H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com
se encontraba el portón. ¿Qué manos habrían tallado la roca viva formando como un pórtico de templo? ¿Quizá las del viejo Edmund, el hechicero, o acaso las de otros seres invocados por él y que actuaban bajo su mandato? »Aquella noche, el pequeño Randolph cenó con tío Chris y tía Martha en el viejo caserón del enorme tejado. »A la mañana siguiente se levantó temprano, cruzó el huerto de manzanos, y se internó por la arboleda de arriba, donde estaba oculta la Caverna de las Serpientes, tenebrosa y amenazante, entre grotescos e hinchados robles. Sentía en su interior una insospechada ansiedad, y ni siquiera se dio cuenta de que se le había caído el pañuelo, al registrarse el bolsillo para ver si traía la llave. Se deslizó a través del negro orificio con intrépida seguridad, alumbrándose el camino con las cerillas que había cogido del cuarto de estar. Un momento después, se había colado a través de la grieta de la roca, y se hallaba en la inmensa gruta interior, cuya rocosa pared final recordaba la forma de un pórtico labrado intencionadamente en la piedra. Allí permaneció en pie, ante la pared húmeda y goteante, silencioso, aterrado, encendiendo cerilla tras cerilla mientras la contemplaba. ¿Aquella prominencia que emergía de la clave del arco sería acaso la gigantesca mano esculpida? Entonces sacó la llave, hizo ciertos movimientos y entonó determinados cánticos cuyo origen recordaba confusamente. ¿Habría olvidado algo ? El sólo sabía que deseaba cruzar la barrera que le separaba de las regiones ilimitadas de sus sueños, de los abismos donde todas las dimensiones se disuelven en lo absoluto. III “Resulta difícil explicar con palabras lo que sucedió entonces. Fue una sucesión de paradojas, de contradicciones, de anomalías que no tienen cabida en la vida vigil, pero que llenan nuestros sueños más fantásticos, 198
donde se aceptan como cosa corriente, hasta que regresamos a nuestro mundo objetivo, estrecho, rígido, encorsetado por los principios de una lógica tridimensional”. Al proseguir su relato, el hindú tuvo que evitar muchos escollos para no dar la impresión de delirios triviales y pueriles, en vez de transmitir la experiencia de un hombre trasladado a su niñez a través de los años. El señor Aspinwall, disgustado, dio un bufido y dejó prácticamente de escuchar. «El ritual de la llave de plata, tal como lo había llevado a cabo Randolph Carter en aquella cueva tenebrosa y oculta en el interior de otra cueva, tuvo un resultado inmediato. Desde el primer movimiento, desde la primera sílaba que había pronunciado, sintió el aura de una extraña y pavorosa mutación. Su percepción del espacio y del tiempo experimentó un trastorno profundísimo y perdió las nociones que conocemos nosotros como movimiento y duración. Imperceptiblemente, conceptos tales como el de edad o el de localización espacial dejaron de tener significado alguno. El día anterior, Randolph Carter había saltado milagrosamente un abismo de años. Ahora no había ya diferencia alguna entre niño y hombre. Sólo existía la entidad Randolph Carter, dotada de cierta cantidad de imágenes que habían perdido ya toda conexión con las escenas terrestres y las circunstancias con que habían sido adquiridas. Poco antes estaba en el interior de una caverna, en cuya pared del fondo parecían destacarse vagamente los trazos de un arco monstruoso y de una mano gigantesca esculpida. Ahora no había ya ni caverna ni ausencia de caverna, ni paredes ni ausencia de paredes. Había un fluir de sensaciones no tanto visuales como cerebrales, en medio de las cuales la entidad que era Randolph Carter captaba y archivaba todo lo que su espíritu percibía, aun sin tener clara conciencia de cómo tales impresiones llegaban hasta él. »Cuando hubo concluido el ritual, Carter se dio cuenta de que no se 199
- Page 147 and 148: que había estado allí - a excepci
- Page 149 and 150: fuertes jóvenes para efectuar la d
- Page 151 and 152: Miró algunas otras cartas - factur
- Page 153 and 154: habitación de la tía Sarah se hab
- Page 155 and 156: en los ojos de Tobías. Abner leyó
- Page 157 and 158: Un ser en el que todas esas caracte
- Page 159 and 160: diferencia en el color de la tinta,
- Page 161 and 162: aún su pie!» «Lunes. Esta vez Ho
- Page 163 and 164: algún apartado relacionado con Dun
- Page 165 and 166: ecientes sucesos. Sin embargo, por
- Page 167 and 168: derivaban los hechos que se present
- Page 169 and 170: oídos. Se alejó de la pared. Casi
- Page 171 and 172: lo tenía delante de sí - había s
- Page 173 and 174: anotaciones de Luther Whateley. A e
- Page 175 and 176: evolución era demasiado lenta para
- Page 177 and 178: los siglos - y, al fin, la herencia
- Page 179 and 180: perdidas aun para las leyendas. Hab
- Page 181 and 182: que Ull quedó solo con la extranje
- Page 183 and 184: Eran muy viejas, de bloques arcillo
- Page 185 and 186: HONGOS DE YUGGOTH Poemas de horror
- Page 187 and 188: AZATHOTH El demonio me llevó por e
- Page 189 and 190: Parks, su viejo criado, que murió
- Page 191 and 192: niño? Esa historia era tan insensa
- Page 193 and 194: ataúd que no marcaba ninguna hora
- Page 195 and 196: mano esculpida sobre la clave del a
- Page 197: los rayos del sol poniente, y qué
- Page 201 and 202: de ESE que guiará al temerario, m
- Page 203 and 204: lenguaje ni emitir un solo sonido.
- Page 205 and 206: »Carter vio entonces que había un
- Page 207 and 208: y proyectada, puede hacer que un pe
- Page 209 and 210: multitud de puertas, en algunas de
- Page 211 and 212: contemplase el conglomerado resulta
- Page 213 and 214: placentero, sino que te sumerges co
- Page 215 and 216: emontarse a la inalcanzable infinit
- Page 217 and 218: identificado consigo mismo. Poco a
- Page 219 and 220: transgalácticas; y sentía una cur
- Page 221 and 222: le miraban absortos. Aspinwall pret
- Page 223 and 224: otros muchos símbolos que los hech
- Page 225 and 226: »No ignoraba los peligros de la em
- Page 227 and 228: los billones de kilómetros que Ran
- Page 229 and 230: herencia, y supo con cuánta valent
- Page 231 and 232: escuchando a este loco, a este impo
- Page 233 and 234: parecía impresionarle en absoluto.
- Page 235 and 236: acurrucó en una postura muy poco h
- Page 237 and 238: EL ABISMO EN EL TIEMPO H. P. Lovecr
- Page 239 and 240: aparecidos en las revistas de psico
- Page 241 and 242: parecía incluir tanto retazos de c
- Page 243 and 244: cuerpo de su marido. Obtuvo el divo
- Page 245 and 246: disminución de mi interés y a ins
- Page 247 and 248: Capítulo II Mi reincorporación a
donde se aceptan <strong>com</strong>o cosa corri<strong>en</strong>te, hasta que regresamos a nuestro<br />
mundo objetivo, estrecho, rígido, <strong>en</strong>corsetado por los principios de una<br />
lógica tridim<strong>en</strong>sional”.<br />
Al proseguir su relato, el hindú tuvo que evitar muchos escollos<br />
para no dar la impresión de delirios triviales y pueriles, <strong>en</strong> vez de transmitir<br />
la experi<strong>en</strong>cia de un hombre trasladado a su niñez a través de los años. El<br />
señor Aspinwall, disgustado, dio un bufido y dejó prácticam<strong>en</strong>te de<br />
escuchar.<br />
«El ritual de la llave de plata, tal <strong>com</strong>o lo había llevado a cabo<br />
Randolph Carter <strong>en</strong> aquella cueva t<strong>en</strong>ebrosa y oculta <strong>en</strong> el interior de otra<br />
cueva, tuvo un resultado inmediato. Desde el primer movimi<strong>en</strong>to, desde la<br />
primera sílaba que había pronunciado, sintió el aura de una extraña y<br />
pavorosa mutación. Su percepción del espacio y del tiempo experim<strong>en</strong>tó un<br />
trastorno profundísimo y perdió las nociones que conocemos nosotros<br />
<strong>com</strong>o movimi<strong>en</strong>to y duración. Imperceptiblem<strong>en</strong>te, conceptos tales <strong>com</strong>o el<br />
de edad o el de localización espacial dejaron de t<strong>en</strong>er significado alguno. El<br />
día anterior, Randolph Carter había saltado milagrosam<strong>en</strong>te un abismo de<br />
años. Ahora no había ya difer<strong>en</strong>cia alguna <strong>en</strong>tre niño y hombre. Sólo<br />
existía la <strong>en</strong>tidad Randolph Carter, dotada de cierta cantidad de imág<strong>en</strong>es<br />
que habían perdido ya toda conexión con las esc<strong>en</strong>as terrestres y las<br />
circunstancias con que habían sido adquiridas. Poco antes estaba <strong>en</strong> el<br />
interior de una caverna, <strong>en</strong> cuya pared del fondo parecían destacarse<br />
vagam<strong>en</strong>te los trazos de un arco monstruoso y de una mano gigantesca<br />
esculpida. Ahora no había ya ni caverna ni aus<strong>en</strong>cia de caverna, ni paredes<br />
ni aus<strong>en</strong>cia de paredes. Había un fluir de s<strong>en</strong>saciones no tanto visuales<br />
<strong>com</strong>o cerebrales, <strong>en</strong> medio de las cuales la <strong>en</strong>tidad que era Randolph Carter<br />
captaba y archivaba todo lo que su espíritu percibía, aun sin t<strong>en</strong>er clara<br />
conci<strong>en</strong>cia de cómo tales impresiones llegaban hasta él.<br />
»Cuando hubo concluido el ritual, Carter se dio cu<strong>en</strong>ta de que no se<br />
199