H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
enviaría el yogui de quien solía hablar el pobre Harvey Warren, el vidente que decía haber sido el único que había estado en Yian-Ho, escondido reducto de la antiquísima Leng, llevándose ciertas cosas de aquella ciudad pavorosa y prohibida. Me pregunto qué objetos delicados conocerá usted de allá. Si mis sueños y lecturas no me engañan, esa ciudad fue construida por quienes conocían bastante bien la Primera Entrada. Pero seguiré mi relato. »Por último - prosiguió el swami - el balanceo y los cánticos cesaron, los nimbos fosforescentes que rodeaban sus cabezas, ahora caídas e inmóviles, palidecieron y las figuras se hundieron extrañamente en sus pedestales. La esfera, no obstante, continuó palpitando con inexplicable luz. Carter comprendió que los Primigenios dormían de nuevo como cuando los viera por primera vez, y se preguntó de qué sueños cósmicos les habría sacado su llegada. Lentamente, fue abriéndose camino en su espíritu el auténtico sentido de esos cánticos extraños: había sido un ritual de iniciación, y El Más Antiguo había cantado para inducir en sus Compañeros una nueva categoría de sueño cuyos ensueños permitieran abrir la Ultima Puerta para pasar la cual la llave de plata servía de pasaporte. Y comprendió que en lo más hondo de ese sueño profundo, los Primigenios contemplaban las insondables inmensidades de las infinitas dimensiones exteriores, y que así cumplían lo que su presencia les había exigido. El Guía no compartía este sueño, sino que parecía seguir dándoles instrucciones mediante una irradiación sutil y sin palabras. Sin duda les imponía las imágenes de aquello que quería que soñaran sus Compañeros; y Carter comprendió que cuando cada Primigenio soñase el sueño ordenado, nacería el germen de una manifestación visible para sus ojos terrestres. Cuando los sueños de todas las Siluetas se fundieran en una unidad, surgiría esta manifestación, y todo lo que él desease se materializaría mediante concentración. El había visto cosas parecidas en la Tierra: en la India, donde la voluntad de un círculo de adeptos, combinada 206
y proyectada, puede hacer que un pensamiento tome sustancia tangible; y en la arcaica Atlaanât, de la que muy pocos se atreven a hablar. »Carter no sabía a ciencia cierta en qué consistía la Ultima Puerta, ni cómo debía atravesarla; pero se sintió invadido por un sentimiento de tensa expectación. Tenía conciencia de poseer alguna clase de corporeidad y de llevar la llave fatal en la mano. Las masas descollantes de roca que se alzaban frente a él parecían como una muralla informe, hacia el centro de la cual se sentían sus ojos irresistiblemente atraídos. Y entonces, de súbito, sintió que la irradiación mental del Más Antiguo había dejado de fluir. »Por primera vez se dio cuenta de lo absurdo y terrible que puede ser el silencio mental y físico. Durante las primeras fases de su aventura percibía aún cierto ritmo, que acaso no fuera sino el latido lejano y secreto de la extensión tridimensional de la Tierra. Pero, ahora, la quietud del abismo parecía haberlo inmovilizado todo. A pesar de su conciencia de poseer un cuerpo físico, no consiguió oír su propia respiración. El resplandor de la esfera de ‘Umr at-Tawil’ se había quedado inmóvil y petrificado. Un halo imponente, más resplandeciente aún que los nimbos que rodearon las cabezas de las Siluetas, brillaba aterradoramente en torno al cráneo amortajado del espantoso Guía. »Un vértigo infinito invadió a Carter, cuyo sentimiento de orientación había desaparecido por completo. Las luces extrañas parecían poseer la calidad de la más impenetrable negrura acumulada sobre las mismas tinieblas. En torno a los Primigenios, tan solitarios sobre sus tronos hexagonales, reinaba una atmósfera de la más pasmosa lejanía. Luego se sintió arrebatado hacia unas profundidades inconmensurables, notando sobre su rostro los efluvios de un cálido perfume. Era como si flotara en un mar tórrido y rojizo, un mar de vino embriagador cuyas olas espumosas rompieran contra unas costas de bronce incandescente. Un gran temor le invadió al vislumbrar aquella vasta extensión marina cuyo oleaje rompía en 207
- Page 155 and 156: en los ojos de Tobías. Abner leyó
- Page 157 and 158: Un ser en el que todas esas caracte
- Page 159 and 160: diferencia en el color de la tinta,
- Page 161 and 162: aún su pie!» «Lunes. Esta vez Ho
- Page 163 and 164: algún apartado relacionado con Dun
- Page 165 and 166: ecientes sucesos. Sin embargo, por
- Page 167 and 168: derivaban los hechos que se present
- Page 169 and 170: oídos. Se alejó de la pared. Casi
- Page 171 and 172: lo tenía delante de sí - había s
- Page 173 and 174: anotaciones de Luther Whateley. A e
- Page 175 and 176: evolución era demasiado lenta para
- Page 177 and 178: los siglos - y, al fin, la herencia
- Page 179 and 180: perdidas aun para las leyendas. Hab
- Page 181 and 182: que Ull quedó solo con la extranje
- Page 183 and 184: Eran muy viejas, de bloques arcillo
- Page 185 and 186: HONGOS DE YUGGOTH Poemas de horror
- Page 187 and 188: AZATHOTH El demonio me llevó por e
- Page 189 and 190: Parks, su viejo criado, que murió
- Page 191 and 192: niño? Esa historia era tan insensa
- Page 193 and 194: ataúd que no marcaba ninguna hora
- Page 195 and 196: mano esculpida sobre la clave del a
- Page 197 and 198: los rayos del sol poniente, y qué
- Page 199 and 200: donde se aceptan como cosa corrient
- Page 201 and 202: de ESE que guiará al temerario, m
- Page 203 and 204: lenguaje ni emitir un solo sonido.
- Page 205: »Carter vio entonces que había un
- Page 209 and 210: multitud de puertas, en algunas de
- Page 211 and 212: contemplase el conglomerado resulta
- Page 213 and 214: placentero, sino que te sumerges co
- Page 215 and 216: emontarse a la inalcanzable infinit
- Page 217 and 218: identificado consigo mismo. Poco a
- Page 219 and 220: transgalácticas; y sentía una cur
- Page 221 and 222: le miraban absortos. Aspinwall pret
- Page 223 and 224: otros muchos símbolos que los hech
- Page 225 and 226: »No ignoraba los peligros de la em
- Page 227 and 228: los billones de kilómetros que Ran
- Page 229 and 230: herencia, y supo con cuánta valent
- Page 231 and 232: escuchando a este loco, a este impo
- Page 233 and 234: parecía impresionarle en absoluto.
- Page 235 and 236: acurrucó en una postura muy poco h
- Page 237 and 238: EL ABISMO EN EL TIEMPO H. P. Lovecr
- Page 239 and 240: aparecidos en las revistas de psico
- Page 241 and 242: parecía incluir tanto retazos de c
- Page 243 and 244: cuerpo de su marido. Obtuvo el divo
- Page 245 and 246: disminución de mi interés y a ins
- Page 247 and 248: Capítulo II Mi reincorporación a
- Page 249 and 250: o a alguno de los psicólogos de co
- Page 251 and 252: ecientes casos de amnesia, formaban
- Page 253 and 254: No había sillas, pero las superfic
- Page 255 and 256: vegetación oscilando sobre sendero
y proyectada, puede hacer que un p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to tome sustancia tangible; y<br />
<strong>en</strong> la arcaica Atlaanât, de la que muy pocos se atrev<strong>en</strong> a hablar.<br />
»Carter no sabía a ci<strong>en</strong>cia cierta <strong>en</strong> qué consistía la Ultima Puerta,<br />
ni cómo debía atravesarla; pero se sintió invadido por un s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de<br />
t<strong>en</strong>sa expectación. T<strong>en</strong>ía conci<strong>en</strong>cia de poseer alguna clase de corporeidad<br />
y de llevar la llave fatal <strong>en</strong> la mano. Las masas descollantes de roca que se<br />
alzaban fr<strong>en</strong>te a él parecían <strong>com</strong>o una muralla informe, hacia el c<strong>en</strong>tro de la<br />
cual se s<strong>en</strong>tían sus ojos irresistiblem<strong>en</strong>te atraídos. Y <strong>en</strong>tonces, de súbito,<br />
sintió que la irradiación m<strong>en</strong>tal del Más Antiguo había dejado de fluir.<br />
»Por primera vez se dio cu<strong>en</strong>ta de lo absurdo y terrible que puede<br />
ser el sil<strong>en</strong>cio m<strong>en</strong>tal y físico. Durante las primeras fases de su av<strong>en</strong>tura<br />
percibía aún cierto ritmo, que acaso no fuera sino el latido lejano y secreto<br />
de la ext<strong>en</strong>sión tridim<strong>en</strong>sional de la Tierra. Pero, ahora, la quietud del<br />
abismo parecía haberlo inmovilizado todo. A pesar de su conci<strong>en</strong>cia de<br />
poseer un cuerpo físico, no consiguió oír su propia respiración. El<br />
resplandor de la esfera de ‘Umr at-Tawil’ se había quedado inmóvil y<br />
petrificado. Un halo impon<strong>en</strong>te, más resplandeci<strong>en</strong>te aún que los nimbos<br />
que rodearon las cabezas de las Siluetas, brillaba aterradoram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> torno<br />
al cráneo amortajado del espantoso Guía.<br />
»Un vértigo infinito invadió a Carter, cuyo s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de<br />
ori<strong>en</strong>tación había desaparecido por <strong>com</strong>pleto. Las luces extrañas parecían<br />
poseer la calidad de la más imp<strong>en</strong>etrable negrura acumulada sobre las<br />
mismas tinieblas. En torno a los Primig<strong>en</strong>ios, tan solitarios sobre sus tronos<br />
hexagonales, reinaba una atmósfera de la más pasmosa lejanía. Luego se<br />
sintió arrebatado hacia unas profundidades inconm<strong>en</strong>surables, notando<br />
sobre su rostro los efluvios de un cálido perfume. Era <strong>com</strong>o si flotara <strong>en</strong> un<br />
mar tórrido y rojizo, un mar de vino embriagador cuyas olas espumosas<br />
rompieran contra unas costas de bronce incandesc<strong>en</strong>te. Un gran temor le<br />
invadió al vislumbrar aquella vasta ext<strong>en</strong>sión marina cuyo oleaje rompía <strong>en</strong><br />
207