H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
especialmente en el sur y en la costa del Pacífico, retiraron la revista de los kioscos a causa de las quejas de los estúpidos pusilánimes; pero en Nueva Inglaterra no causó ninguna emoción, y las gentes se encogieron de hombros ante mis extravagancias. Era impensable, dijeron, que nadie se sobresaltase con aquel ser biológicamente imposible; no era sino una conseja más, una habladuría que Cotton Mather había hecho lo bastante creíble como para incluirla en su caótica Magnalia Christi Americana, y se hallaba tan pobremente autentificada que ni siquiera se había atrevido a citar el nombre de la localidad donde había tenido lugar el horror. Y en cuanto a la ampliación que yo hacía de la breve nota del viejo místico... ¡era completamente imposible, y típica de un plumífero frívolo y fantasioso! Mather había dicho efectivamente que había nacido semejante ser; pero nadie, salvo un sensacionalista barato, podría pensar que se hubiese desarrollado, se fuese asomando a las ventanas de las gentes por las noches, y se ocultara en el ático de una casa, en cuerpo y alma, hasta que alguien lo descubrió siglos después en la ventana, aunque no pudo describir qué fue lo que le volvió grises los cabellos. Todo esto no era más que descarada mediocridad, cosa en la que no paraba de insistir mi amigo Manton. Entonces le hablé de lo que había descubierto en un viejo diario redactado entre 1706 y 1723, desenterrado de entre los papeles de la familia, a menos de una milla de donde estábamos sentados; de eso, y de la verdad irrefutable de las cicatrices que mi antepasado tenía en el pecho y la espalda, que el diario describía. Le hablé también de los temores que abrigaban otras gentes de esa región, y de lo que se murmuró durante generaciones, y de cómo se demostró que no era fingida la locura que le sobrevino al niño que entró en 1793 en una casa abandonada para examinar determinadas huellas que se decía que había. Fue sin duda un ser horrible... rio es de extrañar que los estudiosos se estremezcan al abordar la época puritana de Massachussetts. Se conoce 348
muy poca cosa de lo que ocurrió bajo la superficie, aunque a veces supura horriblemente con un burbujeo putrescente. El terror a la brujería es un destello de luz de lo que bullía en los estrujados cerebros de los hombres; pero incluso eso es una pequeñez. No había belleza, no había libertad... como puede comprobarse en los restos arquitectónicos y domésticos, y los sermones envenenados de los rigurosos teólogos. Y dentro de esa herrumbrosa camisa de fuerza, se ocultaban farfullantes la atrocidad, la perversión y el satanismo. Esta era, verdaderamente, la apoteosis de lo innombrable. Cotton Mather, en ese demoníaco sexto libro que nadie debe leer de noche, no se anda con rodeos al lanzar sus anatemas. Severo como un profeta judío, y lacónicamente imperturbable como nadie hasta entonces, habla de la bestia que dio a luz un ser superior a las bestias, aunque inferior al hombre, el ser del ojo manchado, y del desdichado y vociferante borracho al que ahorcaron por tener un ojo así. De todo esto se atreve a hablar, aunque no cuenta lo que ocurrió después. Quizá no llegó a saberlo; o quizá sí, y no se decidió a contarlo. Hay quien sí que se enteró, aunque no llegó a decir nada... Tampoco se dio explicación pública de por qué se hablaba con temor de la cerradura de la puerta que había al pie de la escalera de cierto ático donde vivía un viejo solitario, amargado y decrépito, el cual se había atrevido a levantar la losa de determinada sepultura anónima, sobre la cual, sin embargo, existen numerosas leyendas capaces de helarle la sangre a cualquiera. Todo está en ese diario ancestral que encontré: las secretas alusiones e historias susurradas sobre seres con un ojo manchado que andaban asomándose a las ventanas por la noche o eran vistos por los prados desiertos, cerca de los bosques. Mi antepasado vio a un ser así en una carretera sombría que corría por un valle, el cual le dejó señales de cuernos en el pecho y de garras en la espalda; y cuando buscaron sus 349
- Page 297 and 298: posible lo que pareció suceder dur
- Page 299 and 300: la mayoría de aquellos bloques est
- Page 301 and 302: mi paso. Saqué la linterna y lanc
- Page 303 and 304: sus bajorrelieves. El influjo de la
- Page 305 and 306: hueco interior de un desconocido pl
- Page 307 and 308: pasaje me eran conocidos, y en múl
- Page 309 and 310: ocupar sus profundidades. Más tard
- Page 311 and 312: pasadas tensiones geológicas que n
- Page 313 and 314: coherente. ¿Porque acaso esta expe
- Page 315 and 316: evocación de pesadillas agobiantes
- Page 317 and 318: arenosos y tiré de ella hacia mí
- Page 319 and 320: Empuñando la linterna y con la omi
- Page 321 and 322: en una serie ensordecedora de atron
- Page 323 and 324: tangible oscuridad. Según lo que p
- Page 325 and 326: cuerpo entre sueños durante kilóm
- Page 327 and 328: LOS AMADOS MUERTOS H. P. Lovecraft
- Page 329 and 330: hurtarme a sus cáusticas condenas
- Page 331 and 332: eemplazarlo por la carga, infinitam
- Page 333 and 334: subrepticiamente por las tenebrosas
- Page 335 and 336: puñado de casas ocupadas, aunque e
- Page 337 and 338: idólatras plegarias debían haber
- Page 339 and 340: encontraría en el cementerio donde
- Page 341 and 342: miraba a la infame Casa del Pirata,
- Page 343 and 344: oscuridad. Creí ver tres ojos llam
- Page 345 and 346: ilegible losa, y había hecho un co
- Page 347: lo largo de siglos, ¿por qué iba
- Page 351 and 352: científicamente indescriptible. Ad
- Page 353 and 354: vieja y maldita que teníamos allí
- Page 355 and 356: ante la cual se encontraba permanec
- Page 357 and 358: habitaciones traseras situadas unos
- Page 359 and 360: abandonado. Cuanto más lo contempl
- Page 361 and 362: La iglesia se encontraba en un avan
- Page 363 and 364: se cerraron de golpe, y una mujer g
- Page 365 and 366: horror, ya que los títulos de aque
- Page 367 and 368: pintada de negro, casi enteramente
- Page 369 and 370: la luz. Rehuye la luz suave y desap
- Page 371 and 372: través de ella; algo que le seguir
- Page 373 and 374: iluminación de las calles constitu
- Page 375 and 376: desconocido visitante la había hec
- Page 377 and 378: haberse establecido entre él y aqu
- Page 379 and 380: y haciendo anotaciones horribles en
- Page 381 and 382: caído era la celosía de la ventan
- Page 383 and 384: escribiendo frenéticamente hasta e
- Page 385 and 386: grandes precauciones. Tan extraños
- Page 387 and 388: hombre no se rió, simplemente escu
- Page 389 and 390: aquellos dos pobres hombres fueron
- Page 391 and 392: fiebre, o si fue la fiebre la causa
- Page 393 and 394: Tras de lo cual trazó aquellas fig
- Page 395 and 396: investigar lo que había de trás d
- Page 397 and 398: confusos sonidos, abismos cuyas pro
muy poca cosa de lo que ocurrió bajo la superficie, aunque a veces supura<br />
horriblem<strong>en</strong>te con un burbujeo putresc<strong>en</strong>te. El terror a la brujería es un<br />
destello de luz de lo que bullía <strong>en</strong> los estrujados cerebros de los hombres;<br />
pero incluso eso es una pequeñez. No había belleza, no había libertad...<br />
<strong>com</strong>o puede <strong>com</strong>probarse <strong>en</strong> los restos arquitectónicos y domésticos, y los<br />
sermones <strong>en</strong>v<strong>en</strong><strong>en</strong>ados de los rigurosos teólogos. Y d<strong>en</strong>tro de esa<br />
herrumbrosa camisa de fuerza, se ocultaban farfullantes la atrocidad, la<br />
perversión y el satanismo. Esta era, verdaderam<strong>en</strong>te, la apoteosis de lo<br />
innombrable.<br />
Cotton Mather, <strong>en</strong> ese demoníaco sexto libro que nadie debe leer de<br />
noche, no se anda con rodeos al lanzar sus anatemas. Severo <strong>com</strong>o un<br />
profeta judío, y lacónicam<strong>en</strong>te imperturbable <strong>com</strong>o nadie hasta <strong>en</strong>tonces,<br />
habla de la bestia que dio a luz un ser superior a las bestias, aunque inferior<br />
al hombre, el ser del ojo manchado, y del desdichado y vociferante<br />
borracho al que ahorcaron por t<strong>en</strong>er un ojo así. De todo esto se atreve a<br />
hablar, aunque no cu<strong>en</strong>ta lo que ocurrió después. Quizá no llegó a saberlo;<br />
o quizá sí, y no se decidió a contarlo. Hay qui<strong>en</strong> sí que se <strong>en</strong>teró, aunque no<br />
llegó a decir nada... Tampoco se dio explicación pública de por qué se<br />
hablaba con temor de la cerradura de la puerta que había al pie de la<br />
escalera de cierto ático donde vivía un viejo solitario, amargado y<br />
decrépito, el cual se había atrevido a levantar la losa de determinada<br />
sepultura anónima, sobre la cual, sin embargo, exist<strong>en</strong> numerosas ley<strong>en</strong>das<br />
capaces de helarle la sangre a cualquiera.<br />
Todo está <strong>en</strong> ese diario ancestral que <strong>en</strong>contré: las secretas<br />
alusiones e historias susurradas sobre seres con un ojo manchado que<br />
andaban asomándose a las v<strong>en</strong>tanas por la noche o eran vistos por los<br />
prados desiertos, cerca de los bosques. Mi antepasado vio a un ser así <strong>en</strong><br />
una carretera sombría que corría por un valle, el cual le dejó señales de<br />
cuernos <strong>en</strong> el pecho y de garras <strong>en</strong> la espalda; y cuando buscaron sus<br />
349