H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
encontrar su mayor placer en la evasión respecto de la rutina diaria, y en las combinaciones originales y dramáticas de imágenes normalmente reservadas por el hábito y el cansancio a las trilladas formas de la existencia real. Según él, todas las cosas y sentimientos tenían dimensiones, propiedades, causas y efectos fijos; y aunque sabía vagamente que el entendimiento tiene a veces visiones y sensaciones de naturaleza bastante menos geométrica, clasificable y manejable, se creía justificado para trazar una línea arbitraria, y desestimar todo aquello que no puede ser experimentado y comprendido por el ciudadano ordinario. Además, estaba casi seguro de que no puede existir nada que sea «innombrable». No era razonable, según él. Aunque me daba cuenta de que era inútil aducir argumentos imaginativos y metafísicos frente a la autosatisfacción de un ortodoxo de la vida diurna, había algo en el escenario de este coloquio vespertino que me incitaba a discutir más que de costumbre. Las gastadas losas de pizarra, los árboles patriarcales, los centenarios tejados holandeses de la vieja ciudad embrujada que se extendía alrededor; todo contribuía a enardecerme el espíritu en defensa de mi obra; y no tardé en llevar mis ataques al terreno mismo de mi enemigo. En efecto, no me fue difícil iniciar el contraataque, ya que sabía que Joel Manton seguía medio aferrado a muchas de las supersticiones de que las gentes cultivadas habían abandonado ya; creencias en apariciones de personas a punto de morir en lugares distantes, o impresiones dejadas por antiguos rostros en las ventanas, a las que se habían asomado en vida. Dar crédito a estas consejas de vieja campesina, insistía yo, presuponía una fe en la existencia de sustancias espectrales en la tierra, separadas de sus duplicados materiales y consiguientes a ellos. Implicaba, además, una capacidad para creer en fenómenos que estaban más allá de todas las nociones normales; pues si un muerto puede transmitir su imagen visible o tangible a la distancia de medio mundo o desplazarse a 346
lo largo de siglos, ¿por qué iba a ser absurdo suponer que las casas deshabitadas están llenas de extrañas entidades sensibles, o que los viejos cementerios rebosan de terribles e incorpóreas generaciones de inteligencias? Y dado que el espíritu, para efectuar las manifestaciones que se le atribuyen, no puede sufrir limitación alguna de las leyes de la materia, ¿por qué es una extravagancia imaginar que los seres muertos perviven psíquicamente en formas — o ausencias de formas — que para el observador humano resultan absoluta y espantosamente «innombrables»? El «sentido común», al reflexionar sobre estos temas, le aseguré a mi amigo con calor, no es sino uña estúpida falta de imaginación y de flexibilidad mental. Había empezado a oscurecer, pero a ninguno de los dos nos apetecía dejar la conversación. Manton no parecía impresionado por mis argumentos, y estaba deseoso de refutarlos Con esa confianza en sus propias opiniones que tanto éxito le daba como profesor, mientras que yo me sentía demasiado seguro en mi terreno para temer una derrota. Cayó la noche, y las luces brillaron débilmente en algunas de las ventanas distantes; pero no nos movimos. Nuestro asiento — un sepulcro — era bastante cómodo, y yo sabía que a mi prosaico amigo no le inquietaba la cavernosa grieta que se abría en la antigua obra de ladrillos, maltratada por las raíces, justo detrás de nosotros, ni la total negrura del lugar que proyectaba la ruinosa y deshabitada casa del siglo XVII que se interponía entre nosotros y la calle iluminada. Allí, sentados en la oscuridad, junto a la hendida tumba próxima a la casa deshabitada, conversábamos sobre lo «innombrable»; y cuando mi amigo dejó de burlarse, le hablé de la espantosa prueba que había detrás del relato mío del que más se había burlado él. El relato se titulaba La ventana del dtico y había aparecido en el número de Whispers correspondiente a enero de 1922. En muchos lugares, 347
- Page 295 and 296: las dunas con una forma nueva y poc
- Page 297 and 298: posible lo que pareció suceder dur
- Page 299 and 300: la mayoría de aquellos bloques est
- Page 301 and 302: mi paso. Saqué la linterna y lanc
- Page 303 and 304: sus bajorrelieves. El influjo de la
- Page 305 and 306: hueco interior de un desconocido pl
- Page 307 and 308: pasaje me eran conocidos, y en múl
- Page 309 and 310: ocupar sus profundidades. Más tard
- Page 311 and 312: pasadas tensiones geológicas que n
- Page 313 and 314: coherente. ¿Porque acaso esta expe
- Page 315 and 316: evocación de pesadillas agobiantes
- Page 317 and 318: arenosos y tiré de ella hacia mí
- Page 319 and 320: Empuñando la linterna y con la omi
- Page 321 and 322: en una serie ensordecedora de atron
- Page 323 and 324: tangible oscuridad. Según lo que p
- Page 325 and 326: cuerpo entre sueños durante kilóm
- Page 327 and 328: LOS AMADOS MUERTOS H. P. Lovecraft
- Page 329 and 330: hurtarme a sus cáusticas condenas
- Page 331 and 332: eemplazarlo por la carga, infinitam
- Page 333 and 334: subrepticiamente por las tenebrosas
- Page 335 and 336: puñado de casas ocupadas, aunque e
- Page 337 and 338: idólatras plegarias debían haber
- Page 339 and 340: encontraría en el cementerio donde
- Page 341 and 342: miraba a la infame Casa del Pirata,
- Page 343 and 344: oscuridad. Creí ver tres ojos llam
- Page 345: ilegible losa, y había hecho un co
- Page 349 and 350: muy poca cosa de lo que ocurrió ba
- Page 351 and 352: científicamente indescriptible. Ad
- Page 353 and 354: vieja y maldita que teníamos allí
- Page 355 and 356: ante la cual se encontraba permanec
- Page 357 and 358: habitaciones traseras situadas unos
- Page 359 and 360: abandonado. Cuanto más lo contempl
- Page 361 and 362: La iglesia se encontraba en un avan
- Page 363 and 364: se cerraron de golpe, y una mujer g
- Page 365 and 366: horror, ya que los títulos de aque
- Page 367 and 368: pintada de negro, casi enteramente
- Page 369 and 370: la luz. Rehuye la luz suave y desap
- Page 371 and 372: través de ella; algo que le seguir
- Page 373 and 374: iluminación de las calles constitu
- Page 375 and 376: desconocido visitante la había hec
- Page 377 and 378: haberse establecido entre él y aqu
- Page 379 and 380: y haciendo anotaciones horribles en
- Page 381 and 382: caído era la celosía de la ventan
- Page 383 and 384: escribiendo frenéticamente hasta e
- Page 385 and 386: grandes precauciones. Tan extraños
- Page 387 and 388: hombre no se rió, simplemente escu
- Page 389 and 390: aquellos dos pobres hombres fueron
- Page 391 and 392: fiebre, o si fue la fiebre la causa
- Page 393 and 394: Tras de lo cual trazó aquellas fig
- Page 395 and 396: investigar lo que había de trás d
<strong>en</strong>contrar su mayor placer <strong>en</strong> la evasión respecto de la rutina diaria, y <strong>en</strong> las<br />
<strong>com</strong>binaciones originales y dramáticas de imág<strong>en</strong>es normalm<strong>en</strong>te<br />
reservadas por el hábito y el cansancio a las trilladas formas de la<br />
exist<strong>en</strong>cia real. Según él, todas las cosas y s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>tos t<strong>en</strong>ían dim<strong>en</strong>siones,<br />
propiedades, causas y efectos fijos; y aunque sabía vagam<strong>en</strong>te que el<br />
<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to ti<strong>en</strong>e a veces visiones y s<strong>en</strong>saciones de naturaleza bastante<br />
m<strong>en</strong>os geométrica, clasificable y manejable, se creía justificado para trazar<br />
una línea arbitraria, y desestimar todo aquello que no puede ser<br />
experim<strong>en</strong>tado y <strong>com</strong>pr<strong>en</strong>dido por el ciudadano ordinario. Además, estaba<br />
casi seguro de que no puede existir nada que sea «innombrable». No era<br />
razonable, según él.<br />
Aunque me daba cu<strong>en</strong>ta de que era inútil aducir argum<strong>en</strong>tos<br />
imaginativos y metafísicos fr<strong>en</strong>te a la autosatisfacción de un ortodoxo de la<br />
vida diurna, había algo <strong>en</strong> el esc<strong>en</strong>ario de este coloquio vespertino que me<br />
incitaba a discutir más que de costumbre. Las gastadas losas de pizarra, los<br />
árboles patriarcales, los c<strong>en</strong>t<strong>en</strong>arios tejados holandeses de la vieja ciudad<br />
embrujada que se ext<strong>en</strong>día alrededor; todo contribuía a <strong>en</strong>ardecerme el<br />
espíritu <strong>en</strong> def<strong>en</strong>sa de mi obra; y no tardé <strong>en</strong> llevar mis ataques al terr<strong>en</strong>o<br />
mismo de mi <strong>en</strong>emigo. En efecto, no me fue difícil iniciar el contraataque,<br />
ya que sabía que Joel Manton seguía medio aferrado a muchas de las<br />
supersticiones de que las g<strong>en</strong>tes cultivadas habían abandonado ya;<br />
cre<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> apariciones de personas a punto de morir <strong>en</strong> lugares distantes,<br />
o impresiones dejadas por antiguos rostros <strong>en</strong> las v<strong>en</strong>tanas, a las que se<br />
habían asomado <strong>en</strong> vida. Dar crédito a estas consejas de vieja campesina,<br />
insistía yo, presuponía una fe <strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia de sustancias espectrales <strong>en</strong><br />
la tierra, separadas de sus duplicados materiales y consigui<strong>en</strong>tes a ellos.<br />
Implicaba, además, una capacidad para creer <strong>en</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os que estaban<br />
más allá de todas las nociones normales; pues si un muerto puede transmitir<br />
su imag<strong>en</strong> visible o tangible a la distancia de medio mundo o desplazarse a<br />
346