H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
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fragmentos de alguna memoria horrenda cuidadosamente confusa o anulada. Y el estrecho parecido de aquellas pesadillas con las mías - incluso en sus mínimos detalles - me dejaba convencido de su naturaleza significativamente típica. Un caso o dos poseían un tono añadido de familiaridad débil y blasfema, como si hubiera tenido noticia anterior de ellos a través de algún canal cósmico demasiado mórbido y terrible de contemplar. En tres ejemplos se hacía mención específica de la máquina desconocida que estuvo en mi casa antes del segundo cambio. Otro aspecto que me preocupó durante mi investigación fue la frecuencia, mayor en cierto modo, de casos en los que personas no afectadas de una amnesia bien definida sufrían algún breve y elusivo vislumbre de las pesadillas típicas. En su inmensa mayoría, estas personas eran de mente mediocre o inferior, algunas con inteligencia tan primitiva que nadie las consideraría vehículos para la escolaridad anormal y las adquisiciones mentales preternaturales. Durante un instante se veían inflamadas por una fuerza ajena, luego venía un lapso de retroceso y un recuerdo nimio, que se desvanecía con rapidez, de horrores inhumanos. Durante el pasado medio siglo se dieron cuando menos tres de esos casos, uno apenas quince años atrás. ¿Es que algo anduvo tanteando a ciegas por el transcurso del tiempo, algo que procedía de cualquier insospechado abismo de la naturaleza? ¿Serían estos casos imprecisos experimentos siniestros y monstruosos de alguna clase y autoridad más allá por completo de toda creencia lógica? Había unas pocas especulaciones imprecisas de mis horas débiles, fantasías inducidas por mitos que descubrí en mis estudios. Porque no me cabía duda de que ciertas leyendas persistentes de antigüedad inmemorial, en apariencia desconocidas por las víctimas y los médicos relacionados con 250
ecientes casos de amnesia, formaban una sorprendente e impresionante concatenación de lapsos de memoria iguales que el mío. Todavía temo casi hablar de la naturaleza de los sueños e impresiones que tan clamorosamente crecían. Parecía como si tuvieran un regusto a locura, y a veces creía que en verdad me estaba volviendo loco. ¿Había allí un tipo especíal de espejismo que afectaba a cuantos sufrieron lapsos de memoria? Resulta concebible que los esfuerzos de la mente subconsciente para llenar los desconcertantes espacios en blanco con pseudo-recuerdos pudieran dar paso a extrañas divagaciones imaginativas. Ésta era en verdad la opinión de la mayor parte de los alienistas que me ayudaron en la búsqueda de casos paralelos y que compartían mi turbación ante los parecidos exactos que descubríamos algunas veces, aunque por último me pareció más plausible una teoría folclórica alternativa. No consideraron ese estado como pura locura, sino que lo catalogaron entre los desórdenes neuróticos. Mi trayectoria en el intento de seguir su rastro y analizarlo, en vez de tratar vanamente de apartarlo de mis pensamientos u olvidarlo, fue considerada correcta por los científicos, puesto que concordaba con los más acreditados principios psicológicos. Di un valor particular al consejo de aquellos médicos que me habían estudiado durante el período en que estuve poseído por otra personalidad. Mis primeras perturbaciones no fueron visuales sino referentes a las materias más abstractas que ya he mencionado. Había también la sensación de profundo e inexplicable horror referente a mí mismo. Nació en mí una rara repulsión a ver mi figura, como si mis ojos la encontraran de algún modo ajena e inconcebiblemente repelente. Cuando bajaba la vista y contemplaba la familiar forma humana con su traje azul o gris discreto, sentía siempre un curioso alivio, aunque para lograr tal alivio había tenido que superar un temor infinito. Evitaba los 251
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Había unas pocas especulaciones imprecisas de mis horas débiles,<br />
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