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H. P. Lovecraft = Lovecraftiana 3 - cuentos en ... - GutenScape.com

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Eran muy viejas, de bloques arcillosos consumidos por la per<strong>en</strong>ne<br />

sequedad del mundo moribundo. Poco, <strong>en</strong> efecto, cambiaba excepto por los<br />

seres vivi<strong>en</strong>tes: las hierbas y aquellos últimos hombres.<br />

Ante él, una puerta abierta p<strong>en</strong>día de toscos goznes. Bajo la luz<br />

moribunda Ull <strong>en</strong>tró, exhausto, buscando con avidez los ansiados rostros.<br />

Luego se desplomó sobre el suelo y lloró a mares, ya que sobre la<br />

mesa se apoyaba un reseco y antiguo esqueleto. Se levantó por fin,<br />

<strong>en</strong>loquecido por la sed, insoportablem<strong>en</strong>te dolorido y sufri<strong>en</strong>do las mayores<br />

desilusiones que cualquier mortal pueda conocer. Era, pues, el último ser<br />

vivi<strong>en</strong>te sobre el globo. Él, el heredero de la Tierra... todas las tierras, y<br />

todas igualm<strong>en</strong>te inútiles para él. Retrocedió tambaleándose, sin mirar a la<br />

borrosa figura blanca bajo el reflejo de la luz de la luna, y cruzó la puerta.<br />

Deambuló por el vacío poblado buscando agua e inspeccionando con<br />

tristeza aquel lugar vacío, tan espectralm<strong>en</strong>te conservado por el aire<br />

inmóvil. Ahí había una morada, allá un rústico lugar para fabricar objetos...<br />

recipi<strong>en</strong>tes de arcilla que sólo cont<strong>en</strong>ían polvo y nada de líquido para<br />

mitigar su sed abrasadora.<br />

Entonces, <strong>en</strong> el c<strong>en</strong>tro del pequeño poblado, Ull vio la boca de un<br />

pozo. Sabía qué era, ya que había oído <strong>cu<strong>en</strong>tos</strong> sobre ello a Mladdna. Con<br />

mísera alegría, se tambaleó hacia adelante y se inclinó sobre la boca. Allí,<br />

por fin, estaba el final de su búsqueda. Agua - fangosa, estancada y escasa,<br />

pero agua - ante sus ojos.<br />

Ull aulló con la voz de un animal torturado, tanteando <strong>en</strong> busca de<br />

cubo y cad<strong>en</strong>a. Su mano resbaló <strong>en</strong> el fangoso borde y cayó sobre el pecho<br />

<strong>en</strong> el pretil. Durante un instante se mantuvo allí, luego, sin un sonido, su<br />

cuerpo se precipitó <strong>en</strong> el negro pozo.<br />

Hubo un ligero chapuzón <strong>en</strong> la t<strong>en</strong>ebrosa superficie cuando impactó<br />

contra una piedra sumergida, despr<strong>en</strong>dida eones atrás de la masiva<br />

albardilla. La agitación del agua se sosegó progresivam<strong>en</strong>te.<br />

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