H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
tres grandes ojos oscuros dispuestos a lo largo de su circunferencia, digamos, ecuatorial. Culminando la cabeza destacaban cuatro pedúnculos esbeltos, de color gris, con apéndices semejantes a flores, mientras que en su parte inferior colgaban ocho verdosas antenas o tentáculos. La gran base del cono central estaba rebordeada por una sustancia gris, gomosa, que movía a todo el ser mediante su expansión y contracción. Sus acciones - aunque inofensivas - me horrorizaban más que su aspecto, porque no resultaba satisfactorio ver a objetos monstruosos realizando lo que uno sólo ha visto hacer a seres humanos. Esos objetos se movían con inteligencia por las grandes salas, tomando libros de las estanterías y llevándolos a las enormes mesas, o viceversa, y a veces escribiendo con una peculiar barra o varilla aferrada entre los tentáculos verdosos de la cabeza. Las colosales pinzas se empleaban para el transporte de los libros y en la conversación; el habla se componía de una especie de chasquidos. Los objetos no iban vestidos, pero llevaban unas bolsas o mochilas colgadas de lo alto del tronco cónico. Por lo general llevaban la cabeza y su miembro soporte a la altura de la cima del cono, aunque era frecuente verla más alta o más baja. Los otros tres grandes miembros tenían tendencia a caer descansando a los lados del cono, reducidos a la longitud de metro y medio, cuando no se utilizaban. Por su capacidad de lectura, escritura y manejo de las máquinas - las de las mesas parecían en cierto modo relacionadas con los pensamientos - deduje que su inteligencia era enormemente superior a la del hombre. Después los vi por doquier, pululando por todas las grandes cámaras y corredores, atendiendo a monstruosas máquinas en criptas abovedadas y marchando raudos por las carreteras a bordo de gigantescos 270
coches en forma. de barco. Dejé de tenerles miedo, porque parecían formar par-te natural de su medio ambiente. Comencé a distinguir diferencias individuales entre ellos, y unos pocos parecían estar bajo alguna especie de restricción. Estos últimos, aunque no mostraban variación física, tenían una diversidad de gestos y hábitos que les destacaban no sólo de la mayoría, sino que sobre todo les daban carácter individual. Escribían muchísimo en lo que para mi nublada visión parecía ser una enorme variedad de caracteres, nunca en los típicos jeroglíficos curvilíneos que utilizaba la mayoría. Advertí que unos cuantos empleaban nuestro alfabeto familiar. Casi la totalidad de estos individuos trabajaba más despacio que la masa en general de los seres. Durante este tiempo, mi papel en los sueños parecía ser el de una consciencia incorpórea con un alcance de visión superior a lo normal, flotando libre por los alrededores, pero confinada a las avenidas y velocidades de tránsito comunes. Hasta agosto de 1915 no comenzaron a hostigarme las sugestiones de corporeidad. Digo hostigar porque la primera fase fue una pura asociación abstracta, aunque infinitamente terrible, de mis anteriores fobias hacia mi cuerpo con las escenas de mis visiones. Hubo una temporada en la que mi interés principal durante los sueños era evitar mirarme, y recuerdo lo que me aliviaba la ausencia total de grandes espejos en las extrañas habitaciones. Pero me turbaba más que nada el hecho de que siempre veía las enormes mesas - cuya altura no podía ser menor de tres metros - desde un nivel no infenor al de sus superficies. Y entonces la morbosa tentación de mirarme a mí mismo fue haciéndose cada vez mayor, hasta que una noche me fue imposible resistirla. Al principio mi mirada no reveló nada de particular. Un momento después percibí que esto ocurría porque mi cabeza se hallaba al extremo de 271
- Page 219 and 220: transgalácticas; y sentía una cur
- Page 221 and 222: le miraban absortos. Aspinwall pret
- Page 223 and 224: otros muchos símbolos que los hech
- Page 225 and 226: »No ignoraba los peligros de la em
- Page 227 and 228: los billones de kilómetros que Ran
- Page 229 and 230: herencia, y supo con cuánta valent
- Page 231 and 232: escuchando a este loco, a este impo
- Page 233 and 234: parecía impresionarle en absoluto.
- Page 235 and 236: acurrucó en una postura muy poco h
- Page 237 and 238: EL ABISMO EN EL TIEMPO H. P. Lovecr
- Page 239 and 240: aparecidos en las revistas de psico
- Page 241 and 242: parecía incluir tanto retazos de c
- Page 243 and 244: cuerpo de su marido. Obtuvo el divo
- Page 245 and 246: disminución de mi interés y a ins
- Page 247 and 248: Capítulo II Mi reincorporación a
- Page 249 and 250: o a alguno de los psicólogos de co
- Page 251 and 252: ecientes casos de amnesia, formaban
- Page 253 and 254: No había sillas, pero las superfic
- Page 255 and 256: vegetación oscilando sobre sendero
- Page 257 and 258: conteniendo de inmediato su cualida
- Page 259 and 260: correcciones del alemán, pero sin
- Page 261 and 262: ilustraciones que contenían los an
- Page 263 and 264: especto a sus épocas propias y nat
- Page 265 and 266: mundo eones distante, quedaban tan
- Page 267 and 268: asemejaban al mío habían tenido u
- Page 269: Dentro de los sueños, parecía que
- Page 273 and 274: mi propia época. Al despertar, rec
- Page 275 and 276: antiguo. Posteriormente, cuando se
- Page 277 and 278: laberintodontes, plesiosaurios, etc
- Page 279 and 280: la mayoría de las instituciones en
- Page 281 and 282: vinieron cruzando el espacio desde
- Page 283 and 284: Las proyecciones mentales a través
- Page 285 and 286: preparado para recibir una prueba t
- Page 287 and 288: Entonces conocí al doctor Boyle, q
- Page 289 and 290: De lo que ocurrió después de reci
- Page 291 and 292: ventanas redondas. Cuanto más hond
- Page 293 and 294: hacia el campamento. Fue un gesto d
- Page 295 and 296: las dunas con una forma nueva y poc
- Page 297 and 298: posible lo que pareció suceder dur
- Page 299 and 300: la mayoría de aquellos bloques est
- Page 301 and 302: mi paso. Saqué la linterna y lanc
- Page 303 and 304: sus bajorrelieves. El influjo de la
- Page 305 and 306: hueco interior de un desconocido pl
- Page 307 and 308: pasaje me eran conocidos, y en múl
- Page 309 and 310: ocupar sus profundidades. Más tard
- Page 311 and 312: pasadas tensiones geológicas que n
- Page 313 and 314: coherente. ¿Porque acaso esta expe
- Page 315 and 316: evocación de pesadillas agobiantes
- Page 317 and 318: arenosos y tiré de ella hacia mí
- Page 319 and 320: Empuñando la linterna y con la omi
coches <strong>en</strong> forma. de barco. Dejé de t<strong>en</strong>erles miedo, porque parecían formar<br />
par-te natural de su medio ambi<strong>en</strong>te.<br />
Com<strong>en</strong>cé a distinguir difer<strong>en</strong>cias individuales <strong>en</strong>tre ellos, y unos<br />
pocos parecían estar bajo alguna especie de restricción. Estos últimos,<br />
aunque no mostraban variación física, t<strong>en</strong>ían una diversidad de gestos y<br />
hábitos que les destacaban no sólo de la mayoría, sino que sobre todo les<br />
daban carácter individual.<br />
Escribían muchísimo <strong>en</strong> lo que para mi nublada visión parecía ser<br />
una <strong>en</strong>orme variedad de caracteres, nunca <strong>en</strong> los típicos jeroglíficos<br />
curvilíneos que utilizaba la mayoría. Advertí que unos cuantos empleaban<br />
nuestro alfabeto familiar. Casi la totalidad de estos individuos trabajaba<br />
más despacio que la masa <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral de los seres.<br />
Durante este tiempo, mi papel <strong>en</strong> los sueños parecía ser el de una<br />
consci<strong>en</strong>cia incorpórea con un alcance de visión superior a lo normal,<br />
flotando libre por los alrededores, pero confinada a las av<strong>en</strong>idas y<br />
velocidades de tránsito <strong>com</strong>unes. Hasta agosto de 1915 no <strong>com</strong><strong>en</strong>zaron a<br />
hostigarme las sugestiones de corporeidad. Digo hostigar porque la primera<br />
fase fue una pura asociación abstracta, aunque infinitam<strong>en</strong>te terrible, de<br />
mis anteriores fobias hacia mi cuerpo con las esc<strong>en</strong>as de mis visiones.<br />
Hubo una temporada <strong>en</strong> la que mi interés principal durante los<br />
sueños era evitar mirarme, y recuerdo lo que me aliviaba la aus<strong>en</strong>cia total<br />
de grandes espejos <strong>en</strong> las extrañas habitaciones. Pero me turbaba más que<br />
nada el hecho de que siempre veía las <strong>en</strong>ormes mesas - cuya altura no<br />
podía ser m<strong>en</strong>or de tres metros - desde un nivel no inf<strong>en</strong>or al de sus<br />
superficies.<br />
Y <strong>en</strong>tonces la morbosa t<strong>en</strong>tación de mirarme a mí mismo fue<br />
haciéndose cada vez mayor, hasta que una noche me fue imposible<br />
resistirla. Al principio mi mirada no reveló nada de particular. Un mom<strong>en</strong>to<br />
después percibí que esto ocurría porque mi cabeza se hallaba al extremo de<br />
271