queda
- Page 517 and 518: ellos se cernía el aura de esa pro
operaciones y otras prácticas tan extrañas <strong>com</strong>o macabras, obt<strong>en</strong>er algo de<br />
la longevidad característica de los saurios; que a la vida de un hombre se le<br />
podía añadir tanto <strong>com</strong>o siglo y medio, o quizá dos siglos. Al finalizar ese<br />
período, el individuo se retiraba a algún lugar húmedo para dejarse caer <strong>en</strong><br />
un estado de semiinconsci<strong>en</strong>cia, que v<strong>en</strong>ía a ser una especie de gestación,<br />
hasta el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que se despertaba, con ciertas alteraciones <strong>en</strong> su<br />
aspecto y <strong>com</strong><strong>en</strong>zaba otra larga vida. Dados los cambios fisiológicos que<br />
sufría durante aquellos períodos de gestación, el individuo se adaptaba a un<br />
modelo de exist<strong>en</strong>cia distinto <strong>en</strong> cada una de sus vidas. Para justificar esta<br />
teoría, el doctor Charriere se había apoyado únicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un gran número<br />
de ley<strong>en</strong>das, algunos datos de naturaleza similar, y relatos especulativos de<br />
curiosas mutaciones humanas que se habían dado <strong>en</strong> los últimos dosci<strong>en</strong>tos<br />
nov<strong>en</strong>ta y un años. Esa cifra cobró un significado mayor para mí cuando<br />
caí <strong>en</strong> la cu<strong>en</strong>ta de que ese era justo el tiempo que había transcurrido desde<br />
la fecha de nacimi<strong>en</strong>to del primer doctor Charriere hasta el día de la muerte<br />
del otro cirujano. No obstante, <strong>en</strong> todo ese material no había nada que<br />
sugiriera un procedimi<strong>en</strong>to concreto de tipo ci<strong>en</strong>tífico, con pruebas<br />
aducibles. Sólo se daban indicios y vagas suger<strong>en</strong>cias, quizá sufici<strong>en</strong>tes<br />
para ll<strong>en</strong>ar de horribles dudas y de un conv<strong>en</strong>cimi<strong>en</strong>to espantoso y a medio<br />
cuajar a un lector fortuito, pero que no podían llegar a satisfacer el rigor de<br />
cualquier hombre de ci<strong>en</strong>cia.<br />
¿Hasta qué punto habría seguido profundizando <strong>en</strong> la investigación<br />
del doctor Charriere? Lo ignoro.<br />
Quizá habría ido mucho más lejos si no hubiera ocurrido aquello<br />
que me hizo gritar de horror y huir de la casa de B<strong>en</strong>efit Street, dejando que<br />
ella y su cont<strong>en</strong>ido siguies<strong>en</strong> esperando al supervivi<strong>en</strong>te que, ahora sí lo sé,<br />
no se pres<strong>en</strong>tará nunca. Ahora ya no ti<strong>en</strong>e remedio; la casa es propiedad<br />
municipal y será destruida.<br />
Estaba examinando estos «hallazgos» del doctor Charriere, cuando<br />
469