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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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derrumbadas de la vieja morada de los Carter mostraban cierto desord<strong>en</strong>, y<br />

algui<strong>en</strong> había <strong>en</strong>contrado un pañuelo <strong>en</strong> la siniestra ladera rocosa cubierta<br />

de árboles que se eleva detrás de las ruinas, no lejos de la terrible caverna<br />

llamada de las Serpi<strong>en</strong>tes.<br />

Fue <strong>en</strong>tonces cuando las ley<strong>en</strong>das que corrían por la región sobre la<br />

Caverna de las Serpi<strong>en</strong>tes cobraron r<strong>en</strong>ovada vitalidad. Los campesinos<br />

volvieron a hablar <strong>en</strong> voz baja de las prácticas impías a las que el viejo<br />

Edmund Carter el brujo se había <strong>en</strong>tregado <strong>en</strong> aquella horrible gruta, a lo<br />

que ahora v<strong>en</strong>ía a añadirse la extraordinaria afición que el propio Randolph<br />

Carter había mostrado de niño por ese lugar. Durante la infancia de Carter,<br />

la v<strong>en</strong>erable mansión se había mant<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> pie, con su anticuada<br />

techumbre de cuatro verti<strong>en</strong>tes, habitada sólo por su tío abuelo Christopher.<br />

El la había visitado con frecu<strong>en</strong>cia, y había hablado de modo especial sobre<br />

la Caverna de las Serpi<strong>en</strong>tes. Las g<strong>en</strong>tes recordaban que más de una vez se<br />

había referido a una grieta que había <strong>en</strong> un rincón ignorado de la cueva, y<br />

hacían cábalas sobre el cambio que había experim<strong>en</strong>tado a raíz de un día<br />

que pasó <strong>en</strong>tero d<strong>en</strong>tro de la caverna, a los nueve años de edad. Esto había<br />

sucedido <strong>en</strong> octubre, y desde <strong>en</strong>tonces parecía haber adquirido una<br />

inusitada facultad de predecir acontecimi<strong>en</strong>tos futuros.<br />

La noche <strong>en</strong> que desapareció Carter, había llovido, y nadie pudo<br />

<strong>en</strong>contrar la m<strong>en</strong>or huella de los pasos que dio al bajar del coche. En el<br />

interior de la Caverna de las Serpi<strong>en</strong>tes se había formado un barro líquido y<br />

viscoso, debido a las grandes filtraciones de agua. Sólo los rústicos<br />

ignorantes murmuraron sobre ciertas huellas que habían creído descubrir <strong>en</strong><br />

el sitio donde los grandes olmos sobresalían por <strong>en</strong>cima de la carretera y <strong>en</strong><br />

la siniestra p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te próxima a la Caverna de las Serpi<strong>en</strong>tes donde había<br />

sido <strong>en</strong>contrado el pañuelo. Pero, ¿quién iba a hacer caso de aquellos<br />

rumores, según los cuales esas huellas eran idénticas a las que dejaban las<br />

botas de puntera cuadrada que había usado Randolph Carter cuando era<br />

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