H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
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formas corporales que le eran extrañas. Más tarde, la raza volverla a enfrentarse a la muerte, pero sobreviviría gracias a otra migración al futuro, realizada por sus mejores intelectos que ocuparían cuerpos de otros individuos poseedores de una mayor longevidad. Tal era el transfondo de entrelazadas leyendas y alucinaciones. Cuando, en 1920, efectué de manera coherente mis investigaciones, sentí una leve disminución de la tensión que se había incrementado en sus primeras etapas. Después de todo, pese a las fantasías originadas por las ciegas emociones, ¿acaso la mayoría de mis fenómenos no tenían una fácil explicación? Cualquier casualidad pudo haber orientado mi mente hacia los estudios de las ciencias ocultas u oscuras, durante mi amnesia, y entonces leí las leyendas prohibidas y conocí a los miembros de cultos antiguos y mal considerados. Eso, con toda certeza, proporcionó material para los sueños y sensaciones perturbadoras que me sobrevinieron al recuperar la memoria. En cuanto a las notas marginales hechas utilizando los jeroglíficos que «viera» en mis sueños y el hecho de que, consultara libros escritos en idiomas que me eran desconocidos se explica considerando que pude haber estudiado tales lenguas durante mi estado secundario, mientras que los jeroglíficos fueron frutos de mi fantasía nacidos de las descripciones de las leyendas antiguas, entretejidas después en mis pesadillas. Procuré comprobar algunos detalles durante mis conversaciones con famosos practicantes del ocultismo, pero sin lograr nunca establecer las relaciones apropiadas. A veces, el paralelismo de tantos casos en épocas muy separadas entre sí seguía preocupándome como al princípio, pero, por otra parte, me decía que el folclore excitante resultaba sin duda más universal en el pasado que en la época presente. Con toda probabilidad, las otras víctimas cuyos casos se 266
asemejaban al mío habían tenido un amplio y familiar conocimiento de los relatos que yo conocí sólo cuando me hallaba en mi estado secundario. Al perder la memoria estas víctimas, se asociaron a sí mismas con las criaturas de los mitos de su país - los fabulosos invasores que se suponía desplazaban las mentes de los hombres-, y así iniciaron procesos de investigación para obtener un conocimiento que creían que les podría hacer retroceder hasta un pasado ilusorio no humano. Luego, al recuperar la memoria, invertían su proceso asociativo y se creían antiguos intelectos cautivos en vez de ser las mentes desplazadas. Con esta base, los sueños y pseudorrecuerdos seguían la norma mítica convencional. A pesar de lo confuso de estas explicaciones, llegaron por último a desplazar en mí a todas las demás, principalmente por la mayor debilidad lógica de cualquier otra teoría. Y estuvo de acuerdo conmigo un buen número de eminentes psicólogos y antropólogos. Cuanto más reflexionaba, más convincente me parecía ese razonamiento; hasta que, al final, creí tener una defensa efectiva contra las visiones e impresiones que seguían produciéndose en mí. ¿Que de noche veía cosas extrañas? Eran, simplemente, las que había leído u oído hablar durante el día. ¿Que tenía singulares fobias y perspectivas y pseudorrecuerdos? También constituían meros ecos de mitos asimilados en mi estado secundario. Nada de cuanto pudiera soñar, nada de cuanto pudiera sentir, tenía significado actual y auténtico. Fortalecido por esta filosofía, tras mejorar mucho en mi equilibrio nervioso, aunque las visiones - más todavía que las impresiones abstractas - se iban haciendo más frecuentes y con detalles más perturbadores, decidí prescindir de sus influencias. En 1922 me sentí con fuerzas para reanudar un trabajo regular y empleé mi recién adquirido conocimiento de manera práctica, aceptando la plaza de profesor de psicología en la universidad. 267
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desplazaban las m<strong>en</strong>tes de los hombres-, y así iniciaron procesos de<br />
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retroceder hasta un pasado ilusorio no humano.<br />
Luego, al recuperar la memoria, invertían su proceso asociativo y se<br />
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Con esta base, los sueños y pseudorrecuerdos seguían la norma mítica<br />
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A pesar de lo confuso de estas explicaciones, llegaron por último a<br />
desplazar <strong>en</strong> mí a todas las demás, principalm<strong>en</strong>te por la mayor debilidad<br />
lógica de cualquier otra teoría. Y estuvo de acuerdo conmigo un bu<strong>en</strong><br />
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Cuanto más reflexionaba, más convinc<strong>en</strong>te me parecía ese<br />
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Fortalecido por esta filosofía, tras mejorar mucho <strong>en</strong> mi equilibrio<br />
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prescindir de sus influ<strong>en</strong>cias. En 1922 me s<strong>en</strong>tí con fuerzas para reanudar<br />
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